francisco ayala cumple 100 años. la crónica de isidoro garcía
El lugar de nacimiento de Ayala, escrito en piedra contra el olvido
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granada. La escritura es una forma de luchar contra el olvido. Por eso ayer, día en que Francisco Ayala alcanzaba su centenario, Granada dejó escrito en piedra el sitio donde nació su escritor más longevo. En la calle Cristo de San Agustín (hace un siglo, San Agustín a secas), tuvo lugar el alumbramiento de Francisco de Paula Ayala García-Duarte, el primero de los hijos del matrimonio formado por el abogado Francisco Ayala Arroyo y Luz García Duarte González. Desde ayer, quienes paseen por esa calle, al lado del mercado, y alcen su vista, ubicarán el lugar exacto donde nació hace un siglo Francisco Ayala, autor de novelas y testigo alerta de su tiempo, según reza la placa conmemorativa que adorna la fachada del inmueble.
El escritor granadino pasó en el segundo piso de esa casa (entonces número 8; hoy 14) sus primeros años, un momento en el que se forjó su personalidad y su vocación literaria, según dijo Rafael Juárez, gerente de la Fundación Ayala que actuó como maestro de ceremonias del acto de inauguración de la placa. Lo que hoy es un edificio rehabilitado de oficinas, hace 100 años era uno de los primeros bloques de apartamentos de Granada, ciudad donde una pujante burguesía acababa de acometer la creación de la Gran Vía.
Ayala nació en el seno de esa burguesía granadina. Su abuelo materno, Eduardo García Duarte, llegó de Madrid para ocupar cátedra en la Facultad de Medicina, alcanzando el puesto de rector de la Universidad. Éste se opuso en un primer momento al matrimonio de su hija con Francisco Ayala, un abogado seis años menor que Luz.
Como el propio Juárez destacó, la figura de su madre fue esencial para la formación literaria de Ayala. Su familia materna era de tradición republicana e ilustrada, mientras que la de su padre representaba valores conservadores. Juárez se hizo eco de los recuerdos de otro escritor, Melchor Fernández Almagro, para presentar varios retazos de esos primeros años de Ayala en la calle San Agustín. Almagro tenía catorce años y vivía en el último piso de ese mismo edificio.
Éste recuerda en Viaje al siglo XX el nacimiento de Ayala, a los pocos meses del tercer centenario de la publicación de El Quijote (1905). Almagro definía a su madre como una mujer sensible, delgada esbelta, y, sobre todo, leída. Por su parte, Ayala también recuerda en sus memorias a su vecino: Mi madre me hablaba de este niño sabio. Tras el traslado a Madrid de la familia de Ayala, Almagro, quien ya tenía cierto renombre literario en la capital, facilitó el acceso del joven escritor en los círculos literarios granadinos, entre ellos los de Ramón Gómez de la Serna y quien sería su maestro, José Ortega y Gasset.
Rafael Juárez destacó que en esa casa, al mismo tiempo que se formaron sus primeras experiencias e intenciones literarias, se forjó la primera sombra de la decepción, en forma de un regalo que su padre trajo de un viaje y que pasó a manos de otro niño. Nunca deseé nada tanto, escribía Ayala en sus memorias.
El escritor recuerda también la decepción que vivió en su niñez al no tener la bicicleta que había pedido a los Reyes Magos. A pesar de haber nacido en el seno de una familia acomodada, los Ayala y sus siete hijos llegaron a pasar estrecheces, motivo por el cual se trasladaron a Madrid.
Junta de Andalucía, Diputación de Granada, Universidad y Ayuntamiento de la capital se unieron en el acto formal de inauguración de la placa, en un día repleto de homenajes y felicitaciones al Centenario escritor. El delegado de Cultura, José Antonio Pérez Tapias, destacó que estos homenajes están más que justificados hacia quien definió como un maestro de Humanidades. Asimismo resaltó que con el recordatorio de la ciudad al sitio donde nació el escritor y pensador, Granada se hermana con otras ciudades donde vivió, como Madrid y Buenos Aires.
Por su parte, el alcalde de la ciudad, José Torres Hurtado, como antes habían hecho el presidente de la Diputación, Antonio Martínez Caler, y el vicerrector de la Universidad de Granada, Félix de Moya Anegón, felicitó por su cumpleaños a Francisco Ayala, a quien calificó de portento de la naturaleza, por su vitalidad e inteligencia.
A esas horas del mediodía de ayer, Torres Hurtado avanzó el regaló que, en nombre de todos los granadinos le entregaría a Ayala en la cena oficial de cumpleaños que se iba a celebrar por la noche en la Biblioteca Nacional de Madrid: una réplica en plata de la espada de Fernando el Católico que se conserva en la Capilla Real. Una espada para un hombre que lucha con palabras contra el olvido.