DOS científicos de la Universidad de Granada han dictaminado que los santones, curanderos y remendadores de cuerpos y almas por imposición de manos sufren lo que en el lenguaje común denominamos un cruce de cables, es decir que tienen conexiones neurológicas anormales que «les permite establecer asociaciones automáticas entre regiones cerebrales que habitualmente no están conectadas». Este providencial cruce de cables (pues es la Providencia quien les proporciona el feliz cortocircuito) permite a los videntes, ensalmadores y santeros inventar un sistema de creencias y desarrollar ciertas habilidades de «lectura emocional y del sufrimiento». Como ejemplo de estas cualidades medio visionarias los científicos citan repetidamente al Santón de Baza, que dejó cegatas a decenas de personas mientras les enseñaba a observar el llamado baile del sol. Con tanta aplicación miraron al sol bailar cogido de la cintura de su aura que acabaron en el hospital con graves quemaduras oculares.
Al Santón lo disfrazaba su hermana de obispo con el primor con que se viste a una muñeca. Le almidonaba la casulla; le ceñía con mimo la banda con flecos y los estolones bordados; le cepillaba la capa pluvial; le perfumaba las medias moradas y la pechera de cuello alemán y por último le peinaba el flequillo. Y, ale, ya estaba listo para desfilar en procesión acompañado de una rara virgen con dos cabezas: una en su sitio natural y otra colocada a la altura del vientre.
Yo fui testigo de una de aquellas sesiones de curación que ejecutaba el santón como si fuera el médico del seguro pero no le vi el aura a él ni a la enferma, sino al marido de ésta, un alpujarreño gordo cuya cara se encendió literalmente como si fuera el propio sol mientras el curandero masajeaba con pericia los pechos a la enferma para curarla ¡de úlcera de estómago! Qué tuviera que ver el estómago con el pecho no lo he podido aclarar aunque funcionaba muy bien como efecto placebo.
Dicen los científicos en su informe que «no todos los santeros y curanderos» tienen los cables cruzados, que los hay con las conexiones en su sitio (aunque disimulen), pero no mencionan qué hacen los que sufren de cables cruzados pero no se dedican a la santería, es decir, en qué oficio concentran sus cualidades visionarias y demagogas ni quiénes suelen ser sus víctimas propiciatorias. No lo dicen aunque no cuesta imaginarlo. Basta con repasar uno de esos confidenciales que nos llegan por la mañana por internet que contienen el ramillete de declaraciones del día anterior de políticos contentísimos y de un humor descacharrante (mientras los súbditos se mueren de hambre y de asco) para ponerles cara y apellidos.