Agua oculta que ríe
NO se ofendan los defensores a ultranza de Manuel Machado; sólo se trata de lo que se llama una alusión intertextual, o sea, aludir a otro texto dentro de un texto. Incluso puede, y debe, considerarse como un pequeño homenaje a otro poeta genial y universal, el de Fuente Vaquero, gracias a la cercanía de cuyo Centro por fin se verá desterrado el Aguador de la Romanilla. Desde aquí expreso mi solidaridad con su próximo destino -se habla del Camino de los Neveros; total, la nieve derretida es agua- con la esperanza de que otro artista provoque su traslado.
Hablando de artistas, en el blog de Juan Vida -a quien me unen lazos caninos entrañables (él sabe a qué me refiero)- del 8 de mayo, explica con toda claridad que, al contrario de lo que muchos han pensado, el mal gusto de la escultura del Aguador se debe a la condición humana, y no a la «condición granadina», poniendo así en pie de igualdad a los granadinos con la raza humana. Esto es progreso y, a medida que se vayan viendo los enormes beneficios que nos aportará tener el Puerto de Motril a tiro, más se irán alejando futuros aguadores aún más feos.
En esto también acierta Juan cuando dice: «Lo que hace que Granada sea diferente no es en sí la escala con que se mide, sino la frecuencia con que se producen los desafueros». Es hasta paradójico porque para hacer algo con «frecuencia» ha menester cierta dosis de energía, y siempre se ha acusado a esta ciudad de inmovilismo a casi todos los niveles. Pues resulta que no; al menos para producir desafueros, en opinión de nuestro artista de marras.
Sin embargo, la concesión de la Universiada a Granada, la designación de Granada como una de las sedes del Mundobasket de 2014, y, ya puestos, la obtención de la Universidad de Granada del séptimo lugar en el «ranking» de las universidades españolas -gracias sobre todo a la docencia- son otras opciones para reírnos de alegría en vez de llorar sin fundamento.
Hay quien dice que las universidades españolas son de pacotilla porque ninguna está entre las cien «mejores del mundo», lo cual es ridículo porque el famoso ranking se basa en los exalumnos premio Nobel, y los profesores premio Nobel. Es decir, el ranking se compra. La docencia ni entra en las consideraciones del ranking de Shanghai.
La única agua oculta que no quiero ver ni llorando ni riendo en Granada es la agüita amarilla de los insoportables botelloneros maleducados. (¿Los hay bien educados? Creo que sí pero ésos sí que son ocultos.) ¿Por qué no llevan el Aguador al botellódromo?
Poco a poco estamos haciendo que el agua oculta de Granada se ría en vez de llorar.
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