ADN: un detective para resolver un enigma que dura ya 500 años
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Una persona puede mentir sobre su origen pero lo que está escrito en sus genes nunca miente. El ADN siempre dice la verdad. Por eso se considera prueba irrefutable para establecer la identidad o la paternidad de alguien. Y por eso, este detective inapelable se utiliza para desentrañar uno de los enigmas históricos más famosos: determinar cuál es el origen y dónde está enterrado el descubridor del Nuevo Mundo, Cristóbal Colón. Pero el reto no es fácil. Se trata de analizar restos humanos que tienen 500 años de antigüedad.
El primer paso, el más necesario, era saber dónde se encuentran los restos de Colón, puesto que sin ellos no se puede realizar análisis alguno. La controversia en este punto estriba en si fueron divididos en su traslado a Sevilla tras la pérdida de la colonia de Cuba en 1898 o si, por el contrario, se encuentran en su totalidad en Santo Domingo, adonde fueron llevados en 1544 cumpliendo el deseo del Almirante de reposar en tierras americanas. Al contar con las reticencias del gobierno de la República Dominicana para exhumar los restos enterrados allí, los científicos centraron sus esfuerzos en analizar los de la Catedral de Sevilla.
Pero, como la comparación es una de las madres de la ciencia, el equipo de científicos necesitó exhumar restos de otras personas cuyo parentesco con Colón estuviese acreditado. En este caso su hermano Diego, enterrado en el Monasterio de Santa María de las Cuevas de Sevilla, y su hijo Hernando, sepultado también en la Catedral de la capital hispalense. Los restos fueron sometidos en primer lugar a un análisis antropológico por el director del Laboratorio de Antropología Física de la Universidad de Granada (UGR), Miguel Botella. Este estudio, cuyo informe se dio a conocer en 2003, no resolvió el enigma. Los supuestos restos de Cristóbal Colón eran muy escasos y estaban muy deteriorados. Según Botella, corresponden a un único cuerpo, un varón de entre 50 y 70 años, ni muy robusto ni muy grande, y fueron descarnados, probablemente para evitar la putrefacción durante el primer traslado del cuerpo de Valladolid a Sevilla. Los restos de Diego y Hernando, mejor conservados, sí demostraron un parentesco: ambos padecían la misma enfermedad, la espina bífida y la quinta vértebra lumbar soldada. Botella sólo se mostró concluyente en la necesidad de los análisis genéticos para resolver la cuestión.
Aquí entró en juego el equipo dirigido por José Antonio Lorente, director del Laboratorio de Identificación Forense de la UGR. A pesar de la escasez y el mal estado de los restos –que requirió de la utilización de técnicas empleadas para identificar víctimas del 11-S–, los científicos encontraron una compatibilidad entre el ADN mitocondrial de Cristóbal y Diego, lo que sugiere una relación genética por vía materna, según explicó Lorente en la presentación de los resultados en 2004. El material genético presente en las mitocondrias de las células (su fuente de energía) es el más utilizado para establecer líneas genéticas directas ya que sólo se heredan de la madre y es más abundante (lo que facilita el análisis). Estos resultados indican que los pocos restos enterrados en Sevilla pertenecen al Almirante. Pero como todavía no se ha realizado el mismo estudio con los de República Dominicana, Lorente comentó muy gráficamente: El partido sigue.
Y se juega en otra cancha. Los científicos también están utilizando el ADN para clarificar el mayor enigma de todos: conocer el origen de Colón. En los últimos meses recogen muestras de saliva de personas que tienen un apellido similar al del Almirante en los lugares donde las teorías más aceptadas sitúan su origen: Cataluña y Mallorca, donde se rastrea el apellido Colom, y Génova, donde se hace lo propio con Colombo. Con este material genético se realiza un análisis del cromosoma Y, que sólo se hereda por vía paterna, para compararlo con el de Hernando, hijo del marino, y establecer así un linaje que conduzca al lugar de nacimiento de Cristóbal. Este apasionante estudio, donde se combina la genética y la historia, aportará luz a un enigma que dura ya 500 años.