ciencia hoygeología
Ciencia profunda
Proyecto. Una investigadora del Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra (CSIC-Universidad de Granada), es la representante española en el único proyecto mundial de perforación oceánica del subsuelo terrestre
ISIDORO GARCÍA
@ Envíe esta noticia a un amigo
Granada. Los científicos han conseguido alcanzar rincones remotos del espacio más cercano con sus máquinas, pero aún desconocen las profundidades de la tierra que pisan. Para conseguir ese Viaje al centro de la Tierra que imaginó Verne, una veintena de países desarrollan el programa científico más ambicioso del mundo para perforar el subsuelo hasta profundidas jamás alcanzadas, y conocer así valiosos datos sobre la vida, la historia y las fuentes de energía del planeta.
El proyecto se denomina IODP (siglas en inglés de Programa Integrado de Perforación Oceánica) y reúne a miles de científicos de Japón, EEUU, Canadá y 16 países europeos, entre los que se encuentra España. Menchu Comas, del Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra (centro mixto entre el CSIC y la Universidad de Granada), es la representante española en el comité científico de este proyecto internacional.
Éste es el único programa de perforación científica que existe en el mundo, destaca Comas. Las perforaciones se realizan en el fondo oceánico, por lo que se llevan a cabo desde barcos. La estrella del proyecto es Chikyu, un buque japonés todavía en pruebas que, utilizando el mismo sistema que la industria petrolífera, puede alcanzar los 12 kilómetros de profundidad en la corteza terrestre, lo que cuadruplica la mayor distancia alcanzada nunca por el hombre hasta casi rozar el manto terrestre.
Pero, ¿cuál es el interés de los científicos en perforar las entrañas de la Tierra? Comas explica que este sistema puede conseguir una muestra continua de la corteza terrestre, lo que permitirá leer la historia del planeta, que está escrita en las rocas. Las aplicaciones son muchas: estudiar los microorganismos del subsuelo para ampliar el conocimiento sobre el origen de la vida y obtener nuevas herramientas bioquímicas; analizar los cambios del clima, comprobando la incidencia del hombre en él; obtener datos sobre riesgo de terremotos y tsunamis asociados (éste será el primer objetivo de Chikyu en su primera campaña en el Mar del Japón, en 2007); y estudiar nuevas fuentes de energía como los hidratos de gas.
Obviamente, no todos los científicos implicados en el programa pueden acceder a Chikyu (un buque que, por sus características, hará campañas limitadas). IODP cuenta con otro barco de perforación científica, el Joides Resolution, propiedad de los EEUU pero que sólo alcanza los 4 kilómetros de profundidad. Los euorpeos por su parte, lideran otro de los recursos del proyecto, basado en la contratación puntual de barcos utilizados en la industria petrolífera. Éstos se utilizan en circunstancias especiales (por ejemplo en la primera perforación que se hizo en el Ártico en 2004) o cuando los fondos marinos son poco profundos.
Éste es el caso del Mar de Alborán, donde se hizo la única perforación que OIDP ha realizado a propuesta española. La solicitó Comas y se llevó a cabo en 1995, pero produjo datos durante los cinco años restantes, reconoce la investigadora.
Sin embargo, no es sencillo conseguir que la maquinaria de IODP apruebe un proyecto, para lo que se requieren años de trabajo previo. En España, el único medio de investigación oceanográfica es el Hespérides (ahora se quiere construir otro buque científico con base en La Coruña), que también tiene lista de espera. Además, el sistema científico español no tiene la capacidad de perforar porque es muy caro, reconoce Comas. Una campaña de perforación con IODP puede costar unos 30 millones de las antiguas pesetas. La investigadora ya prepara un nuevo proyecto para volver a taladrar el subsuelo del Mar de Alborán con los medios de este programa.
IODP comenzó en 2003, pero es la continuación de otros proyectos de perforación científica iniciados en 1960, gracias a los que se descubrió la existencia de bacterias a grandes profundidades. Las fronteras de la ciencia no sólo están hacia arriba.