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GIJÓN
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Memoria libertaria
José Luis García Rúa cerró X Semana del Aula Popular con un recorrido histórico y personal por la historia de la CNT en la Guerra Civil
M. S./GIJÓN

RESPUESTA. García Rúa a su entrada a la abarrotada sala de conferencias del Antiguo Instituto. / SEVILLA

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Cuenta José Luis García Rúa que, aunque la Guerra Civil española estalló cuando él apenas tenía 13 años, no ha olvidado ni un instante de los acontecimientos de aquel tiempo, que los recuerda como si acabaran de producirse, como si estuvieran aún presentes. Y buena constancia dejó de ello ayer ante un auditorio nutrido y entremezclado de sexos, años y pensamientos. Un público fiel que arropa siempre y sin paliativos cada una de la semanas del Aula Popular José Luis García Rúa, que ayer puso punto final a su décima edición.

Y lo hizo marcado por las circunstancias. Una física, determinada por el traslado de la conferencia de clausura a la pequeña sala del primer piso del Centro de Cultura Antiguo Instituto, lo que dejó fuera, apretujados y de pie a no pocos asistentes, y otra ideológica, merced al propio título de esta décima semana, que nació bajo la denominación de La utopía aplazada. Y en ese marco desarrolló García Rúa, sin papeles ni guiones, su exposición vital. Fue un recorrido histórico y personal por la historia de la CNT, por cada surco de la huella que el partido anarquista dejó en lo que sistemáticamente llamó «la revolución española», un recordatorio del papel histórico del movimiento libertario en España.

Sin apasionamientos pero con convicciones, el viejo profesor de Filosofía recuperó con entusiasmo durante más de una hora su vena didáctica porque, dijo, «es una injusticia no volver la vista atrás, no recordar la historia, como se acordó en los tristes tiempos del Pacto de la Moncloa y del engendro de Constitución que tenemos, porque dejamos a la juventud sin datos sobre lo que apoyar su pensamiento y su vida».

Todas las edades

Y habló para todos. Para los jóvenes para los que la guerra es historia muerta, para los menos jóvenes que sufrieron la postguerra y para los más veteranos que, como José Luis García Rúa, la revolución forma parte de su memoria personal. Porque si algo dejó claro el catedrático de la Universidad de Granada es que los acontecimientos de la España de 1936 a 1939 constituyen una revolución, «porque el pueblo sale a la calle en armas y eso es una revolución».

Y por si su palabra no fuera suficiente, García Rúa apuntaló su pensamiento con el de Buenaventura Durruti, el líder cenetista, cuando quiso disipar cualquier debate del momento sobre si había que ganar antes la guerra que hacer la revolución con una máxima: «No se puede ganar la guerra sin el pueblo en armas y sin pueblo en armas no puede haber revolución».

En un despertar vivo de la Historia, con nombres, narraciones, y episodios circulando por el Centro de Cultura Antiguo Instituto merced a la memoria de García Rúa, el que fuera secretario general de la Confederación Nacional del Trabajo destacó la labor de su formación no sólo en la economía nacional del momento, sino en su aportación a otras revoluciones posteriores. Se refirió a las colectivizaciones, a la supervivencia que le proporcionó a la CNT en los convulsos momentos políticos de la guerra y a la influencia que tuvo en otras revoluciones históricas.

Calificó la aportación como un «hito especial que no aparece en ninguna otra revolución» y destacó que «Tito en Yugoslavia y Mao Tse Tung en China quisieron implantar el modelo de colectivización de España, pero no acertaron a hacerlo». Y con el convencimiento de que, superados los 80 años, su revolución aún está pendiente y de que su utopía también está aplazada, José Luis García Rúa confesó no recurrir al pasado por nostalgia, sino solamente como arma para confeccionar el futuro.

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