ANIVERSARIO
Europa reconoce las lagunas de las becas Erasmus
MARÍA JESÚS MOLINA
el comisario de Educación y cultura, Jan Figel. / PIERRE WACHHOLDER
el comisario de Educación y cultura, Jan Figel. / PIERRE WACHHOLDER
Ni las previsiones más optimistas imaginaron en junio de 1987 que aquella experiencia piloto, denominada Erasmus, en la que participaron 3.244 universitarios, se convertiría años más tarde en el programa de educación superior con mayor popularidad de todos los puestos en marcha hasta ahora por la Unión Europea (UE).
La idea era muy sencilla: un universitario podía conseguir una beca para cursar parte de sus estudios en algún centro extranjero durante un año como máximo. Desde el principio, y a pesar de que la ayuda económica era bastante escasa, los alumnos sintieron una gran atracción por un programa que les brindaba la oportunidad de conocer en primera persona un país europeo, aprender otro idioma y formar parte de otra cultura.
Rápidamente, las cifras se dispararon hasta alcanzar los 144.032 alumnos que en 2004-05 se convertieron en erasmus y los cerca de tres millones que la Comisión Europea (CE) espera alcanzar para 2012. Así lo advirtió el pasado jueves en Bruselas el presidente de la comisión, José Manuel Durao Barroso, durante el pistoletazo de salida a un año (2007) de celebraciones en Europa en el que se conmemorará el vigésimo aniversario de una iniciativa que «representa perfectamente el espíritu europeo porque favorece la movilidad y ofrece beneficios concretos a sus participantes».
«Pasar una temporada en el extranjero amplía las miras y oportunidades de los alumnos de encontrar un trabajo, perfecciona sus conocimientos lingüísticos y culturales, y estimula sus horizontes intelectuales», destacó el presidente portugués, para quien el programa Erasmus es «un excelente ejemplo» de lo que se puede conseguir mediante «una acción comunitaria coordinada en el ámbito de la educación».
Sin embargo, 2007 no será sólo un año de celebraciones; también, un buen momento para hacer balance y fijar propósitos más ambiciosos de cara al futuro que intenten superar las sombras actuales del programa.
Aunque el 67% de los erasmus afirma estar satisfecho con la iniciativa Erasmus en general, el 33% restante destaca como principal laguna la insuficiente ayuda económica que perciben, estancada desde 1993 en los 150 euros mensuales por estudiante.
Para paliar esta carencia, el comisario europeo de Educación y Cultura, Jan Figel, pidió más apoyo a los Estados miembros para «aumentar esa dotación económica a 200 euros mensuales y ampliar el porcentaje de estudiantes procedentes de familiar desfavorecidas que aún no se han podido beneficiar de las Erasmus».
Del mismo modo, Figel adelantó que el presupuesto asignado para los erasmus alcanzará dentro de un lustro «los 2,8 billones de euros»; una cifra que se aleja bastante de los 85 millones de euros iniciales de hace 20 años.
Entre los 31 países participantes -los 25 de la Unión Europea, Rumania, Bulgaria, Noruega, Liechtenstein, Islandia y Turquía-, el destino más popular entre los erasmus es España, que hace dos años contó con 20.819 participantes, junto a Alemania (22.427) y Francia (21.561). Frente a ellos, se encuentra el Reino Unido, que «cada vez pierde más adeptos».
La movilidad entre centros internacionales ha adquirido tanta importancia que en países como Luxemburgo, se exige como requisito sine que non para poder obtener un título universitario, haber cursado parte de las asignaturas académicas en el extranjero. Esta iniciativa promueve no sólo el conocimiento de un segundo idioma, sino también mejorar los conocimientos de «una tercera y cuarta lengua», reconoce Figel.
A pesar de que los intercambios entre estudiantes es la vertiente más conocida del programa Erasmus, la propuesta también contempla la opción de becar a profesores que aspiren a desarrollar su labor docente en otros países.
Durante el curso 2004-05, el último del que la CE tiene datos, más de 20.000 docentes -el 1,9 del total europeo- formaron parte de esta iniciativa. Por orden de preferencia, los centros más demandados por los profesores fueron la Universidad de Karlova de Praga (República Checa), la de Bolonia (Italia) y la de Salónica (Grecia), que acogieron a 160, 143 y 130, respectivamente.
Después de ellas, se haya la Universidad de Granada, donde 128 profesores erasmus impartieron clase en las aulas de sus facultades. En séptimo lugar se sitúa la Politécnica de Valencia (108); en decimoquinto, la Complutense de Madrid (86), y en el desimosexto, la Autónoma de Barcelona (81).
GRANADA, DESTINO POR EXECELENCIA
Si hay una ciudad en el punto de mira de los estudiantes de toda la Unión Europea, ésa es Granada. Destino por excelencia y sueño de la mayoría de los erasmus, la ciudad de la Alhambra lidera la clasificación de las 20 universidades europeas más solicitadas y con mayor número de alumnos acogidos. Un total de 1.620 beneficiarios de este programa se dejó ver el pasado año por sus aulas universitarias. A sus encantos históricos y arquitectónicos, hay que añadir el espíritu universitario que inunda Granada durante todo el año, atractivo fundamental entre los estudiantes. Según las cifras facilitadas por la Comisión Europea, después de Granada, se encuentra en el ranking top 20 la Complutense de Madrid, que recibió durante el curso académico 2004-05 a 1.484 alumnos. Tras ella, está la de Valencia (1.413) y la Politécnica de la misma ciudad (1.257); la Universidad de Barcelona (1.142), en la sexta posición; la de Sevilla (1.180), en la séptima; la Autónoma de la Ciudad Condal (1.142), en octava, y la de Salamanca (1.108), en la novena.
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