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Astrónomos en disputa por un gran hallazgo

Astrónomos en disputa por un gran hallazgo

Publicado el 13/9/2005

NUEVA YORK.- Dos astrónomos, un estadounidense y otro español, protagonizan una agria disputa por un hallazgo espectacular: la existencia de una enorme masa de hielo flotando en el sistema solar.

Las discrepancias científicas se resuelven, por lo general, en las revistas especializadas y las armas que usan los rivales se reducen a aportar más datos y mostrar evidencias comprobadas, aunque en este caso la polémica ha superado ese ámbito.

El astrónomo Michael Brown, del California Institute of Technology (Caltech), y su colega José Luis Ortiz, del Instituto Astrofísico de Andalucía (IAA), protagonizan una discordia en la que han entrado en juego métodos más propios del FBI que de la reservada a la comunidad científica.

El objeto de la discordia es de hielo, se denomina 2003EL61, está situado más allá de Neptuno y se le calcula un diámetro que podía alcanzar los 1,500 kilómetros.

Ese cuerpo, muy brillante y por tanto al alcance de telescopios de aficionados, forma parte del Cinturón de Kuiper, una región que alberga objetos helados y que incluye a Plutón, el más pequeño de los planetas del sistema solar.

El astrónomo español anunció el descubrimiento de la gran masa helada el 28 de julio, y con ello al astrónomo Brown se le pusieron los pelos de punta: su grupo de investigadores había perseguido el objeto durante meses, pero sin contárselo a nadie.

Brown asegura que el 28 de diciembre del pasado año él y su equipo lo habían descubierto y bautizado de forma provisional como Santa, pero decidieron retrasar la presentación pública del hallazgo hasta tener datos suficientes para determinar su tamaño con precisión.

Es fácil imaginar la contrariedad que debió causar a los norteamericanos el adelanto de los españoles, pero aceptaron que habían sido superados poco antes de llegar a la meta.

No hay duda de que el grupo español es correctamente acreditado con el descubrimiento, escribió Brown en su sitio en Internet, nada más tener noticias del anuncio español.

Incluso si han descubierto el objeto en este año y anunciaron su existencia, deben seguir siendo considerados como los legítimos descubridores, precisó.

Sin embargo, en semanas posteriores el asunto fue adquiriendo aires más propios de una película de intriga, con sospechas de acceso subrepticio a archivos electrónicos y el consiguiente rastreo de actividades en la red cibernética, lo que explica hoy en un amplio artículo The New York Times en su suplemento de ciencia.

Los norteamericanos alegan que hallaron evidencias de que ordenadores no familiares para el sistema de telescopios situado en Cerro Tololo (Chile), que utilizaba el equipo de Brown, accedieron en ocho ocasiones a datos contenidos en su sitio en Internet, entre el 20 y el 28 de julio.

El rastreo determinó que los misteriosos usuarios navegaban con destreza hasta llegar a las páginas donde se describían las observaciones del grupo de Brown, incluso apenas un día y medio antes de que Ortiz anunciara su hallazgo.

Una investigación más profunda estableció que los números de protocolo que Internet asigna a cada computadora coincidían con otros que aparecían en mensajes electrónicos que el investigador español y su alumno, Pablo Santos-Sanz, enviaron días atrás.

El astrónomo norteamericano solicitó de inmediato una explicación al científico español, pero este alegó en un mensaje electrónico que estaba de vacaciones y se ocuparía del asunto a su vuelta.

No obstante, recriminó al doctor Brown que todo el embrollo generado se debía únicamente a que su equipo no publicó el descubrimiento a tiempo, según explica el diario neoyorquino.

No está claro por el momento si los españoles accedieron a los datos para contrastar su hallazgo con lo investigado hasta ese momento por Brown, o si se aprovecharon de la información para hallar el deslumbrante cuerpo helado.

Hasta conocer los derroteros que toma la historia, lo que parece claro es que Internet es cada vez más un campo en el que casi nadie está a salvo de ser visitado en los momentos menos oportunos.

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