HUMOR
Manual de zoología universitaria
Sixto Sánchez, catedrático de Derecho Internacional Privado de la Universidad de Granada, realiza una «crítica volteriana» de la fauna de los campus en el libro De Bestiis Universitatis
JUANJO BECERRA
En la contraportada, la foto del autor con los ojos sarcásticamente escondidos tras una banda negra al más puro estilo del reality show. En la portada, un chimpancé con un birrete doctoral de color rojo. Sobre la imagen, De Bestiis Universitatis (Esos tipos universitarios), el título de este glosario de criaturas no fantásticas que pueblan las universidades. A medio camino entre la gamberrada, la sátira y la entomología, Sixto Sánchez, catedrático de Derecho Internacional Privado de Granada, retrata la fauna de los campus.
Está el Divino, un preboste de la cátedra que «desplega sus coloridos plumajes para ser admirado». Según Sánchez, éste «se nutre de posiciones paradigmáticas», es «integrista en sus planteamientos» y considera «gilipollas» a quien no los comparte. También está el Cargo o Giulio Andreotti, conocido por sus propiedades camaleónicas para medrar desde la presidencia de una delegación de estudiantes hasta la de un departamento y, quién sabe, el Rectorado.
Altamente peligroso y tocapelotas («ovitáctil»), tras alcanzar las altas jerarquías se resiste a abandonar el poder. O el Tartufo, un «cleptómano empedernido que se rinde ante el brillo de cualquier objeto llamativo» y que «tiene su hogar repleto de folios, bolígrafos y rotuladores» que no necesita.
REÍRSE DE UNO MISMO. Al contrario de lo que pueda denotar tan acerada sátira, el objetivo «no era hacer una crítica desesperanzada». Se trata de que las gentes de la Universidad «nos riamos de nosotros mismos». De hecho, él también se coloca ante los espejos del Callejón del Gato. «Seguro que reúno cualidades de varios de esos tipos», confiesa.
También descarta el rencor o el resentimiento por las injusticias que puedan haber castigado su progresión. «Soy catedrático desde los 32 años, nadie me ha regalado ni quitado nada, no tengo ninguna animadversión hacia nadie», ataja. Sánchez jura y perjura que «los tipos no llevan nombres», sino que combinan las características que ha encontrado a lo largo de 20 años de congresos y pasillos.
Preguntado por los sentimientos que le inspiran sus criaturas, el catedrático responde sin dudar. ¿Cuál es el más peligroso? «El Inimputable o monstruo de Frankenstein, porque es un irresponsable». ¿El más profesional? «El Divino, a pesar de su petulancia, y el desapercibido héroe, o Alonso Quijano». ¿El más simpático? «El Eterno Viajante o Marco Polo, porque no hace daño a nadie». Cualquier mente avispada puede adivinar de quién se trata: un «brillante buhonero» despreocupado por la carga docente que «siempre encuentra víctimas propiciatorias que apechuguen con sus clases».
Presenta a Marco Polo de la mano del enfermo imaginario o Eccehomo, un docente que trabaja una hora a la semana «y el resto se la pasa convaleciente». ¿Y el que más cariño le inspira? «El bedel desubicuo o rey del escaqueo».
Tampoco faltan estudiantes, como el alumno profesional, que eterniza su carrera utilizando diversas tretas como matricularse en el menor número de asignaturas posible. También están el orgasmus, el amanuense y el tábula rasa. ¿Alguien se da por aludido?