Un año antes de celebrar los exámenes, se elaboran las ponencias de las 26 materias que conforman la Selectividad, integradas por un profesor de cada universidad andaluza (9 en total) y uno de Secundaria designado por las delegaciones provinciales de Educación. Así, cada ponencia cuenta con 18 profesores que se reúnen de manera independiente y fijan los contenidos de Selectividad con seis pruebas por materia.
La Comisión Interuniversitaria andaluza realiza después un sorteo de los seis modelos propuestos por asignatura sin conocer los temas. «Se sortean en sobres cerrados para que nadie sepa finalmente qué pruebas son las escogidas», explica el coordinador con los centros de Secundaria de la UGR, Ceferino Ruiz.
Tres exámenes son asignados para junio y tres para septiembre. El primero seleccionado será el que se reparta el día de las pruebas y los otros dos se quedan como ‘reserva A’ y ‘reserva B’.
En caso de filtración o anomalía, las comisiones provinciales de Selectividad recurren a los exámenes de reserva. Es lo que tuvieron que hacer en junio de 2003, cuando se distribuyó por error el examen de Lengua a primera hora de la mañana en un aula de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Cádiz con varias horas de antelación respecto al resto de Andalucía. Los estudiantes no fueron aislados, como sí se hizo con otro caso cuatro años antes, y el temor a una filtración masiva a través de los móviles obligó a retrasar la prueba en toda la región a esa misma tarde con la reserva que tenían entonces prevista.
Este año, los 71 estudiantes que tienen materias de modalidad coincidentes en Granada realizarán los exámenes el viernes con la ‘reserva A’, que sólo se imprime para casos puntuales.
Cada curso se encarga una universidad andaluza de elaborar las copias de los exámenes de Selectividad, siendo Málaga (UMA) la responsable esta edición. Granada las editó en 2004 y volverá a tocarle ya en 2013.
Cada universidad envió el viernes a un responsable a Málaga para recoger las pruebas y custodiarlas hasta el final del proceso. La UMA contrató los servicios de una imprenta para garantizar el secreto que, además, contó con la vigilancia de un técnico. «El objetivo es que el menor número posible de personas tenga en sus manos los exámenes», dijo Ruiz.
En la Universidad de Granada, el representante de la Comisión Interuniversitaria, Esteban Álvarez, supervisó la recepción de las pruebas (llegan en sobres cerrados y sellados) y las almacenó en una sala del Complejo Administrativo Triunfo. En cajas divididas por materias, se clasificaron los más de 30.000 exámenes que realizarán durante cuatro días los 4.814 alumnos de la provincia. Aunque es en una caja fuerte de una habitación sin ventanas donde se custodian hasta su reparto a las sedes.
En Granada, los 141 profesores designados para la corrección no se llevan los exámenes a casa, sino que los evalúan agrupados en sedes de la UGR. Para garantizar el anonimato, a cada alumno se le reparte el primer día una veintena de pegatinas con códigos de barras que será lo que identifique cada examen. Hasta que no se vuelcan las notas en el sistema informático, mediante un lector óptico, no se casa el código con la identidad del alumno