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«Poesía es individualismo solidario»

LUIS GARCÍA MONTERO POETA
«Poesía es individualismo solidario»
El autor de \’Vista cansada\’, protagonista de los Martes Literarios, confiesa que tras su libro sobre Ángel González se ha impregnado de la emoción por la narrativa
GUILLERMO BALBONA
| SANTANDER
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«Poesía es individualismo solidario»
El poeta Luis García Montero posa en su casa de Madrid. / VÍCTOR LERENA
El poeta presentó la pasada semana su libro en Gijón. / EFE
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Asegura que «la emoción íntima que merece la literatura no se puede perder»; no cree que vivamos malos tiempos para la poesía, y le parece consecuente «encarnar en ella un ámbito de resistencia». El poeta y ensayista Luis García Montero lleva estos días como equipaje sentimental cotidiano la memoria, el recuerdo y la palabra de su amigo, el poeta Ángel González, cuya huella recorre las páginas de \’Mañana no será lo que Dios quiera\’. El autor de \’Habitaciones separadas\’ y \’Vista cansada\’ imparte desde hoy en La Magdalena un foro sobre lectura y escritura y mañana se encontrará con los lectores en la tribuna de los Martes Literarios.
-La amistad, la previsible muerte cercana, la conversación nocturna e interminable de dos voces…¿Qué condujo realmente a trasladar a Angel González al libro? ¿Hubo pactos de silencio y, al contrario, de necesaria recreación literaria?
-Ángel, entre amigos, solía recordar algunos episodios de su infancia y juventud. Nosotros le pedíamos que los escribiese. Era una lástima que se perdieran esos recuerdos, no ya por la importancia de la biografía de un gran poeta, sino porque eran el testimonio de una época difícil, llena de ilusiones y de tormentas. La mirada del Ángel se formó con la proclamación de la República, la Revolución del 34, la Guerra Civil y la posguerra más dura. Como no se sentía con fuerzas para escribir él la historia, le propuse grabar nuestras conversaciones y escribir yo. Grabamos muchas horas durante años. El único pacto fue el de dejar la narración en 1951, cuando viaja a Madrid para ser poeta e ingresar en la Escuela de periodismo. Quería pagar la deuda con la gente que le ayudó en la infancia y hacer un homenaje a la memoria de su hermano muerto, de su hermano exiliado, de su madre y su hermana depuradas después de 1936. Y no le apetecía mezclarlo con otras historias de tipo amoroso o de cotilleo literario.
-\’Mañana no será..\’ es una obra que destila dolor, aunque sea de forma muy sutil. Me pregunto si Ángel González transmitía ese sentimiento al hablar de sus primeros años y si a usted le resultó dolorora de escribir…
-No, siempre decía que un verdugo sólo consigue triunfar cuando le cambia el carácter a la víctima y lo condena al odio. Es verdad que muchas de las cosas que se cuentan son muy dolorosas, como cuando tuvo que darle a su madre la noticia de la ejecución de su hermano mayor. Pero también hay mucho humor, ámbitos de resistencia como la amistad y la literatura. Sus recuerdos no formaron una historia de buenos y malos, sino un tiempo lleno al mismo tiempo de oscuridad y de luz, de tragedia y de alegría. Yo me propuse seguir el consejo de Ángel, evitar el patetismo, equilibrar el dolor con momentos de dignidad y de emoción humana. Lo que es innegable es que la educación sentimental del poeta que escribió sin esperanza, con convencimiento, se forma en estos años. Tuvo que aprender a defender sus convicciones, sin esperar el triunfo de su mundo.
-Un poeta mira y se acerca a otro poeta. La suma, sin embargo, parece a veces la de una sola voz. ¿Ello es fruto de la empatía, la pasión común o del propio ejercicio literario?
-Pues un poco de todo. Yo he intentado reconstruir la voz de Ángel, la mirada de Ángel, al que conocí mucho. Junto a los episodios más narrativos, hay otros donde la prosa se detiene sobre ella misma, para capturar los estados de ánimo de Ángel, que es el protagonista. Pero también es verdad que yo elijo una tradición, y que me sumo a ella por admiración y amistad.
-Gil de Biedma, González, usted…¿Se podría trazar un itinerario de poesía sentimental, de efecto cercanía por encima de lo generacional?
-Claro que sí, las generaciones sirven para clasificar de una manera escolar y útil el paso literario del tiempo, pero la poesía es una tradición que fluye en un largo recorrido. Creo que no se pueden entender en profundidad los grandes debates actuales, si no somos conscientes de su unidad con las tensiones establecidas en el siglo XVIII, con el mundo forjado en la Ilustración y el romanticismo. Las diversas tendencias son respuestas diferentes a las mismas cuestiones planteadas por la modernidad. La sociedad industrial puso en peligro algunos valores que se consideraban poéticos, y eso hizo que muchas poéticas se declararan en guerra con el lenguaje de la sociedad. La mayor repercusión del capitalismo en la literatura contemporánea no son los libros de grandes ventas, sino la reacción de hermetismo o experimentalismo que provocó en los poetas ofendidos, que se dedican desde entonces a escribir para otros poetas. Machado,González, Gil de Biedma, prefirieron otro camino. Dignificar el lenguaje de la sociedad, indagar en los sentimientos de todos. Los ciudadanos tienen derecho a que su lengua no sea condenada a un prosaísmo superficial y sin poesía.
-¿De qué manera un poemario emblemático en su trayectoria, y en la historia reciente de la poesía española, como \’Completamente viernes\’ conjuga con su último libro?
-Escribí ese libro después de \’Habitaciones separadas\’, que había sido un libro de crisis. Me puse como rumbo la posibilidad de hacer una reivindicación de la felicidad, en sentido ilustrado, como autoridad del ser humano sobre su destino. El romanticismo ha dejado el prestigio de lo negativo, una cultura de la queja. Y a mí me interesó volver a la ilustración, a la fe en la razón, sin perder por supuesto la perspectiva crítica del romanticismo. \’Completamente viernes\’ es un libro de amor, que reivindica el derecho a la felicidad, aunque sea mucho menos prestigiosa que el dolor. En poesía, siempre me gusta matizar, ponerme del otro lado. Cuando se prestigia el dolor, me interesa ver los peligros del dolor y reivindicar la felicidad. Y cuando la felicidad se confunde con el bienestar pobre del consumismo, me pongo a bucear en la dimensión crítica del dolor. La misma relación que hubo entre \’Habitaciones separadas\’ y \’Completamente viernes\’, se dan entre mis dos últimos libros de poemas, \’La intimidad de la serpiente\’ y \’Vista cansada\’.
-¿Teme haberse convertido en un poeta oficial?
-Tengo lectores, es verdad, pero los lectores de poesía son lo menos oficial del mundo, es gente orgullosa de sus gustos. Un poeta oficial es el que se confunde con las formas de gobierno. Eso ocurre en Cuba, o en China, o en las democracias que generan clientelismo. En cuestiones oficiales, estoy en la oposición desde que tengo uso de razón. A veces me gustan más o menos los que ganan, pero nunca han ganado los míos.
-La recepción de su obra, \’Mañana…\’, ¿le tienta a adentrarse de lleno en la narrativa?
-La verdad es que sí. Eso también se lo debo a Ángel. Hasta ahora había sentido el veneno de la escritura sólo con la poesía. Cuando acabé mi memoria de cátedra, no me sentí con derecho a vacaciones. Si escribo un poema me deja medio contento, me siento con derecho a tener un mes de juerga. Ahora he sentido esa emoción con la narración, preparar en un capítulo el terreno para que un personaje aparezca en otro me ha provocado la misma emoción que encajar un buen verso. Pero confieso también que el sentirme tratado como novelista, me ha provocado ganas de escribir poesía. Llevaba dos años sin escribir versos, y en mes y medio he escrito cuatro poemas.
-¿Considera a la poesía uno de los últimos reductos de resistencia y exilio interior?
-Pues sí. La poesía puede ser poco frecuente, pero no extraña ni extravagante, porque representa a cualquier ser humano que se atreve a reivindicar su propia conciencia para hacerse dueño de sus opiniones. Es además un individualismo solidario, porque se plantea como un diálogo con el otro. En un tiempo que confunde el individualismo con el egoísmo y que cuenta con poderosísimos medios técnicos para controlar y homologar las conciencias, me parece muy bien encarnar en la poesía un ámbito de resistencia.
-La poesía como instrumento político, ¿le merece respeto? ¿Cree, por ejemplo, en una poesía de izquierdas?
-Siempre se ha escrito buena poesía política. Lo que tengo muy claro es que los contenidos no justifican un poema. Si el autor no ha conseguido escribir una obra de arte, el poema no funciona, aunque se haya escrito contra la pena de muerte. Lo que me parece más peligroso del desprestigio de la poesía política, es que se debe al desprestigio de la política en general, y eso es muy grave, porque no podemos confundir política con corrupción y partidismo. La política es un ejercicio muy noble del ser humano para ordenar su convivencia. Además, dejando a un lado los contenidos, lo que me parece más combativo contra el mundo actual es seguir manteniendo un género que reivindica la conciencia individual y el texto como espacio público de diálogo entre un autor y un lector. El capitalismo se ha especializado en destruir conciencias individuales y espacios públicos.
-¿Le dan miedo algunas palabras?
-Confieso que sí. Como se dice que el idioma es la patria de un escritor, yo me siento exiliado ante palabras como raza, dogma, fanatismo, cinismo y nacionalismo. Me duele también cuando se habla de paz y seguridad para declarar una guerra, o de autoridad para justificar una tortura, o de ilegal para hablar de los náufragos que se ahogan sin ayuda.
-¿Qué secuela, en lo cotidiano y en lo intelectual, le ha dejado el episodio del enfrentamiento en la universidad?
-El agradecimiento a todos los apoyos recibidos. Creo que fue prudente alejarme de un ambiente de perturbación y disparates consentidos, porque eso sí me hubiera dejado secuelas. Ya antes recordaba que los verdugos sólo vencen cuando consiguen transformar el carácter de su víctima. Decidí que si en la Universidad de Granada se consiente que alguien explique que García Lorca era fascista, era problema de la Universidad, no mío. Creo que tomé una buena decisión, porque estoy más tranquilo. Desde lejos los amigos se ven mucho más grandes, pero los enemigos se ven ridículos, muy pequeñitos. Ahora me pregunto cómo le he dedicado tanto tiempo a discutir con la cuadrilla de estalinistas que envilecen la literatura en nombre de su fanatismo.
-Con el paso del tiempo, ¿se gana en oficio y en recursos y se pierde en sentido emocional?
-Mire, los años exigen cuidados. Lo mismo que se debe dejar de fumar, beber menos y no acostarse muy tarde para dar una buena clase al día siguiente, se debe también cuidar al lector adolescente que uno lleva dentro, ese muchacho que se deslumbró con un libro en las manos y que decidió dedicar su vida a la literatura. No se puede escribir con receta, ni perder la capacidad de admiración, porque si no la propia obra surge muerta, fruto del sectarismo. El oficio es muy importante, es un modo de ética, de saber cómo podemos relacionarnos mejor con los demás. Pero la emoción íntima que merece la literatura no se puede perder.
-¿Qué le inquieta más de esta sociedad?
-La democracia y Europa. Estoy acostumbrado a defender la democracia contra los totalitarismos, el franquismo, el estalinismo, el fascismo, las secuelas racistas, el horror nazi. Pero lo que más miedo me da ahora es que el verdadero peligro actual de la democracia viene del mundo democrático, volcado a una vertiginosa destrucción del Estado, de los espacios públicos, por culpa de la fe en el economicismo y las leyes del mercado. ¿Qué Europa estamos formando? ¿De verdad dependen las leyes y las decisiones de los ciudadanos? Es impúdica la forma en la que las multinacionales y la especulación deciden sobre nuestra vida. Y no veo coraje político para reivindicar la democracia contra este ataque neoliberal. Hasta un presidente socialista habla de rebajar los impuestos de patrimonio y la presión sobre el IRPF de los ricos como una medida de avance social.
-Además de lo aparente, que a veces se olvida, ¿cuál es el fin de la poesía en pleno siglo XXI?
-Pensar las cosas tres veces y defender un lenguaje que ayude a matizar frente a los dogmas. La poesía, contra lo aparente, sabe que la sinceridad no puede confundirse con la espontaneidad. Quien dice lo primero que se le ocurre, repite como un loro lo que flota en el ambiente. Quien piensa las cosas dos veces, suele hablar para caer simpático, para vender algo. Sólo pensando las cosas tres veces, puede uno responder en nombre de la propia conciencia, con las palabras matizadas y justas. Eso representa la poesía para mí en los inicios del siglo XXI.
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