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El Cine Club Universitario dedica el mes de febrero a ocho recientes creaciones de autor

nuevo ciclo, titulado Visto y no visto X
El Cine Club Universitario dedica el mes de febrero a ocho recientes creaciones de autor
30/01/2007 – 09:00
Redacción GD

El Cine Club de la Universidad de Granada dedica el mes de febrero al cine de autor a través de ocho largometrajes que analizan distintas dimensiones sociales. En este nuevo ciclo, titulado Visto y no visto X, los recientes largometrajes Escondido, Zulo, Los tres entierros de Melquíades Estrada, Camino a Guantánamo, Grizzly Man, Workingman´s Death, Junebug y Honor de cavallería llevarán a los espectadores a la reflexión sobre aspectos tan dispares de la existencia humana actual como la reclusión por diferentes causas, la muerte o el cervantino concepto del honor.

Las proyecciones serán a las 21,30 h., en el Aula Magna de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Granada.

El aspecto humano del cine

Escondido (2005) es la última película de Michael Haneke, uno de los autores más celebrados del cine europeo contemporáneo. Con esta producción vuelve al tema central de toda su obra: la civilización como un disfraz de cortesía tras el cual se esconden infinitas barbaries cotidianas; un mundo sin fisuras, burgués, estable, un mundo aparentemente confortable y feliz en el que se mueven sus eternos personajes Georges y Anne, que se ve amenazado por algo que llega del exterior.

Zulo (2005), de Carlos Martín Ferrera, es un claustrofóbico ejercicio de maestría narrativa sobre el Mal con mayúsculas en el que nos recuerda que cualquiera puede ser víctima del azar. Aunque el protagonista intenta huir en una ocasión, la cámara no suele mostrarlo reaccionando contra su situación de confinamiento en un pozo, más bien suele observarlo mientras duerme o delira a causa de la fiebre, con el mismo interés de un entomólogo ante una nueva especie para determinar cuál es su capacidad de resistencia mental y física en condiciones desfavorables.

Tommy Lee Jones debuta como realizador con Los tres entierros de Melquíades Estrada (2005). Sobre un guión escrito por el mexicano Guillermo Arriaga (Amores perros, 21 gramos), Tommy Lee Jones se pone a la vez delante y detrás de la cámara para rodar este inesperado western contemporáneo, una sólida película de género que habla de los sueños imaginarios construidos por quienes deben abandonar su país para intentar sobrevivir en un territorio extraño.

En Camino a Guantánamo (2006) no hay guionista, ya que se supone es un documental y, en cambio, hay un director artístico, cargo que implica una ficción, dos elementos que dan la clave de la película. El guión lo escriben los protagonistas con su relato en primera persona, pero el documental está ficcionado por sus directores con la recreación de ese relato. Michael Winterbottom y Mat Whitecross cuentan la historia real de un trío de jóvenes ingleses de religión musulmana que fueron retenidos durante dos años en la terrible prisión de Guantánamo antes de que se comprobara su inocencia y fueran puestos en libertad.

Grizzly Man (2005), de Werner Herzog, ha sido definida como una perfecta película de hoy, tan perfecta que parece falsa: un mockumentary o falso documental. El controvertido film -hay opiniones a favor y en contra de que la historia que cuente sea cierta, de que sea un auténtico documental- habla de un joven ecologista y videoaficionado que pasó trece veranos consecutivos conviviendo con los osos pardos de Alaska hasta que él y su compañera fueron descuartizados por uno de los animales.

A través de la precariedad de quienes aparecen en Workingmans Death (2005), Michael Glawogger recuerda la necesidad de recuperar la figura del trabajador manual como uno de los principales motores de cualquier sociedad. Se trata de una película imprescindible, porque los cinco retratos de trabajadores que viven en los límites de lo imposible nos recuerdan que nuestro entorno cotidiano es un pequeño oasis de civilización en un mundo donde la vida no tiene el mismo valor, e insoportable, porque en su dureza nos enfrenta al hecho de que esta realidad convive con la nuestra, aunque no seamos conscientes de ella.

Phil Morrison logra en Junebug (2005) proponer una historia de emociones dentro de un microcosmos familiar susceptible de ser acentuado por la idealización y el tremendismo y conmover al público sin recurrir a ningún golpe bajo. Uno de los aspectos más llamativos de esta película es el profundo respeto que el realizador siente hacia sus personajes, sin descuidar por ello sus aspectos más oscuros.

Albert Serra, director de Honor de cavallería (2006), afirmaba que su intención en esta cinta no había sido plasmar la narración de una aventura, sino la aventura de una narración: hacer al público partícipe de su personal lectura de un libro maravilloso. Así, no aparece ninguno de los archiconocidos episodios de El Quijote, sino que Albert Serra nos hace ver a sus personajes observando los bosques y los cielos, hablando con desconocidos a quien no conseguimos identificar, secuencias que acaban siendo casi oníricas.

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