Casi el 70% de los pacientes con problemas derivados del consumo de drogas que ingresan en comunidades terapéuticas para drogodependientes presentan un probable trastorno mental, como depresión, psicosis o ansiedad. Sin embargo, estos centros tradicionalmente basan su tratamiento en la conducta adictiva, dejando en un segundo plano el resto de psicopatologías.
Un trabajo de investigación de la Universidad de Granada ha constatado por primera vez en Andalucía el aumento progresivo de pacientes con este perfil dentro de las comunidades terapéuticas de drogodependientes, poniendo en relieve la necesidad de diseñar tratamientos específicos a fin de conseguir unos mejores resultados terapéuticos.
Este trabajo revela que todos los pacientes que ingresan en estos centros presentan un deterioro psicosocial generalizado y necesitan un mínimo de tres meses de estancia para empezar a apreciar una mejoría relevante. Además, constata una alta prevalencia de patología dual y pone de manifiesto que estas personas no mejoran de la misma manera que los que sólo presentan problemas relacionados con el consumo. De esta manera, los resultados de este estudio corroboran la hipótesis inicial de que aquellos pacientes con presencia de comorbilidad psicopatológica tienen una peor evolución a lo largo del tratamiento.
Para llevar a cabo este trabajo, sus autores trabajaron con 227 pacientes procedentes de las seis comunidades terapéuticas públicas del Plan Andaluz sobre Drogas y Adicciones, situadas en Tarifa y La Línea, las únicas seleccionadas en la provincia de Cádiz; Cartaya y Almonte (Huelva); Los Palacios (Sevilla); y Mijas (Málaga). Todos estos centros comparten un protocolo clínico homogéneo y aprobado por la Dirección General para las Drogodependencias y Adicciones. El trabajo de campo se ha llevado a cabo durante dos años y medio.
A la luz de sus resultados, los investigadores consideran prioritario realizar un diagnóstico psicopatológico protocolizado, «si bien los propios sistemas de clasificación diagnóstica presentan ciertas carencias, ya que no siempre abarcan la complejidad clínica de esta dualidad patológica», advierten.
Además, destacan que la mayoría de los pacientes con comorbilidad psicopatológica hasta el momento del ingreso y de su participación en el estudio nunca habían sido diagnosticados, y apenas la mitad fueron tratados en algún servicio de salud mental, lo que tiene implicaciones relevantes. «Resulta imprescindible que en la historia clínica del paciente conste una evaluación diagnóstica completa y sistemática. Es importante organizar y protocolizar la evaluación diagnóstica para que, en cualquier recurso de la red asistencial, el terapeuta que trabaje con el paciente conozca el diagnóstico del mismo», afirman los investigadores de la UGR.