– Decisión en vida para el día del adiós
Un estudio de la UGR analiza el grado de conocimiento del testamento vital, clave en la futura ley sobre la muerte digna.
El testamento vital, el documento que permite establecer con antelación el cuidado y las prácticas médicas que se quieren recibir o rechazar en caso de enfermar y no tener capacidad para decidir, está considerado como la mayor expresión de autonomía de una persona, que puede decidir así sobre la última fase de su vida.
Este servicio se implantó en Andalucía en 2004 y estará incluido en la ley reguladora de la dignidad de las personas ante el proceso de la muerte, que prepara Salud para esta legislatura. Un proyecto que garantizará el derecho a una muerte digna recogido en el estatuto de autonomía, permitirá el acceso rápido a cuidados paliativos, prohibirá la obstinación médica en casos en los que ya no sea posible ayudar al paciente y evitará el sufrimiento.
El caso de Inmaculada Echevarría, que realizó su testamento vital rechazando cualquier tratamiento que la mantuviera artificialmente con vida, voluntad que cumplió llevándola a la muerte, supuso un impulso a la realización de este documento de voluntad vital anticipada en toda España. Pero no sirvió sólo para engrosar la lista de testamentos vitales sino para sugerir investigaciones y estudios sobre el tema.
Uno de ellos fue el realizado por la profesora del Departamento de Enfermería de la Universidad de Granada María José Argente del Castillo sobre la autonomía en la salud.
Según el estudio, realizado con 109 personas de los centros de salud Góngora, Realejo y La Chana, el 85% de los encuestados conocía el testamento vital, nueve de cada diez lo realizaría pero sólo el 5,7 lo había hecho ya.
Una curiosidad que se desprende del estudio es que las personas que tienen mayores a su cargo son los que más desean realizar este testamento, y los jóvenes. A partir de los 70 años, ya no piensan en hacerlo. Pero no sólo se ha estudiado la implantación social de este herramienta sino los aspectos asistenciales que incluye.
Más de la mitad de los encuestados (56%) asegura que no mantendrían su vida artificialmente y el 35% desea morir tranquilo.
La religión influye significativamente en la realización del testamento. Uno porcentaje muy alto de los encuestados no lo hará por motivos religiosos, un 52% asegura que influye mucho la creencia y un 5,7 considera que este servicio se contradice con el respeto por la vida, asegura la directora de la investigación.
El documento incluye también la posibilidad de declararse donante de órganos -incluso del cuerpo, para la ciencia- tras la muerte, pero el 15% asegura que no los donará.
Curiosamente, el estudio ha dejado el dato de que el 67% de los participantes son partidarios de la eutanasia activa, con lo que se extiende una percepción de la vida dentro de la autonomía de la propia persona para decidir sobre su final. Aunque en la respuesta pudo influir la cercanía del caso Echevarría con la realización del estudio. La población estaba más sensibilizada, pero está claro que estos datos secundan la tesis de que la sociedad española está ya preparada para el debate sobre la legalización de la misma.
De lo que no se duda ya, tras cuatro años en marcha, es de la utilidad de este registro, que facilitará mucho la labor de los profesionales, que se tienen que guiar por la voluntad del paciente. Además, la investigación ha detectado algunos capítulos en los que harían falta matizaciones, como el acceso al mismo de las personas dependientes.
Con todo, la experta asegura que se han hecho todavía pocos testamentos vitales en Granada comparada con provincias como Málaga, donde la mayoría de los que lo han hecho son extranjeros, lo que indica que en Europa van aún un paso por delante.
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