Así como un president o presidente tienen la potestad de anticipar elecciones cuando les venga en gana o el momento político lo aconseje, también deberíamos encontrar la vía para poder retrasarlas, como hacen los arbitros cuando el terreno de juego no está en condiciones. Mañana nos toca ir a las urnas -o no- con demasiadas incógnitas por despejar (informes policiales, balanzas fiscales, retoques constitucionales, si Europa nos desea…).
Mientras escribo estas palabras, leo en EL PERIÓDICO que un par de investigadores de la Universidad de Granada, Elvira Salazar López y Emilio Gómez Milán, han obrado un gran hallazgo científico que corrobora el denominado efecto Pinocho, consistente en el aumento de temperatura en la punta de la nariz si su propietario incurre en mentira: una nueva versión nasal del polígrafo de la verdad, ahora reconvertido en termógrafo.
Si vamos incorporando los avances tecnológicos a nuestra vida cotidiana, ¿por qué consentimos todavía que el resultado de una final de fútbol dependa de la miopía de un árbitro, o el resultado de unas elecciones de una presumiblemente falsa información publicada en un diario de gran tirada, o de las muchas intencionadas faltas a la verdad que a lo largo de la campaña puedan haber ido esparciendo aquí y allá la candidata y los candidatos?
A partir de ahora ya no será necesario jurar sobre libros sagrados ni que nuestros representantes acudan al notario; bastará con aplicar el sensor -no sé si dentro de la nariz o en sus paredes exteriores- para saber si alguno de los aspirantes a molt honorable no lo es tanto como parecía, si detrás del borrador policial fantasma está la larga mano de la Moncloa, si el día 26 el PSOE de Rubalcaba y Chacón seguirá creyendo fervientemente en la reforma constitucional y el federalismo asimétrico como remedio a todos nuestros males…
¿Dimitirá el ministro Cristóbal Montoro por mentiroso si se llega a probar la inexistencia de dinero convergente en Suiza? ¿Dejarán de comprar los lectores de El Mundo su periódico, por mentiroso, si resulta que todo fue una sucia maniobra para enturbiar la democracia? ¿O bien cerrarán filas a favor de Pedrojota como penúltimo reducto del patrioterismo gansteril? Necesitamos urgentemente el termógrafo granadino.
P.D. Leo, en otro orden de cosas y con gran saudade, que Portugal, para evitar gastos superfluos, no participará en la próxima edición del festival de Eurovisión. Ni Portugal nos queda. Si Europa no nos quiere, una manera de poner un pie dentro sería ocupar la vacante portuguesa y que Serrat se cantase, finalmente, el La,la,la en catalán. O el jubilado Llach, tan presente en esta campaña, su hímnico Que tinguem sort. La vamos a necesitar.