Ginecólogo de talla mundial, vicepresidente del PSOE entre 1938 y 1945, rector de la Universidad de Granada, diputado… Alejandro Otero, fallecido hoy hace 60 años en su exilio en Méjico, tendrá desde esta tarde una plaza con su nombre en Redondela, municipio donde nació y en el que descansan sus restos. La inauguración significa el arranque de una serie de actos que, en su memoria, se desarrollarán durante todo el año.
Tal día como hoy hace exactamente 60 años fallecía en Méjico el ilustre médico redondelano Alejandro Otero. Pese a su exilio forzoso, el afamado ginecólogo nunca olvidó la tierra que le vio nacer y en la que reposan sus restos. Ahora será su municipio quien le dedique un recuerdo imborrable bautizando con su nombre la nueva plaza ubicada junto a la de Ribadavia, cuando se cumplen los 125 años de su nacimiento. El Ayuntamiento, a propuesta de la asociación cultural Alejandro Otero, consagra el año a su memoria, al igual que en 2012 hizo con la figura del ilustre intelectual Castro Sampedro.
Esta tarde comenzarán los actos con una ofrenda floral en el cementerio de Os Eidos, a donde fueron trasladados sus restos en 1955 entre estrictas medidas de vigilancia por parte de las fuerzas del orden. Posteriormente se descubrirá una placa en su casa natal y se inaugurará la plaza con su nombre, situado todo a escasos metros.
«Es un homenaje muy merecido. Él nunca olvidó su origen; hasta el punto de que cuando mi madre lo fue a visitar a Méjico le pidió que le llevase un saquito de tierra de Redondela», comenta su sobrino Pedro Regojo.
Hijo del médico Juan Otero, Alejandro Otero llegó a ser vicepresidente del PSOE (1938-1945) y miembro del gobierno republicano en el exilio, además de rector de la Universidad de Granada. Con 15 años comenzó la carrera de medicina, que concluyó con premio extraordinario. Amplió sus estudios de ginecología en Alemania, y ya en Granada, además de rector, presidió el Colegio de Médicos e impulsó la Caja de Previsión Social, además de ser elegido edil en 1931 -posteriormente diputado por Pontevedra con el PSOE-.
Fue en julio de 1936, ante la inminencia de la guerra, cuando se refugió en París antes de partir a Méjico. Durante la contienda ejerció de subsecretario de Armamento de la República, encargándose de realizar transacciones con el llamado «oro de Moscú». Su familia destaca que, pese a haber manejado mucho dinero, siempre prevaleció su honestidad, teniendo incluso que recurrir a ellos para poder costearse el viaje a Méjico.
Otero comenzó su andadura en el país azteca trabajando en el Hospital Español, que finalmente acabó dirigiendo. Allí alcanzó fama internacional, recurriendo a él mujeres con problemas de fertilidad de todo el mundo -entre ellas la mujer del Sha de Persia o la esposa del presidente mejicano Miguel Alemán, que finalmente tuvo 5 hijos-. En este lugar murió en 1953, sin descendencia y sin haber vuelto a pisar España en vida.
«Era un hombre inquieto, de gran sentido social y, ante todo, muy tolerante», sintetiza su sobrino.