literatura
Del realismo mágico a la ciudad
Obra. Memoria de mis putas tristes, de García Márquez, fue un fenómeno editorial el año pasado.
EL REPORTAJE DE ELISABETH FERNÁNDEZ
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Una historia de dictaduras, convulsiones y postdictaduras hacen de Hispanoamérica una fuente inagotable para su literatura. Novelas, cuentos y relatos llenos de humanidad –y deshumanidad al mismo tiempo– son una muestra de la realidad, a veces cruel, de unos países en proceso de modernización. En los años 60, con la generación del boom, la literatura hispanoamericana se abrió camino en España con nombres como García Márquez, Cortázar, Carpentier y Vargas Llosa.
Tras un receso en el tiempo durante los 80 y 90, los escritores hispanoamericanos vuelven a surgir en España. En ese periodo no cesaron las publicaciones de los autores del boom, aunque lo que realmente quedó fue una interesante y notable presencia de literatura femenina rescatando a escritoras anteriores como Isabel Allende, Luisa Valenzuela, Ángeles Mastreta… Injustamente, esta literatura ha estado rodeada de prejuicios, catalogada como fácil o sentimental. Esto no ocurre sólo con las escritoras hispanoamericanas, sino también con las españolas, pues el discurso solemne se le ha atribuido siempre solamente a los escritores masculinos.
España también tuvo su momento. El profesor Álvaro Salvador, catedrático de Literatura Hisponamericana de la Universidad de Granada, se refiere al paso de la dictadura a la democracia, en la que se crearon fenómenos de escritores como Antonio Muñoz Molina o Javier Marías. Ahora parece que esa novedad se ha agotado, y por eso se recurre al tesoro de la lengua y se incorporan al mercado los autores hispanoamericanos.
La economía de América Latina se normaliza y las editoriales españolas comienzan a extenderse hacia el otro lado de la orilla. Así lo explica el escritor Ángel Esteban al recordar que España está funcionando como vehículo para lanzar al mercado internacional a las nuevas generaciones: Una vez publicados en España, y dependiendo del éxito, los jóvenes autores hispanoamericanos se traducen a otros idiomas.
Además del tema de la ampliación del mercado editorial, los hispanoamericanos se publican en España porque caben. No quiere decir que la inclusión en el mercado español se deba a que sean mejores, matiza Esteban, sencillamente hay lugar para todos.
Entre estos jóvenes escritores hispanoamericanos comienzan a tomar fuerza nombres como Jorge Volpi, ganador del premio Seix Barral Biblioteca Breve, y el peruano Jorge Eduardo Benavides. Pertenecientes a esta generación, se suman a novelistas y poetas que, por ejemplo, en Andalucía se están haciendo familiares por sus nominaciones al Premio Lorca. Es el caso de René Ferrer, Jorge Enrique Araún, Efraín Jara, Mario Benedetti…
Si bien es cierto que los jóvenes autores han heredado influencias de los grandes de su país, también poseen muchas diferencias con ellos. La más notable, coinciden Salvador y Esteban, se debe a que los jóvenes escritores son cultísimos, están muy preparados en cuanto a Teoría Literaria, han estudiado en las mejores universidades y, en la mayoría de los casos, en el extranjero. A pesar de esta preparación, es difícil que lleguen a superar a los clásicos hispanoamericanos como García Márquez, Alejo Carpentier, Cortázar o Vargas Llosa, al igual que es difícil que superen a Borges, un hombre inteligentísimo, enfatiza Esteban. Los grandes son muy inteligentes y, a juicio de los expertos, intentar imitarlos puede llevar a los nuevos a errar.
Con las nuevas aportaciones, el tan nombrado realismo mágico ha quedado a un lado para dar paso a temas urbanos. Este concepto ha sido un recurso utilizado por los críticos para intentar entender la literatura de Hispanoamérica.
Entre una y otra generación hay una clara diferencia: los mayores contaban su realidad en el momento en el que vivían y, por ello, está algo más desvirtuada. Para escribir Historia, cuanto más alejado se esté en el tiempo, más fiable es el testimonio. Los jóvenes son escritores más urbanos que hablan de grandes descubrimientos técnicos, de la violencia en las ciudades, de la corrupción… dejando a un lado la vida cotidiana de las novelas anteriores.