ACCESO A LA UNIVERSIDAD
Arranca la selectividad con 100.000 alumnos menos que en 1995
Las carreras sanitarias son las más demandadas por los estudiantes, sobre todo entre las chicas. Además, aumenta la preferencia por los títulos de letras
ISABEL GARCÍA
Publicidad
Haz Click
Hace 10 años, eran cerca de 325.000 los alumnos españoles que, estos días, le hacían frente a la selectividad. En 2000, la cifra se redujo en 60.000. La prueba que hoy comienza en Madrid y País Vasco –mañana lo hará en Aragón y la semana que viene en el resto de comunidades, excepto Cataluña, donde transcurrirá del 20 al 22 de junio– contará con poco más de 210.000 sufridores, confirmando la tendencia a la baja iniciada en 1995.
De ese cupo, 150.000 bachilleres se examinarán en junio y 40.000 en septiembre. El resto de plazas se reserva a los mayores de 25 años. Son datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
También señala que los del año pasado fueron los resultados más optimistas de los últimos 20 años: el 80% de los presentados aprobó el examen. Este curso, además, el número de matriculados ha descendido un 1,7% respecto al curso anterior –un 3,2% en el caso de las licenciaturas–. Sólo han ganado adeptos en Valencia, Baleares y Canarias. Los mayores descensos: Cantabria, Galicia y Madrid.
Éste también era el año en el que la selectividad hubiera firmado su acta de defunción de seguir gobernando el PP. La anterior ministra de Educación, Pilar del Castillo, fijó para 2006 la implantación de la polémica reválida, que el PSOE suspendió nada más llegar al poder. El modelo popular proponía, entre otras cosas, que cada universidad pudiera examinar a sus propios alumnos.
Volviendo a la caída de alumnos, la bajada de la natalidad y la creación constante de universidades son las causas esgrimidas para justificar tanta aula vacía. También la falta de una cultura del esfuerzo que anime a los chavales a potenciar su formación. Lo dice Manuel Antonio García Sedeño, experto en orientación profesional en la Universidad de Cádiz: «Prefieren estudiar algo que les abra las puertas del mercado laboral a corto plazo; por eso tienen éxito los ciclos formativos de FP».
Es lo que llama «cultura del pelotazo». O lo que es lo mismo: cómo lograr una recompensa –a poder ser económica– lo antes posible. Cita un ejemplo: «No se presentan más de 40.000 personas a ninguna oposición, pero al último Gran Hermano lo hicieron 800.000. ¿Qué es lo que se busca?». Responde: «Éxito rápido». Sin embargo, el 74% de los alumnos asegura que la vocación es lo primero que les lleva a estudiar, un 25% más que el año pasado.
Como segunda causa, los preuniversitarios apuntan las salidas laborales. Ya en tercer lugar –y a mucha distancia: el 2%– aparece el prestigio del título. Por sexos, el 24% de los chicos se fija más en el trabajo; el 16% en el caso de las féminas. Lo dice el informe relativo a La opinión de los estudiantes preuniversitarios sobre la Universidad española, de la fundación IUVE. También señala que el 40% de los bachilleres no sabe qué carrera estudiar tres meses antes de la temida prueba. La consecuencia de tanta duda es un fracaso estrepitoso una vez en la facultad, sobre todo en 10 (90% de los abandonos).
Lo razona García Sedeño: «Muchas veces, los alumnos comienzan una carrera sin saber lo que encontrarán, lo que provoca que suspendan casi todo». Ma Ángeles Martín Bravo, directora de la Escuela Politécnica de la Universidad de Valladolid, aporta su visión: «No sé si se les obliga a decidir sobre su futuro demasiado pronto o no se les da la información suficiente; es un problema que requiere atención tanto desde la enseñanza secundaria como universitaria». Cree que esta falta de asesoramiento provoca que los chavales cambien de carrera o la abanonen con mucha frecuencia.
Entre los preuniversitarios que sí saben qué carrera cursar, destacan los que prefieren los títulos biosanitarios (28,6%), ingenierías (18,9%), los relacionados con la enseñanza (12,2%) o con la economía (11,3%). En cuanto al listado de titulaciones, Medicina, Enfermería, Derecho, Empresariales, Administración y Dirección de Empresas y Psicología son las que logran atraer a más estudiantes. En el caso de las ingenierías, ganan puntos la Industrial e Informática.
No sólo aumentan su número de afiliados los títulos de Ciencias de la Salud, que han crecido 14 puntos porcentuales desde el año pasado (del 23,5% al 38,9%) y las ingenierías. También lo hacen las letras, a pesar de la manida crisis y de la polémica suscitada por su posible desaparición. Las humanidades logran atraer tanto a chicas como a chicos. Así, si en 2004 sólo el 4,7% de los varones se inclinaba por ellas, en 2005, el 8,9%. En el caso de las féminas, el porcentaje aumenta todavía más: del 8,2% en 2004 al 12,3% en 2005.
Estas diferencias de género continúan determinando la elección de los estudios. Las féminas siguen soñando con ser maestras o enfermeras o psicólogas. Ellos, ingenieros. De Informática y Teleco, para más datos. Un ejemplo: si en 2004, el 82% del alumnado de Publicidad era mujer, en 2005 la cifra ascendió al 88,9%. Lo mismo ocurrió con Psicología (del 83,3% al 87,5%).
PRESIÓN SOCIAL. En el otro lado de la balanza, las carreras de hombres. Como Informática. En 2004, el 70% de sus alumnos tenía sexo masculino. En 2005, el 95%. Y, mientras, las aulas de Magisterio siguen contando con el 96% de mujeres; las de Enfermería con el 93%; el 70% en el caso de Periodismo…
En resumen, son las biosanitarias las carreras preferidas por las españolas, acaparando el 70% del alumnado. ¿Tradición? ¿Vocación? ¿Presión social? «Aún existen muchos marcadores sociales que determinan esa desigualdad; son restos de feminidad mal entendida», critica García Sedeño. La discriminación no se percibe sólo en las carreras, sino en el número de rectoras (cuatro de 72) o catedráticas (el 11%).
Para desterrar estas diferencias, apuesta por abordar la problemática desde los primeros niveles educativos. También por implantar un modelo igualitario de convivencia e implicar a los padres y a la sociedad en una educación no sexista. Martín Bravo está de acuerdo: «La sociedad no acaba de encajar a las chicas en algunos sectores, lo que origina que su presencia no sea igual en muchas carreras técnicas; las que tienen predisposición para este tipo de estudios buscan aquellos en los que creen que van a poder desarrollar su profesión en un ambiente en el que se sentirán cómodas».
Pilar Ballarín, directora del Instituo de Estudios de la Mujer de la Universidad de Granada, cree que las chicas se dirigen hacia aquellos campos en los que disponen de «modelos femeninos profesionales» y, al mismo tiempo, esos estudios dirigen a las mujeres hacia «espacios profesionales feminizados». Ballarín echa mano de la Historia para explicarlo: Primer apunte: durante la segunda mitad del siglo XIX la única profesión que requería formación superior a la que podía acceder la mujer era Magisterio. Segundo: hasta 1910, ellas necesitaban un permiso especial para estudiar.
La experta culpa de la situación al mantenimiento de orientaciones estereotipadas en Bachillerato. Además, las universitarias se plantean su futuro de forma diferente, según la fundación IUVE. Ellas prefieren trabajar para el Estado o una ONG; ellos, en el sector privado o montando su negocio. No le sorprende a Ballarín: «En la incorporación de las mujeres al mercado laboral se ha perpetuado la división sexual del mundo social, pero de forma sutil. Se observa que en todas las clases las posiciones dominantes son ocupadas por varones y las desvalorizadas por ellas». Continúa: «Cuando las mujeres han accedido a una profesión es porque los hombres se han desplazado hacia otras que podían reportarles más prestigio, y los que se quedan tienden a desertar».
Recuerda la histórica vinculación de la mujer con el cuidado de la familia, limitando su acceso al mundo laboral. «La discriminación se manifiesta no sólo en la división sexual de las distintas ramas, sino en la presencia mayoritaria masculina en los niveles directivos, hasta en las ramas feminizadas».
Las diferencias también asoman al citar las actividades que ambos sexos realizan durante la carrera. Las chicas piden más becas –sobre todo erasmus– y participan en acciones de voluntariado. Ellos se apuntan al deporte. «Las chicas tienen mejores resultados académicos, por lo que sus posibilidades de lograr becas son mayores. Sin embargo, esta ventaja no les resporta los mismos beneficios en el mercado laboral, en el que no consiguen mejores puestos que ellos».
MEDICINA, LA NOTA DE CORTE MÁS ALTA
Con un 8,69, Medicina en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria ha sido durante este curso la carrera con la nota de corte más alta de toda España. Traducción e Interpretación en Granada ocupó el mismo puesto el año anterior. Siguen a Medicina en Las Palmas la doble titulación de Ingeniería y Matemáticas en la Autónoma madrileña (con un 8,51), Medicina en La Laguna (8,46), Periodismo y Comunicación Audiovisual en la Carlos III de Madrid (8,36), Comunicación Audiovisual en la Pompeu Fabra catalana (8,30), Medicina en Oviedo (8,29) y Periodismo (8,28) en Valencia. La carrera de Medicina fue la más solicitada durante 2004 en ocho comunidades autónomas: Andalucía, Cataluña, Castilla-La Mancha, Madrid, Valencia, Asturias, Cantabria y Las Palmas. En otras regiones como Baleares o Extremadura lo fue Magisterio, en su especialidad de Educación Infantil. En Galicia la más difícil fue Comunicación Audiovisual.