JULIA CAMACHO
SEVILLA
El 500° aniversario de la muerte de Cristóbal Colón celebrado ayer ha coincidido con dos investigaciones que tratan de determinar con certeza el lugar de nacimiento y dónde se hallan los restos del navegante.
Para tratar de desenredar parte de la maraña, en la que el único dato claro es que Colón falleció el 20 de mayo de 1506 en Valladolid, el departamento de Medicina Legal de la Universidad de Granada trabaja desde hace años en los estudios de identificación de Cristóbal Colón, coordinados por José Antonio Lorente, y cuyos resultados serán presentados en breve.
DESCENDIENTES CATALANES
Los informes sobre el origen de Colón están muy avanzados. Lorente y su equipo han concluido el estudio de ADN del cromosoma Y –el único heredado por vía paterna, que permite seguir el rastro entre sus descendientes–, en el que han participado 350 personas con el apellido Colom de Catalunya, Baleares, la Comunidad Valenciana y el sur de Francia, zonas donde las teorías más firmes apuntan que pudo haber nacido el navegante. Sus muestras se han cotejado con el ADN de Hernando Colón, hijo del marinero, dado que son los restos que mejor se conservan. De Colón apenas quedaban unos restos óseos y en mal estado.
Para completar el estudio y comprobar las tesis que sitúan la cuna del almirante en el norte de Italia, se estudian también muestras de personas con el apellido Colombo que residen en Génova y Milán. Lorente afirma que hay resultados casi completos, aunque al no haber finalizado el análisis de las muestras italianas no se han podido obtener aún las conclusiones adecuadas.
La otra línea de estudio es el análisis de los restos mortales. Los informes preliminares, dados a conocer hace dos años, no descartan que los restos extraídos de la urna funeraria de la catedral de Sevilla pertenezcan al navegante.
Para llegar a esta conclusión, se emplearon técnicas de identificación como las utilizadas con las víctimas del 11-S y se cotejaron con los huesos de su hijo natural, Hernando (fruto de las relaciones con la cordobesa Beatriz Enríquez de Arana y enterrado también en el templo hispalense) y con los de su hermano Diego, cuyos restos estaban en el monasterio de Santa María de las Cuevas. Con este último, los científicos descubrieron que las muestras eran compatibles en el ADN mitocondrial, indicativo de una relación genética por vía materna.
Según Miguel Botella, director del laboratorio de antropología física de la Universidad de Granada, los restos atribuidos a Colón corresponden a un único cuerpo, un varón de entre 50 y 70 años, ni muy robusto ni muy grande, y fueron descarnados, probablemente para evitar la putrefacción durante el primer traslado del cuerpo de Valladolid a Sevilla. Sí se ha podido certificar la relación entre Hernando y Diego, al tener ambos espina bífida.
El problema radica ahora en comprobar si los restos de Santo Domingo, el otro lugar que se disputa el honor sobre la última morada del marinero (fueron llevados allí en 1544 cumpliendo su deseo de reposar en tierras americanas), pertenecen realmente a este. Las autoridades del país han denegado el permiso para extraer y analizar las muestras, lo que impide averiguar si los restos de Colón permanecen diseminados entre ambos países o solo en uno.