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‘En literatura hay que dejar que los personajes actúen libremente’

La autora de ‘La piel del frío’ habla en el ciclo ‘Presencias literarias’ de la UGR sobre el proceso de creación de un escritor y las motivaciones que tiene

«En el oficio de escritor hay un componente de infelicidad». Así lo expresó ayer la escritora Pilar Mañas (Aranjuez, Madrid, 1952) durante su intervención en el ciclo Presencias literarias organizado por la cátedra Federico García Lorca de la Universidad de Granada que tuvo lugar en el salón de Grados de la Facultad de Traductores e Intérpretes. Mañas, autora de libros de relatos como El salario de seda, La piel del frío o traductora de obras como Heroínas modernas, de D. H. Lawrence, habló sobre el proceso de creación literaria, un proceso, a su juicio que siempre se hace «en soledad».

-¿En que consiste el proceso de creación en la literatura?

-Consiste en los motivos o las razones que motivan a alguien para que se decida a escribir. En cada escritor aparentan ser motivos distintos, pero por lo general, suelen ser los mismos. Gabriel García Márquez decía que escribía para que lo quisieran.

-¿No hay algo de vanidad es considerar que lo que uno cuenta puede interesar a los demás?

-Sí, creo que hay un gran componente de egocentrismo. Hay que tener en cuenta que el arte o el oficio de la escritura es un oficio muy solitaria. Precisa de mucha soledad, de mucho aislamiento. Tal vez el egocentrismo sea la fórmula para defendernos de ese aislamiento. Si uno no cree que lo que hace no va a interesar a los otros o no va a serles de utilidad, entonces perderá la motivación y se dedicará a tomarse un café y vivir la vida real. Esa soledad compensa cuando alguien es leído. El acto de la creatividad también tiene cierto efecto de euforia. Supongo que a los escritores de best-sellers la compensación es mucho mayor.

-Antonio Muñoz Molina decía que el mundo está lleno de héroes y de gente que escribe sobre lo que hacen esos héroes.

-Estoy de acuerdo. Es muy raro que los héroes, o la gente de acción, escriban. Sólo se me ocurre el caso de Miguel Hernández, que fue un héroe vital y un gran creador. Él no hablaba de su dolor o del dolor de los otros, sino del dolor de los otros en él. Hay muy pocos héroes que también escriban. Por lo que general, los escritores nos dedicamos a absorber la vida de los demás.

-Freud también decía que la gente que se dedicaba al arte estaba insatisfecha o sufría infelicidad…

-Yo, en concreto, he pensado mucho sobre ello. En mí, por ejemplo, hay un componente que quiere huir de la realidad. Como no me gusta la realidad, la intento modificar en la ficción. Sí hay un componente de infelicidad. Pero es que en todas las vidas hay grandes parcelas de infelicidad.

-¿Cuál es su método de escritura, sus horas favoritas?

-Yo escribo por las mañanas, muy pronto, soy madrugadora. Por lo general, llevo una actividad muy disciplinada. Me gusta escribir pocos folios y corregir mucho, tenerlo todo muy trabajado. Por la tarde me dedico a mis cosas.

-Anthony Burgess decía que él se imponía escribir tres páginas al día… Así al cabo del año, tenía 900 folios, es decir, para tres libros…

-Es cierto, pero debía ser muy muy disciplinado. Hay días en que es difícil marcarse un objetivo. Hay días en que puedes escribir seis folios y días en que no puedes escribir si quiera uno. También he conocido a muchos escritores de oficio que se marcan una pauta y la siguen a rajatabla. Yo envidio eso.

-¿Qué siente cuando ve ya su libro publicado y en la calle?

-Supongo que satisfacción. Yo siempre lo veo como una posibilidad de comunicación con los demás. A mí me gusta mucho el contacto con el lector. Por lo general, antes de enviar un libro a la editorial, se lo enseño a un número amplio de amigos. Al fin y al cabo, se trata de contar tus experiencias.

-¿Se ha encontrado alguna vez con algún lector que ha descubierto en un personaje algo que usted desconocía?

-Es que resulta que los personajes, cuando están bien construidos, reclaman su propia acción. Los autores nos sorprendemos muchos de ver que emprenden su propio camino. Si no lo haces así, pierde verosimilitud el texto. En literatura hay que dejar a los personajes que actúen libremente, por sí mismos, no porque les tomes cariño, sino para que todo resulte verosímil. En literatura no es tanto la verdad como la verosimilitud.

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