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Ozono y genómica para la nueva cosmética

Ozono y genómica para la nueva cosmética

El mercado cosmético inaugura la nueva década del siglo XXI con una amplia gama de productos que recogen dos tendencias imparables: la búsqueda de fórmulas innovadoras y la genómica del envejecimiento. En la primera, la investigación avanza a un ritmo vertiginoso en busca de la crema «perfecta», lo que está llevando por vericuetos insospechados al mundo de la dermocosmética. El último exponente viene de la mano de Bioprocesa Technologies, empresa de base tecnológica spin-off de la Universidad de Granada, responsable de VIVÉ Ozeánia O3. Este producto incorpora ozono, en concreto, una variante enriquecida del oxígeno que revitaliza el metabolismo celular y la circulación sanguínea y reactiva los mecanismos naturales de defensa contra los radicales libres y sus procesos asociados.

Los genes responsables del proceso del envejecimiento cutáneo son también el punto de mira de las investigaciones cosméticas. Laboratorios de marcas prestigiosas dedican muchas horas a esta ciencia. Tal es el caso de Procter & Gamble, cuyo equipo de investigadores descubrió que cerca de 1.500 genes (los científicos han identificado alrededor de 25.000 genes en el ADN humano) son fundamentales en el deterioro de la piel. Este hallazgo ha permitido a P&G, elaborar artículos que combaten las señales de la edad desde su origen. Su muestra más reciente es Skin Signature.

L\’Oréal París ha aportado también su granito de arena a la ciencia de los genes tras diez años de investigación. El resultado es la tecnología Pro-gen, creada para aumentar la capacidad de recuperación de la piel y restablecer su código natural de juventud. Un sistema pensado para mujeres de 40 años y que se presenta en su nueva gama llamada Código Juventud.

Finalmente, inspirándose en los factores de crecimiento celular, los laboratorios de Lancôme han innovado una vez más creando una fórmula mejorada de efecto tensor. Rénergie Volumetry aumenta el volumen del rostro, especialmente de los pómulos y en las mujeres mayores de 40 años. Además, redefine el óvalo facial y provoca, en general, una acción volumétrica visible.
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