Una hora de la muerte más precisa
Investigadores de la UGR desarrollan una técnica de data de muerte forense basada en los microorganismos de los cadáveres
A todos nos suena de las series televisivas aquello de “hora de la muerte” cuando en la mesa de operaciones no hay nada más que hacer. Sin embargo, cuando nadie es testigo de un fallecimiento, la data de esa hora se complica. Un grupo de investigadores de la Universidad de Granada ha descubierto una nueva técnica para datar la muerte, basada en la microbiología, que de demostrarse eficaz para todos los casos, supondría un avance muy importante en el campo de la medicina forense.
“Hasta ahora se viene datando la muerte del cadáver con un termómetro rectal o con una sonda de penetración que la toma en los órganos internos, especialmente en el hígado”, comenta a ‘El Faro’ la doctora Isabel Fernández Corcobado, autora de este estudio, dirigido por los profesores Miguel Botella López, del Laboratorio de Antropología de la UGR, y Eulogio Bedmar Gómez de la Estación Experimental Zaidín del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
La diferencia fundamental que aporta esta nueva técnica es que “no se toma la temperatura, sino que simplemente se recogen muestras de piel del cadáver con un hisopo”, una especie de bastoncillo parecido al que usamos para limpiarnos los oídos. Por lo tanto, el contacto y la agresividad con el cadáver son mínimos. “Se procede después al cultivo de esos microorganismos y en base a eso se puede determinar el tiempo transcurrido desde la muerte”, indica Fernández.
En principio este método sí sería más preciso que la toma de temperatura rectal o por sonda, ya que en ella los factores ambientales tienen un peso importante y la hacen relativa, pero todo ha de manejarse con la suficiente prudencia, porque se necesitan más muestras para que la efectividad de este método se demuestre válida en todos los casos: “Hasta ahora hemos trabajado con 29 cadáveres. Aparte de eso, hemos hallado una expresión matemática que directamente señala, según el número de microorganismos, cuánto tiempo puede haber pasado desde la muerte. Los microorganismos se recogen con el hisopo, que se pasa por la piel, y que da la muestra que queremos”..
Fernández no tenía una idea preclara de lo que quería averiguar con este estudio: “Me di cuenta de que nadie había estudiado este tema. Comencé a probar y ver qué resultado daba, pero claro, es necesario validarlo totalmente, estandarizarlo, y para ello será necesario continuar con la experimentación, recogiendo más muestras”.
El estudio también se ha centrado en el grado de descomposición de los cadáveres: “Sería interesante ampliar la muestra justo por ahí, y ver si con cuerpos muy descompuestos la técnica sigue siendo igual de efectiva. No nos suelen llegar muchos cadáveres de este tipo”, matiza la doctora.
Más que de investigación, a esta técnica le queda un camino largo por recorrer para que se adopte su aplicación práctica. Fernández afirma que “todo esto está sometido a los permisos de las instituciones y es necesaria mucha burocracia y papeleo. Podemos seguir experimentando en laboratorio, pero para convertirlo en una herramienta para los organismos judiciales, hay un cauce determinado que lleva bastante más tiempo”, concluye.
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