Universidad Internacional Menendez Pelayo
«No existe un perfil psicológico o una personalidad clara del terrorista»
El profesor Luis de la Corte destaca las «relaciones afectivas y de camaradería» en el seno de los grupos terroristas ya que «refuerzan los aspectos ideológicos»
CARLOS OLEAGA/SANTANDER
Miguel Moya y Luis de la Corte, ayer en el Palacio. / ANDRÉS FERNÁNDEZ
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Dos especialistas en psicología y violencia fueron las voces protagonistas de la Escuela de Psicología José Germain. Luis de la Corte, profesor de Psicología Social de la Universidad Autónoma de Madrid, abordó el asunto del terrorismo y la intervención de la psicología en su investigación y estudio, mientras que Miguel Moya, catedrático de Psicología Social de la Universidad de Granada, ofreció su visión sobre la violencia de género desde el punto de vista psicosocial. Luis de la Corte destacó el papel de los «lazos sociales y el establecimiento de relaciones afectivas positivas» que se producen en el seno de los grupos terroristas, ya que «refuerzan los aspectos ideológicos».
De la Corte revisó las explicaciones psicológicas sobre las causas del terrorismo para matizar ciertos aspectos que considera erróneos. En su opinión, «la psicología no explica totalmente las acciones terroristas ni el terrorismo en sí, pero es un factor a tener en cuenta». «Muchas veces se utiliza el nombre de la psicología para dar sentido a algunos asuntos que no se explican completamente desde esta disciplina», remarcó De la Corte.
Según indicó, los especialistas suelen prestar atención al perfil psicológico del terrorista para comprender su modo de comportamiento. Sin embargo, a juicio de De la Corte, «intentar comprender cómo piensa o actúa un terrorista o cuáles son las pautas que le llevan a acceder a una organización de este tipo, es más importante que conocer el perfil sociológico del propio terrorista». E experto añadió que «no existe un perfil claro ni una personalidad de terrorista que influya en que un individuo tenga más o menos posibilidades de militar en una banda armada» afirmó este especialista en psicología.
También rechazó la perspectiva de que todas las bandas terroristas posean factores comunes: «Muchas bandas adoptan papeles parecidos y cargos comunes, pero no tenemos un factor común que las defina a todas», explicó durante su ponencia.
De la Corte insistió en que donde la psicología influye y debe investigar más es «en los sentimientos de camaradería o de amistad que puedan surgir dentro de una organización terrorista. Es fundamental establecer un vínculo positivo, porque a través de él los individuos interactúan y, si existen recompensas, se motivarán más, asimilando de mayor manera una ideología».
Sexismo y violencia
Por su parte, el catedrático Miguel Moya, en su exposición sobre los factores psicosociales de la violencia de género, destacó que «uno de los desencadenantes de este tipo de violencia es la aparición de un conflicto de personalidades». También hizo referencia a que la violencia no se origina únicamente entre la víctima y el agresor, sino que se produce dentro de la esfera de las relaciones intergrupales: «Víctima y agresor no actúan como personas particulares; se trata de relaciones grupales e influyen las creencias sociales que explican lo que es un hombre y una mujer».
Con esta reflexión como punto de partida, Moya centró su discurso en dos diferentes versiones de la discriminación por razón de sexo. La primera, basada en la premisa de que la ideología sexista oculta las relaciones entre un hombre y una mujer. «Mientras la mujer se mantenga dentro de su rol, no aparecerá en la sociedad sexista, ningún tipo de problema, porque permanecerá oculto», argumentó Moya. En segundo lugar, la concepción sexista que muestra una cara benévola con la mujer, «siempre y cuando no se salga de sus roles».
Una visión positiva de las mujeres como «seres maravillosos, pero que se limita a cuando estén en roles determinados, como esposas o amas de casa». Esta visión es «más negativa», a su juicio, porque no es considerada como sexismo por mucha gente, y porque, además, puede llevar a que las propias mujeres «caigan presas» de una visión que es positiva hacia ellas».
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