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Inmaculada ya descansa en el Cantábrico

Inmaculada ya descansa en el Cantábrico.

Los restos de la enferma de Granada fueron incinerados en la intimidad.

Tal y como estaba previsto, los restos mortales de Inmaculada Echevarría, la enferma de Granada aquejada de una distrofia muscular a la que le fue retirado en un hospital el respirador artificial que le mantenía con vida, fueron incinerados ayer en el cementerio municipal San José de Granada y sus cenizas serán trasladadas ahora a San Sebastián para ser esparcidas en el Cantábrico, según informó su abogado, Ignacio Fernández.

Aunque un amigo de la fallecida indicó también ayer a los periodistas que las cenizas se arrojarían en la costa de Pontevedra, el letrado aseguró que el deseo de Echevarría era ser incinerada y, «por motivos personales», que sus cenizas viajaran a San Sebastián y se esparcieran en el Cantábrico.

El cadáver de Echevarría ha permanecido desde la noche del pasado miércoles en la sala 8 del tanatorio municipal, adonde fue trasladado poco después de morir en el Hospital San Juan de Dios de Granada. Una sala que permaneció cerrada por decisión de sus allegados para preservar su intimidad, lo que impidió a muchos amigos depositar flores junto al féretro.

¿Responsabilidades?

El catedrático de Derecho Penal en la Universidad de Granada, Lorenzo Morillas, sostiene que la actuación de la Junta de Andalucía en el caso de Inmaculada Echevarría «no confronta con la realidad penal» y se ajusta perfectamente a totas las normas estatales y autonómicas.

Dijo compartir el dictamen del Consejo Consultivo, que consideró este caso como una eutanasia pasiva e indirecta, una modalidad de esta práctica que, según su interpretación, no está tipificada en el Código Penal y por tanto «no es una conducta punible». Otra cosa distinta, dijo, son los criterios «éticos, morales, administrativos o sanitarios» que confluyan en esta circunstancia.
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