Expertos del grupo de investigación Neuroplasticidad y Aprendizaje de la Universidad de Granada (UGR), coordinados por la psicobióloga Milagros Gallo, han analizado los efectos que provoca la exposición temprana al alcohol y a otras drogas entre los más jóvenes y, entre las conclusiones más destacadas, está la de que durante la etapa pre-adolescente (de los 11 a los 14 años) es cuando se registra un mayor consumo de alcohol en proporción a lo que el cuerpo puede asimilar. Estos resultados, publicados en las revistas ‘Alcoholism: Clinical and Experimental Research’ y ‘Psicothema’, también revelan, no obstante, que pasada la preadolescencia esta tendencia va disminuyendo con los años –incluso en la siguiente etapa de adolescencia– hasta alcanzar la edad adulta, según informó en una nota Andalucía Innova. Para comprobarlo, los investigadores desarrollaron experimentos ‘in vivo’ a partir de modelos de consumo voluntario de alcohol en ratas durante su juventud, que equivale a ejemplares de entre 28 y 48 días de vida. En este estudio contaron además con la colaboración de la profesora de la UGR, Felisa González Reyes. «En ratas, el comportamiento es muy similar al que experimentan los seres humanos, concretamente los adolescentes, cuyo consumo de alcohol cumple unos patrones concretos, el de un consumo de grandes cantidades de alcohol de forma intermitente en pocos días», puntualizó la coordinadora del estudio, que también es miembro del Instituto de Neurociencias Federico Olóriz. INTERÉS POR LA PREADOLESCENCIA Este es el primer estudio que se realizada concretamente sobre la preadolescencia, ya que la mayor parte de los estudios publicados hasta ahora suelen comparar la etapa adolescente y adulta, pero «no se había dedicado atención a la preadolescencia y adolescencia temprana», afirmó Gallo. En los experimentos realizados, los expertos de la UGR colocaron a ratas muy jóvenes en jaulas individuales y en cada una pusieron cuatro botellas, una con agua y las otras tres llenas de alcohol de diferente graduación (comparable con los grados que tiene la cerveza, el vino y el whisky). Durante su etapa preadolescente, adolescente y adulta, las ratas dispusieron de estas botellas durante las 24 horas con el objetivo de realizar un exhaustivo estudio del patrón de ingestión alcohólica, de comida y de agua de cada grupo. Estos ensayos han permitido además a los investigadores comprobar la ritmicidad circadiana y el modo en que respondían las ratas ante el alcohol después de un periodo de privación. Con todo ello, Gallo y su equipo han realizado un seguimiento con periodos intermitentes de exposición y privación de alcohol. En concreto, han estudiado el proceso a lo largo de la vida de estos animales, desde pequeños hasta que alcanzaron su etapa adulta. Así, tras someterlas a un largo periodo de abstinencia, este equipo de investigación ha comparado la capacidad de aprendizaje y memoria de cada grupo con respecto a otro grupo que nunca había probado el alcohol. «Estos ensayos no son un modelo de alcoholismo, sino de consumo voluntario con exposiciones relativamente cortas y periodos en los que no se consume», incidió la responsable de la investigación. A pesar de ello, los resultados han demostrado «efectos perniciosos» a largo plazo del consumo de alcohol sobre la capacidad de memoria adulta, especialmente durante la etapa adolescente. De ahí que, según los investigadores, «el consumo de alcohol durante estas etapas produce deficiencias cognitivas a largo plazo de mayor magnitud que el consumo en adultos, poniendo de manifiesto que se trata de un periodo especialmente sensible en la formación del cerebro». LAS MUJERES, MÁS VULNERABLES Otro resultado llamativo de este proyecto pone de manifiesto que las hembras resultan ser «más vulnerables» tanto en lo que se refiere a las deficiencias de aprendizaje y memoria como en su mayor ingesta después de la privación. Este trabajo de investigación forma parte de un amplio estudio que se enmarca en el proyecto de Excelencia Educación, Aprendizaje, Cerebro y Desarrollo, al que la Consejería de Economía, Innovación y Ciencia ha concedido incentivos por valor de 200.000 euros.
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