OPINIÓN
AL PASO
La tercera España
IGNACIO FRANCIA/Periodista
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AQUÍ y ahora, cualquier español con sentido y sensibilidad sufre la crispación que se vive en determinados estratos de la sociedad española, alimentada por políticos que disfrutan generando tensión por entender que así avalan sus criterios e intereses, sin tener la más leve de las consideraciones sobre las consecuencias que puede acarrear -de hecho, las origina- para la convivencia en el seno de la sociedad. Ni se contemplan las normas éticas elementales que debe respetar cualquier ciudadano, de modo que mucho menos se atienden las normas morales que deben resultar ineludibles para cualquier político, a los que además se les paga para que hagan política y gestión, no para que creen ellos mismos problemas que luego nos echan encima a los ciudadanos. «Estamos como cuando la República», se escucha de vez en cuando a alguna persona mayor. Hombre, no, ni muchos menos: esta es otra historia. En aquella historia de ya hace 75 años los marcos y los desarrollos fueron totalmente diferentes. Pretendo apuntar un par de casos.
Mañana se va a presentar en Salamanca el libro Salvador Vila, el rector fusilado en Víznar. La profesora Mercedes del Amo ha perfilado, siempre con vigorosa documentación y dentro de su contexto histórico, la figura ciertamente atractiva -tanto como ignorada por la historia grandilocuente que tragamos- de un salmantino que, siendo rector de la Universidad de Granada, fue arrancado de su ciudad natal donde se encontraba en octubre de 1936 para ser fusilado a los 32 años en el mismo barranco en el que poco antes había caído F. García Lorca. A Salvador Vila lo asesinaron porque siempre resultó molesto por su capacidad crítica y posición progresista, con un vigor intelectual alimentado desde su etapa de estudiante al arrimo de su amigo Miguel de Unamuno, a quien precisamente acaba de dejar en el momento en el que fue esposado para subirlo al tren de la muerte. Quizá lo que menos importe es que carecía de adscripción partidaria, mientras que lo que sí alcanza relieve es que fue un hombre que, con seria trayectoria profesional como arabista, no eludió el compromiso personal como miembro de la sociedad en la que vivía.
El Vila comprometido desde su etapa de estudiante de dos carreras simultáneas en la Universidad salmantina se aparece, a modo de travesía histórica, en uno de los perfiles que se trazan en la exposición Sueños de concordia. Filiberto Villalobos y su tiempo histórico, que ocupa las salas del Patio de Escuelas de la Universidad de Salamanca. Como Vila, el Villalobos que vertebra esa exposición también estuvo al borde de caer bajo las balas de los militares que se alzaron contra la República, simplemente por ser un hombre y un político bondadoso, vertido en favor de la concordia social, pero luchador contra la injusticia y a favor de la libertad asentada en la educación de las personas. Insoportable para muchos. Salvador Vila y F. Villalobos, al igual que otros españoles de ayer y de hoy, encajan plenamente en la tercera España que perfila el historiador Paul Preston en el catálogo de la exposición. Víctimas del extremismo, de la crispación.