– Modales a prueba de móvil
Los expertos en protocolo y relaciones públicas recomiendan priorizar las llamadas y mantener el móvil apagado siempre que no sea imprescindible para evitar problemas de convivencia.
Una sala de cine. El patio de butacas, lleno hasta la bandera. Absoluto silencio (si acaso, el chasquido de las palomitas que se zampa el pesado de la fila de atrás. Todo un clásico). Después de una trepidante escena con discusiones, tiros y algún que otro muerto, el protagonista se acerca a su chica para plantarle un beso de esos que quitan el hipo. El público contiene la respiración. La expectación es máxima. De pronto, el pantalón de su vecino de butaca empieza a emitir destellos y vibrar al son de La Cucaracha. Le está sonando el móvil. Ni corto ni perezoso, se pone a conversar: Estoy en el cine. Te llamo luego. Cuelga. Intenta volver a coger el hilo de la trama. Interrumpe otra vez la música del móvil. Él vuelve a cogerlo. A estas alturas, es más que probable que usted ya se haya preguntando: ¿Hay algo más molesto que la melodía de un teléfono interrumpiendo un beso de película?. Ciertamente, no. Los expertos en relaciones públicas y protocolo lo saben, y por ello apelan al sentido común de los usuarios para no sucumbir a la tiranía de los SMS. La clave para usar correctamente el móvil está en tener un poco de sentido común. De todos modos, los manuales de las escuelas de protocolo ya han empezado a incluir algunas normas para el buen funcionamiento de los móviles y los correos electrónicos, explica Esperanza Guede, directora de la Escuela Gallega de Protocolo, quien sostiene que el principal problema es que aún no hemos asumido que la tecnología tiene que estar al servicio del hombre, y no al revés.
Razón no le falta. Un estudio de la agencia BBDO Europe publicado en abril de 2005 revelaba que la mayoría de los españoles dejaban conectado su móvil entre 20 y 24 horas al día, un hábito que los situaba por encima de los alemanes (sólo lo conectaba ese tiempo un 42% de la población de ese país) y franceses (60%). Los españoles empataban con los alemanes en una categoría poco edificante: el 22% de los encuestados aseguraron que no les importaría interrumpir una relación sexual con tal de llegar a tiempo para contestar al móvil. Es tal el celo que mantienen algunos usuarios, que un 65% no le prestaría su móvil a un amigo, tan siquiera, por un día.
El estudio también apreciaba un alto porcentaje de mujeres que confesaban haber adquirido el móvil, entre otras razones, para poder controlar mejor los movimientos de su pareja. La gente no soporta perder una llamada, afirmaba entonces la portavoz de la agencia BBDO Europe, Christine Hannis.
Aprender a priorizar
En este sentido, la directora de la Escuela Gallega de Protocolo advierte de que es un grave error dejar que el móvil mande en tu vida. Hay que saber priorizar. No se puede contestar siempre, y por defecto, a todas las llamadas. Si se trata de algo importante, su interlocutor ya se encargará de dejarle un mensaje. En las reuniones de trabajo, por ejemplo, conviene activar siempre la pausa o el modo silencio del aparato. Y tampoco se debe llamar nunca a nadie al móvil sin haber intentado localizarlo, primero, en el teléfono de su despacho, subraya Guede. Además -continúa esta experta en protocolo-, tampoco se debe tener encendido el móvil en teatros, salas de espectáculos, hospitales… y, en general, en todos aquellos recintos en los que haya una indicación manifiesta (Por favor, apaguen sus móviles a la entrada) o en los que se presuponga que puede molestar. Guede va más allá y apuesta por regular el uso del teléfono móvil, incluso, en el ámbito familiar. Los padres deberían establecer una normas en casa, para que las llamadas de teléfono a los móviles de sus hijos no interfieran en el desarrollo normal de la vida familiar, apunta esta experta. Por ejemplo, estaría bien que prohibiesen el uso del móvil durante la hora de la comida; ponerse a hablar por teléfono mientras se mastica resulta de muy mal gusto, aún estando en el seno de la familia, advierte Guede.
También hay que evitar el uso del móvil en el coche, mientras se está conduciendo. No sólo porque lo prohíbe la ley (y nos pueden multar), sino por el riesgo que supone hacerlo y porque no es de recibo, destaca la directora de la Escuela Gallega de Protocolo.
Esperanza Guede insiste, además, en que las nuevas tecnologías generan aislamiento y fomentan la creación de seres solitarios, lamenta.
Sus palabras son corroboradas por un estudio de la Universidad de Granada (UGR), que revela que cuatro de cada diez jóvenes son adictos al móvil.
Este trabajo, elaborado por el departamento de Personalidad, Evaluación de la UGR, indica que el 40% de los jóvenes reconoce que usa el móvil más de cuatro horas al día, ya sea hablando o enviando mensajes de texto. Algunos de los síntomas de la adicción a los móviles son el descuido de obligaciones o actividades importantes, la interrupción de relaciones con el círculo familiar y de amigos más próximo, el no reconocimiento de esta patología y el pensar continuamente en el teléfono cuando no se dispone de él.
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