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Cofradí­as.

COFRADÍAS.

Se acerca, a pasos agigantados, la Semana Santa, ese conjunto de dí­as interminables que mantiene ocupada y feliz a buena parte de los andaluces y granadinos. Hay muchas cosas que se van al traste en esta ciudad. Pero los semanasanteros y la Semana Santa permanecen. Siguen ahí­, año tras año, como buques-enseña de Granada. Como patrimonio tangible e intangible de Andalucí­a. Y es que la Semana Santa es una antigualla que, sin embargo, no deja de reciclarse, a su manera, con el correr del tiempo. O acaso permite florecer junto a ella, o aún dentro de ella, la modernidad, sin ningún complejo, sabiendo que no constituye peligro alguno para su esencia. Así­ leemos, con absoluta normalidad, noticias como éstas: dos mujeres alegan discriminación de género por no ser admitidas como costaleras (quede constancia de que el Word me subraya esta palabra: no sabe qué significa); unos cofrades, amparados por sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucí­a, se reúnen con el subdelegado del Gobierno y con el alcalde de la ciudad para reclamar su derecho a manifestarse en modo de procesión. Y este mismo periódico reparte, junto a los cupones para obtener un manual del programa Windows Vista, escudos de la Semana Santa granadina.El propósito fundacional de las procesiones de Semana Santa, allá por el siglo XVI, era enseñar el Libro Sagrado al pueblo iletrado, analfabeto. Ahora, los objetivos son más frí­volos, menos ambiciosos. Se limitan a procurar el entretenimiento y a atraer, con el seudo folclor local, a los turistas.Uno llega a creer a veces (todos practicamos, aún sin quererlo, alguna fe) que las instituciones laicas de la región, de la ciudad, podrí­an tener interés en propuestas diferentes a la Semana Santa, que hicieran que Andalucí­a y Granada destacaran por razones más notables. Como las asociadas al pensamiento y la cultura. Pero me temo que nuestras instituciones invierten su presupuesto en actividades muy semejantes a las procesiones de Semana Santa. Por ejemplo, leo que la Consejerí­a de Cultura, junto a la de Turismo, se dedica a organizar una campaña que le costará 600 000 euros para conseguir que La Alhambra se convierta, millonario suizo y voto popular mediante, en una de las nuevas Siete Maravillas del Mundo. Para colmo, acabo de enterarme de que la Universidad de Granada, de la que cabrí­a esperar algo más, anuncia para hoy una conferencia de Jorge Bucay. Tal vez no es sólo que la modernidad esté invadiendo el espí­ritu cofrade. Sino que las instituciones modernas funcionan, también, como si fueran cofradí­as.

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