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La Junta pide a las Universidades un ‘esfuerzo’ en el uso eficiente del dinero público

La Junta de Andalucía ha pedido a las diez universidades públicas de la comunidad que hagan un «esfuerzo» por hacer un uso eficiente del dinero que reciben de las administraciones para ganar en «eficacia y eficiencia» tanto a nivel de investigación como de innovación y transferencia del conocimiento.

   En una entrevista concedida a Europa Press, el secretario general de Universidades, Investigación y Tecnología, Francisco Triguero, ha señalado que, en materia de financiación, «podrá haber un euro más o un euro menos, pero si no se hace un esfuerzo en eficacia y eficiencia de los recursos públicos y en focalizar las prioridades, sin duda alguna, el cambio sustancial» que se espera de la Universidad, no podrá hacerse.

   Para Triguero, pese a que el «dinero importa» para hacer mejores a las universidades, éste no es el único elemento que influye, sobre todo, si de él no se hace un uso responsable. «No podemos gastar el dinero en chuches y no en comer», ejemplifica. Sin embargo, ha reconocido que en la última década la inversión pública en la Universidad ha sido «determinante» para que hoy día las academias estén en el nivel de excelencia en el que se encuentran.

   «Las cosas tienen un coste y el esfuerzo presupuestario de estos últimos años ha ido muy dirigido a preparar las condiciones para que,  cuando llegara la necesidad de competir, las universidades estuvieran en la mejor posición de las posibles», asegura.

   En este sentido, el secretario de Universidades valora que Andalucía, siendo una comunidad autónoma que «no es la más rica y a la que se le pueden tener en cuenta todos los peros del mundo», haya sido capaz de llegar a tener tres Campus de Excelencia Internacional –‘Andalucía Tech’ de la Universidad de Sevilla y la de Málaga, ‘Campus BioTic’ de la Universidad de Granada y el ‘Agroalimentario Ceia3’ de Córdoba– y se encuentre en un lugar «bastante destacado» de la producción científica en España y Europa.

    «Se ha hecho un gran esfuerzo por cumplir estos objetivos y tenemos plena confianza en que se va a seguir cumpliendo en los próximos años», confía. Por ello, y pese a reconocer que las universidades, hasta la fecha, han hecho un uso «adecuado» de su financiación pública, les ha pedido que sigan siendo «eficientes», sobre todo, en esta «época de austeridad, que es lo que seguramente les aportará mayor valor añadido».

NECESIDAD DE MEJORAR

   Esta petición responde a un análisis que puede resumirse en que las Universidades andaluzas no están ahora en la «necesidad de sobrevivir, sino de mejorar, que no es lo mismo». Según explica Triguero, ya están en un nivel donde no sólo hay que preocuparse por fortalecer sus estructuras, sus infraestructuras o sus equipos de investigación, sino en el que «hay que hacer otras cosas».

   Una de las más importante, apunta, es la de fomentar la participación del sector privado en la Universidad, que ahora «empieza a adquirir la misma relevancia que la financiación pública». Sin embargo, es un ámbito aún en fase inicial. «Tenemos que ir dándole vueltas a este asunto e ir creando empresas de base tecnológica que se vinculen a la Universidad, donde ésta también participe y se vayan estableciendo nexos de unión que puedan ir creando, además, un cambio cultural».

   Para potenciar esta colaboración público-privada, Triguero también ha asegurado que es esencial reforzar la formación continua «a lo largo de la vida». De esta manera, se evitaría que el estudiante sólo estuviera «de paso» por la Universidad, que es la cultura predominante en la actualidad.

   «En EEUU, quien pasa por la Universidad se fideliza con ella y es de esa Universidad de por vida, de manera que si se convierte en empresario y tiene recursos, los revierte allí, y si tiene poder, lo mismo. Hay como un hilo conductor entre la Universidad y la persona que, aquí, en Europa Occidental, no existe», explica.

   Por ello, en España y en Andalucía se está intentando emular este concepto de «mecenazgo» moderno. No es fácil, sin embargo. Sobre todo, porque las ventajas fiscales que se pueden obtener con estas obras «aún son mínimas», reconoce Triguero. «Tenemos muy limitada la capacidad fiscal, pero es cierto que estos aspectos tenemos que ser capaces de irlos encajando porque pueden ir creando una retroalimentación emocional que, al final, se convierte en económica».

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