Un estudio de la UGR con niños de 8 a 12 años revela que la idea que transmiten los progenitores depende de su nivel de estudios
Casi la mitad de los niños de entre 8 y 12 años no tiene asumido ni conoce el concepto de muerte. Lo que más les cuesta asumir es el carácter irreversible de la misma. La mayoría cree que se pasa a otra vida o que pueden volver, influidos por las creencias y las experiencias que les transmiten sus padres. Porque el concepto que se tiene de la muerte se ‘hereda’, y los niños asumen la idea que les transmiten sus padres, la interiorizan e incluso la exageran cuando crecen.
Claudia Fabiana Siracusa ha realizado una investigación dentro del Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la UGR titulada Educación para la muerte: Estudio sobre la construcción del concepto de muerte en niños de entre 8 y 12 años de edad en el ámbito escolar, para lo que ha contado con la participación de 288 niños escolarizados junto con sus padres, tutores y docentes.
«La muerte no es una idea que se transmite en el ámbito escolar sino que los niños la aprenden por su entorno social y es principalmente lo que le dicen los padres lo que entienden por este momento de la vida», matiza la investigadora. Partiendo de un concepto base de que la muerte es un hecho universal, irreversible y que supone la dejación de funciones corporales, en el estudio han descubierto que el 48% de los niños no conocen ni comprenden así la muerte y uno de los conceptos que menos asumen es el de la irreversibilidad. Las niñas mostraron más creencia en la vida después de la muerte que los niños.
«El miedo a la muerte se da en casi todos los niños pero una educación intencionada puede modificar estos temores. Así, se ha comprobado que unos padres con estudios superiores y otros con nivel educativo bajo transmiten un significado distinto de la muerte. Los licenciados y diplomados tienen menos miedo y eso lo inculcan en sus hijos», dijo.
Por esto, los expertos apuestan por que en el ámbito educativo se incluya una formación para niños, docentes y padres para que se difunda un concepto realista y claro de la muerte.
Su incorporación sería una forma de proveer a los niños de una perspectiva más cierta e intensa de la vida y evitaría muchas de las dificultades en la resolución de los procesos de duelo que la persona debe afrontar una vez que es adulto.