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Doce millones de españoles sufren contaminación acústica

Doce millones de españoles sufren contaminación acústica

España ostenta el dudoso honor de ocupar el segundo lugar del mundo por exceso de ruido, tal y como ha recordado el presidente de la Plataforma Estatal de Asociaciones contra el Ruido y Actividades Molestas (Peacram), Ignacio Sáez de Cosculluela. Se trata de un auténtico estigma medioambiental que sigue generando numerosos trastornos físicos y psicológicos. Se calcula que 12 millones de españoles sufren contaminación acústica, subraya Peacram. Y, según un estudio del Colegio Oficial de Ingenieros de Técnicos de Telecomunicación (Coitt), una de cada cuatro personas padece ansiedad, estrés, falta de concentración y agresividad o irritabilidad por el continuo estrépito de las calles de las ciudades, verdaderas «fábricas» de ruido.

Controlar la emisión de estas fuentes sonoras que superan el límite de la tolerancia -establecido en 65 decibelios- se ha demostrado hasta ahora harto imposible con la legislación vigente.

El estruendo diario en las grandes ciudades provoca insomnio, fatiga, problemas cardiovasculares o digestivos, síntomas psiquiátricos y debilita el sistema inmunológico. Los efectos secundarios del ruido ambiental sobre la salud, el sueño y la calidad de vida son cada vez más notorios, según un estudio médico sobre la «salud acústica» presentado por la empresa Pikolín.

Desde dentro y fuera

Elaborado por el doctor Gualberto Buela, responsable de la Unidad del Sueño de la Facultad de Psicología de la Universidad de Granada, el trabajo evidencia que el ruido tiene perjudiciales consecuencias, inmediatas o de alcance más lejano, sobre multitud de aspectos relacionados con la salud. Pero la campaña de la popular firma de colchones demuestra que las quejas de los ciudadanos no se limitan sólo al «aquelarre» acústico en el exterior de sus viviendas: casi un 30% de los españoles se quejan de los ruidos que generan sus propios vecinos.

Se estima que la actividad normal del ser humano produce un nivel de ruido de unos 55 decibelios; cuando se superan los 65, el ruido empieza a ser más que molesto, y a partir de los 85, perjudicial para la salud. Según Buela, la contaminación acústica tiene varios efectos: auditivos (fatiga auditiva, sordera temporal o permanente), subjetivos (irritación, fatiga y falta de concentración), biológicos (trastornos del sueño y del sistema inmune) y comportamentales (medicación y síntomas psiquiátricos).
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