El último boom de la novela peruana en España
ÁNGEL ESTEBAN
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granada. El 2005 ha sido un año de buenas nuevas para los peruanos narradores en la Península. Algunos de los premios más deseados han caído en sus manos, y lo siguen haciendo en 2006. Para empezar, el finalista del Premio Planeta, con polémica incluida, ha sido para Jaime Bayly (Lima, 1965), con su obra Y de repente, un ángel, de corte autobiográfico, porque Mercedes, la mucama protagonista, está inspirada en la mujer que cuida a las hijas del novelista, y Julián, el escritor vago y ermitaño que nunca limpia su casa, es un trasunto del propio Bayly; además, Andrea, la novia de Julián, se basa en Andrea, la mejor amiga argentina del escritor, que trabaja en una librería de Buenos Aires. Bayly ya era muy conocido en España, porque casi todas su obras han sido publicadas por Anagrama y otras por Planeta. Su obra de 1997, La noche es virgen, fue Premio Herralde novela. Este último año, el Planeta fue más controvertido que nunca. Si con frecuencia rondan sobre él la sospecha de ser un premio comercial que está concedido de antemano a personajes mediáticos, no siempre buenos escritores, o buenos escritores con malas novelas (el claro caso del otro peruano Alfredo Bryce, que se lo llevó hace tres años con la peor novela que lo ha ganado en los últimos tiempos), en esta ocasión la polémica saltó cuando un miembro del jurado, Juan Marsé, renunció a formar parte de ese tribunal por la mala calidad de las novelas presentadas y premiadas.
Alonso Cueto (Lima, 1954) ha sido otro de los galardonados. Su magnífica novela La hora azul ganó el último Premio Herralde. Ambientada en la Lima de finales de los noventa, es la historia del doctor Adrián Ormache, un abogado próspero que vive en una zona acomodada de Lima. Al morir su padre, conoce que estuvo a cargo de un cuartel en la zona de Ayacucho, en la época de enfrentamientos entre el Ejército y Sendero Luminoso, y se entera de todas las atrocidades cometidas tanto por los terroristas como por los militares. Pero lo mejor de la obra son los continuos cambios de orientación en la propia historia, que mantienen al lector siempre a la expectativa de lo que puede pasar, con una singular tensión. Cueto ya publicó en Anagrama su obra anterior, Grandes miradas, aunque su primera obra, La batalla del pasado, fue publicada en 1983 por Alfaguara. Es de suponer que su amplia y conseguida trayectoria en Perú se irá dando a conocer poco a poco en España. Algunos críticos ya lo consideran como uno de los sucesores de Vargas Llosa.
El otro gran premio reciente adjudicado a un peruano ha sido el Alfaguara, para la tercera novela del joven Santiago Roncagliolo (Lima, 1975), Abril rojo, elegido entre los 510 manuscritos, como expresó el jurado, por su eficacia expresiva, su fuerza dramática y la originalidad en el tratamiento de un tema político con las peripecias de una novela negra. Arranca y conmueve al lector desde la primera página. El libro tiene por escenario la guerra entre el ejército peruano y Sendero Luminoso durante la presidencia de Alberto Fujimori, y consiste en una descripción casi policial de lo que sucede en los seres humanos a causa de la política. También habla de lo que sucede en cualquier parte después de una guerra.
Roncagliolo vive en Barcelona desde hace cinco años, donde se ha ganado la vida como guionista de televisión, traductor, periodista y autor de teatro. Sus dos novelas anteriores son Crecer es un oficio triste (2003), publicada en El Cobre Ediciones, y Pudor (2004) de Alfaguara.
Otros premios relevantes han sido el Juan March de novela breve, otorgado a Jaime Begazo (Lima, 1957) por su obra El testigo, y el Juan Rulfo de novela corta, para Mirko Lauer por su obra Órbitas. Tertulias.
Aparte de estos peruanos premiados recientemente en nuestro entorno, cabe destacar también la labor realizada en España por dos narradores de gran calidad y enorme proyección: Jorge Eduardo Benavides y Fernando Iwasaki. Benavides (Arequipa, 1964) ha publicado ya dos novelas en Alfaguara: Los años inútiles (2002), que propone un viaje al Perú de los últimos momentos de gobierno aprista, pero es mucho más que una novela política. Nos narra las peripecias de unos hombres y mujeres que luchan por comprender el tiempo en el que viven. Al año siguiente publica El año que rompí contigo, donde estudiantes universitarios, periodistas, taxistas, gente de clase media, cree por momentos ser ajena a la realidad política y social que va cercando sus vidas. Pero pronto descubren que se trata de un equívoco fatal, que no hay forma de volverle las espaldas a nuestras propias certidumbres. En 2005 ha publicado el libro de cuentos La noche de Morgana en la misma editorial y prepara ahora una novela sobre la época de la dictadura peruana de Velasco (1969-1975), cerrando así una trilogía de ficción política.
Iwasaki (Lima, 1961) reside en Sevilla. De su obra publicada en España destacan El libro del mal amor (RBA, 2001), Un milagro informal (Alfaguara, 2003) y Negijón (Alfaguara, 2005). Estamos, por tanto, ante un renacimiento de las letras peruanas en España, que no desmerece del que hace años protagonizaron Mario Vargas Llosa, Alfredo Bryce, Julio Ramón Ribeyro y José María Arguedas.
Ángel Esteban es profesor titular de Literatura Hispanoamericana por la Universidad de Granada.