Las mujeres todavía no reconocen ni asumen que son víctimas de conductas sexistas
Sorprendentemente, un estudio ha demostrado que la prevalencia de sexismo descubierta es más baja de lo esperable. Sólo un 3,4% de mujeres ha sentido en sus propias carnes –y lo ha reconocido- ese machismo. Asombrada de unas cifras tan bajas, Carme Borrell, experta de la Agencia de Salud Pública de Barcelona y autora del estudio, considera que el problema podría ser que se está tardando más en reconocer y asumir la existencia de conductas sexistas porque “España todavía cuenta con derechos subordinados a los de los hombres heredados del Franquismo”. El trato a la mujer en aspectos como el divorcio, el aborto o la incorporación al mundo laboral “puede explicar que se esté tardando más en reconocer y asumir la existencia de conductas sexistas”.
El ictus, el cáncer y los accidentes de tráfico son los tres principales enemigos de la salud de la mujer en España. Otras amenazas son el sedentarismo, la obesidad, los trastornos de alimentación, el alcohol y el tabaco. Ellas viven más que ellos, así que también corren su riesgo de desarrollar enfermedades como la osteoporosis o el Alzheimer. En la última década, en un intento continuado por estudiar y corregir las desigualdades de género, se han promovido actuaciones específicas encaminadas a conseguir la igualdad entre hombres y mujeres. Aunque no son suficientes.
Los investigadores del estudio titulado El sexismo percibido como un determinante de salud en España se basaron en los datos de la Encuesta de Salud Española de 2006, en el que preguntaron a casi 11.000 mujeres en edades comprendidas entre los 20 y los 64 años. El objetivo era analizar la relación entre discriminación a causa del sexo y la mala salud percibida por las mujeres afectadas y si a mayor proporción de sexismo aumentaban los indicadores de peor salud (lesiones físicas, salud mental, hipertensión, tabaquismo, salud percibida…).
La profesora Borrell demostró que el efecto del paro en la salud depende en gran medida de los roles familiares, y es diferente según el género y la clase social. Se sabe que mientras que el impacto negativo en las personas solteras es similar en hombres y mujeres y depende de si reciben o no prestaciones de desempleo, entre las casadas el paro tiene un efecto menor en las mujeres.
Las mujeres jóvenes de clase social más avanzada son las que denuncian que no se sienten en igualdad de condiciones frente a un hombre. Más de la mitad dijo que estas situaciones violentas las vivían en su puesto de trabajo. Borrel recuerda que la sociedad por sí misma estructura de manera distinta las oportunidades que les da a los hombres y a las mujeres simplemente por ser eso: hombres o mujeres. A diferencia de los países nórdicos, en España aún es preciso seguir insistiendo en la importancia de replantear políticas sociales y sanitarias para lograr, por ejemplo, una efectiva conciliación de la vida laboral y familiar entre mujeres en términos de igualdad con los hombres.
Los trabajos realizados hasta ahora demuestran que aún falta sensibilidad de género en las políticas sanitarias, en concreto en los planes de salud, con desigualdades significativas entre comunidades autónomas. “Incluso en aquellas con más sensibilidad la implantación práctica es escasa”. Un estudio firmado, entre otros especialistas por la profesora Borrell, analizó hace unos años trece planes de salud para comprobar el grado de sensibilidad de género. “El resultado fue que los planes apenas tenían en cuenta la existencia del género como categoría y tampoco abundaba el desarrollo de acciones para aminorar las desigualdades”, explica.
La mujer en el mundo académico
En 1920 la mitad de las mujeres españolas eran analfabetas. En el siglo XXI, más de la mitad de los universitarios son mujeres. En la Universidad de Granada, que acoge actualmente a 45.000 alumnos, siete de cada diez matriculados son féminas. María del Carmen Maroto, catedrática de Microbiología y Parasitología de la universidad, recuerda la reducida presencia de mujeres en las Reales Academias nacionales: Farmacia tiene cinco; en Jurisprudencia no hay ninguna. “Debemos tener los mismos derechos y obligaciones. No por cuestión de sexo, sino por valía profesional y currículum. Es una cuestión de neuronas, no de hormonas”.
La periodista y escritora Pilar Cernuda comparte con Maroto que las mujeres que llegan a lo más alto necesitan ganárselo a pulso. “Todas y cada una de ellas llegan por sus propios méritos. No les dan nada regalado”. Asimismo, aprovechó la ocasión para recordar a las agencias de publicidad que «ya está bien de enseñar a la mujer como un estereotipo que no se corresponde con la realidad». Las modelos que enseñan no son reales y «deben dejar de vender una utopía que genera demasiada frustración a las mujeres, porque no son así».
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