Gabo y Fidel, una amistad a prueba del poder
La relación entre Gabriel García Márquez y Fidel Castro ocupa las páginas de un libro que cuestiona el apoyo incondicional del Nobel colombiano al líder cubano
Jorge Luis Espinosa
El Universal
Jueves 13 de mayo de 2004
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Ante la crisis de las relaciones entre México y Cuba, el nombre de Gabriel García Márquez brotó de manera natural y hasta se le mencionó en los noticieros como posible intermediario entre Fidel Castro y el gobierno de Vicente Fox.
El autor de Cien años de soledad ha evitado toda referencia pública a esa amistad que ha durado más de 25 años, pese a todas las tormentas vividas que no han sido pocas. Es el caso del reclamo de autores como Mario Vargas Llosa y Susan Sontag en torno del silencio de García Márquez tras los fusilamientos y condenas de varios disidentes en marzo del 2003.
Una amistad que atrajo el interés de dos investigadores, el español Ángel Esteban y la belga Stephanie Panichelli, quienes escribieron Gabo y Fidel: el paisaje de una amistad (Espasa, 2004). En un par de meses el volumen ha vendido 20 mil ejemplares, repartidos en cinco ediciones, tres en Colombia, donde además ha sido pirateado , y dos en España. En México, los pocos ejemplares que importaron las librerías se han agotado.
El escritor y el dictador
El libro, originalmente una tesis de la filóloga Stephanie Panichelli que exploraba la relación de García Márquez con Cuba, pronto se convirtió en la reflexión sobre la amistad de dos personalidades fundamentales en la historia de la cultura del siglo XX, explica Ángel Esteban, quien es profesor de literatura en la Universidad de Granada y autor de José Martí, el alma alerta (1995) y Antología de la poesía cubana (2002).
La interrogante que los llevó a escribir el libro fue cómo un intelectual, que por su misma condición es crítico frente al poder, se vinculó tan profundamente con un dictador.
¿Llegaron a algunas respuestas?
La primera es que la amistad es sincera. Segundo, que en García Márquez hay fascinación por el poder, incluso más grande que la que otros intelectuales han sentido. Y tercero, que Fidel es una persona muy inteligente por haber conseguido convencer a García Márquez de la oportunidad de esa amistad; ha sabido aprovecharla muy bien.
¿Para García Márquez el motivo de la relación es sólo esa fascinación por el poder? Al principio García Márquez quería acercarse al poder. Luego esto se convirtió en una amistad personal muy fuerte y duradera. En España no conozco una amistad similar entre un intelectual de gran talla y el presidente de un país. En América Latina tampoco encuentro un vínculo de esta magnitud.
¿Cómo explican que esta amistad haya persistido pese a todas las tormentas y la presión sobre García Márquez?
Porque por encima de todo ha valorado la amistad. Sus convicciones con respecto a la amistad son mucho mayores que sus convicciones políticas, e incluso, literarias. En este sentido es capaz de aceptar lo inaceptable: ejecuciones, detenciones, falta de libertades, etcétera.
García Márquez ha dicho que esta amistad le ha permitido salvar presos políticos. ¿Es cierto?
Efectivamente, él ha mediado para sacar de Cuba a muchos presos políticos, pero en el fondo pienso que es una justificación y, por tanto, no responde totalmente a la realidad. Una amistad no necesita explicación alguna. Él usa este argumento para justificar lo injustificable, que es el apoyo a un dictador.
¿Ustedes enjuician esta amistad?
No. Ponemos datos. Criticamos el régimen cubano que niega las más elementales verdades, pero no a la amistad que los une. Cuestionamos que él siga apoyando de una manera tan clara a Fidel, cuando el Estado cubano enjuicia y ejecuta a personas cuya única defensa procede del mismo que los acusa.
¿Lo dice por “El caso Ochoa”?
Por éste y por otros, aunque en El caso Ochoa, el problema fue mayor. Tony de la Guardia era íntimo amigo de García Márquez. Él intercedió para que Fidel no lo matara, pero lo mató y García Márquez se calló. Estos son los hechos que cuestionamos.
¿El silencio ha sido la respuesta de García Márquez?
Las palabras de García Márquez tienen mucho eco y pueden hacer mucho daño. Él prefiere callarse y no dice nada en contra de nadie. Mientras otros intelectuales han cargado en contra suya por apoyar a Castro, él nunca se ha defendido. No le gusta alimentar polémicas.