MÁS que una «errata totalmente informática» la hipótesis de que las fosas del barranco de Víznar están en Alfacar parece un chiste malo, no sé si digital o analógico, un chascarrillo que lamentablemente figura en el tan traído mapa de fosas de Andalucía elaborado a varias manos por la Consejería de Justicia, la Universidad de Granada y las asociaciones de recuperación de la memoria histórica. Tantas manos (y tan poca cabeza) que ahora no se sabe cuál de ellas fue la que introdujo el disparate.
No se puede despachar el error con una socorrida apelación a la informática. Estamos tratando de un asunto muy, muy serio. Incluso si damos por buena la disculpa del error, la metedura de pata es tan colosal que no se llega a comprender cómo sobrepasó los controles y cómo alguien (¿un informático disfrazado de errata?) autorizó su publicación en la página web de la consejería. Pero el problema es que el error no es solo uno. El alcalde de Víznar ha enumerado otros que presuponen la situación de enterramientos que a su juicio no existen o dan cifras de cadáveres que no coinciden con las mantenidas hasta ahora por las fuentes testificales. Las bases científicas a las que apelan los muñidores de los mapas son risibles. Dice, por ejemplo, uno de ellos que si se pusieron 900 en lugar de 2.500 es para «no dar una visión desmesurada que pueda ser objeto de críticas desde cualquier otra perspectiva». Increíble.
A mí lo que me parece todo esto es una chapuza e incluso una especie de liquidación por derribo de un proyecto que algunos respaldaron sólo por los réditos publicitarios que pudieran conseguir. Hablo, por supuesto, de Víznar y Alfacar, y más en concreto del supuesto enterramiento de García Lorca. Y como la búsqueda fue un fiasco mayúsculo e incluso un fracaso personal ahora ya da igual que el barranco de Víznar esté en Alfacar o que el Jueves Santo caiga en martes. Tengo la sensación, repito, de que estamos en el proceso de liquidación de lo que fue uno de los proyectos distintivos del socialismo, la recuperación de la memoria colectiva de las víctimas de la represión y de los asesinados en las cunetas.
Fue un proyecto serio, mucho. Una iniciativa que ha conseguido devolver los restos de decenas de asesinados anónimos a sus familiares pero que no ha logrado el propósito más rutilante y el que elevó la búsqueda a categoría de noticia mundial: la localización de los restos Lorca. Y por eso, como si la mano de Freud y sus actos fallidos hubiera inspirado el espíritu errático de las erratas, el mapa ha acabado confundiendo Alfacar con Víznar. A un año de elecciones en la Junta, nada apunta a que el proceso de recuperación de la memoria vaya a cumplir medianamente sus objetivos.