La poeta peruana habla de agua, amor y maternidad en la lectura de una selección de sus poemas que ofreció ayer dentro del ciclo ‘Presencias literarias’ de la UGR
La voz de Mariela Dreyfus se ha convertido en los últimos años en un fuerte vendaval que habla de la vida y de la muerte con idéntica pasión con la que retrata el amor y las relaciones humanas. La poeta peruana participó ayer en el ciclo Presencias literarias que organiza la Cátedra Federico García Lorca de la Universidad de Granada (UGR) con una lectura de una selección de algunos de los poemas que mejor definen su forma de entender la vida y con un breve adelanto de lo que será Mapa de música, el libro que está escribiendo ahora y que «crece por instantes».
«A la hora de seleccionar los poemas para esta lectura decidí fijarme en tres motivos recurrentes de mi obra. Uno es el agua, llámese mar, lluvia, río… El otro sería la maternidad y el otro, por supuesto, el amor», explica Dreyfus quien, desde su primer Memorias de Electra (1984) hasta hoy ha ido evolucionando su propia relación con sus temas más recurrentes. «Es curioso. En el amor, al principio, manifestaba un entusiasmo muy fuerte, el propio de los 20 años, incluso hasta explorando un tema erótico trabajado con mucha fuerza y desfachatez. Después se ha ido modulando todo hacia una vertiente más reflexiva, más melancólica, de distancia y de pérdida. En cuanto a la maternidad, he pasado de un momento en el que el ‘yo poético’ es la madre a otro en el que es la hija que se enfrenta a la orfandad. La poesía está en movimiento», señala.
La numerosa obra poética de Dreyfus ha tratado de mantener siempre un pulso vital con la realidad, tanto que acontecimientos como el 11-S se han colado casi sin querer entre sus versos para cambiar radicalmente el tono de lo que contaba. «Yo creo que la poesía señala el dolor y, a la vez, lo remonta. Kavafis decía: «Tráeme tus remedios, Arte de la Poesía, y haz -por un instante- que no sienta la herida». Confío en el poder balsámico de la poesía. Debo hacerlo», destaca la autora.
Dreyfus lleva ya varios años como profesora de Poesía y Escritura Creativa en la Universidad de Nueva York y, aunque cree que es muy difícil enseñar algo tan ligado a la experiencia íntima como es la poesía, sí que reconoce que su meta con sus alumnos pasa por «motivarles y darles las herramientas necesarias para que encuentren su propia voz literaria». «La exploración tiene que ser muy intensa y hay algunos alumnos que lo logran en mayor o menor medida dependiendo de lo comprometidos estén o quieran estar con la literatura», añade.
Pese a todo, la poesía es imposible de separar de las percepciones personales y, en su caso, se convierte en una vía de escape para cuestionar todo cuanto sucede a su alrededor: «Creo que la poesía es indesligable de la experiencia personal y creo que hay cierta compulsión en los temas que nos obsesionan y que, aunque modulados de distinta manera, siempre van a aparecer. La poesía para mí es el gran espacio para las preguntas, para tratar de llegar a lo que no conocemos. Mi poesía está llena de preguntas más que de respuestas posibles».
La peruana está en pleno proceso creativo de Mapa de música donde, por primera vez, ha intentado dejar de trabajar sus temas recurrentes para dejarse llevar por los ritmos. «Para escribir este libro he recuperado mi vieja fascinación por el jazz, donde la improvisación es muy importante, y estoy tratando de trabajar por primera vez a partir de la forma y el ritmo. Me están saliendo poemas bastantes extensos, donde fluye la expresión y la libertad», añade.
Marcada desde sus inicios por la literatura en habla hispana, Dreyfus cree que la importancia que las letras latinoamericanas están adquiriendo por todo el mundo en la actualidad se debe, principalmente, a que «el canto no cesa»: «A lo mejor hemos fracasado en ámbitos como la política o la economía, pero la literatura es la fuente que nos nutre».