paso de cebra
Bromas aparte
José Carlos Rosales | Actualizado 28.12.2008 – 01:00
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LAS bromas ingenuas del Día de los Inocentes han dejado de ser lo que eran. Y es que el mundo, especialmente en un día como hoy, ya no está para bromas. Los nietos, por ejemplo, no colgarán esta mañana muñecos de papel en la espalda de su abuelo, ni las sobrinas, un poco antes de almorzar, engañarán a sus tíos ginecólogos haciéndoles creer que están embarazadas. Para eso, para gastarnos bromas, ya están algunos políticos y economistas de todos los colores y de todos los países, del norte o del sur, de aquí o de allá: muchos gestores públicos disponen del año entero para hacernos caer en trampas y embelecos y por eso, en el Día de los Inocentes, los peatones de la historia aspiramos tan sólo a un día tranquilo, un día sin bromas, que nos haga olvidar las bromas pesadas que durante un largo año hemos tenido que soportar de unos o de otros.
Que las instituciones iraníes hayan organizado un concurso de zapatazos contra el inefable George Bush es una broma ridícula. No es esa la manera más inteligente de mostrar el rechazo a una política internacional tal belicosa como denigrante. Y que los documentos oficiales que permitían a los aviones militares estadounidenses aterrizar en nuestros aeropuertos se hayan perdido en las gavetas oscuras de los ministerios españoles es una triquiñuela infantil, otra broma inquietante. Todo eso son viejos trucos de opereta para no asumir la única acción razonable: arbitrar las medidas necesarias para que el Tribunal Penal Internacional juzgue una guerra, la de Irak, que mientras no sea juzgada con ecuanimidad e independencia nos perseguirá a todos con sus funestas consecuencias.
Otra broma sonada del año que termina es toda esa parafernalia discursiva que intenta difuminar lo que todos sabemos, que algunos (bastantes) estafadores nacionales e internacionales se estaban quedando, en medio de la plaza pública, con el dinero de todo el mundo y que nadie se daba por enterado. ¡Vaya broma! Algunos, incluso, cobraban legalmente 17.500 dólares a la hora por dar consejos fraudulentos: me refiero al gerente de Lehman Brothers.
Y para broma local bastaría pensar en la Biblioteca Saramago de la Universidad de Granada (http://adrastea.ugr.es/ search*spi~S5/), biblioteca fantasma, donde el usuario queda patidifuso si quiere consultar alguno de sus estimables volúmenes: anota la signatura, se acerca al mostrador y recibe una sorprendente respuesta: «este libro está en Lanzarote y no hay ninguna manera de acceder a su lectura».
En fin, esperemos que el Año Nuevo sea nuevo de verdad y que las bromas vuelvan a ser lo que eran: juego de niños, risa sin burla.
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