Asturias
Dos proyectos que superan los límites de la Universidad
La Universidad de Oviedo competirá con otros 14 centros por el sello de Campus de Excelencia Internacional el próximo día 25 en Madrid
EVA MONTES | GIJÓN
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1.Un laboratorio marino, SeAsturLab, que pretende ser el primero de España off-shore en esta temática
2. Creación de cinco agrupaciones diferentes de grupos investigadores multidisciplinares
3. Seis ejes estratégicos, para lograr 98 objetivos a través de 34 acciones y 276 líneas de actuación
4. Creación de la Escuela Internacional de Doctorado para tener empresas en los master
MANUEL RICO
«La elección de este proyecto tiene mucho que ver con el tejido productivo regional»
CARLOS LÓPEZ OTÍN
«Si hoy luchamos por un Campus de Excelencia, es porque lo hemos hecho»
1. Proyectos de investigación de los últimos años con relevancia internacional
2. El Instituto de Oncología, como modelo surgido de la Universidad hacia el exterior con éxito
3. Spin-off surgidas de la propia institución, como la empresa Entrechem Biotecnology, en El Cristo
4. Trabajos en inmunología, medicina regenerativa, oncología o dolencias degenerativas
Las posibilidades de triunfo en la cita del 25 de noviembre en Madrid para analizar los proyectos del Campus de Excelencia Internacional no dependen tanto del lugar que se ocupa en las decenas de ranking diferentes elaborados sobre las universidades españolas como del producto que se ofrece. También dicen los responsables del proyecto que son conscientes de la delicada situación económica del país, que puede reducir el número de los elegidos, así como del tradicional reparto territorial de las excelencias entre las comunidades autónomas más potentes. Pero lo que mantienen por encima de eso es que la competición no va a ser entre universidades, sino entre proyectos.
Y la conclusión la han extraído de la experiencia anterior, la competición de septiembre entre proyectos tecnológicos, que es la que ha propiciado la presencia de la Universidad de Oviedo en la gran final. Porque una pequeña Academia, ubicada en una pequeña comunidad, ha conseguido dejar en el camino a grandes competidores. Y lo ha hecho con el Cluster de Energía, Medioambiente y Cambio Climático, proyecto que vuelve a concurrir y completar la documentación acreditativa de la Universidad.
Es, de alguna manera, el envés del otro cluster, el de Biomedicina. Es la investigación aplicada, el sino del campus de Gijón, unas veces para crearla y otras, para transferirla. «La elección de esta línea de trabajo tiene mucho que ver con la situación del tejido productivo de Asturias, que dispone de una potente red de empresas especializadas en fabricación de grandes bienes de equipo y que, sin embargo, no siempre cuentan con la intensificación en tecnología que sería deseable», afirma José Carlos Rico Fernández, vicerrector de Infraestructuras, Campus y Sostenibilidad y uno de los coordinadores del cluster, quien señala que, a pesar de no innovar, están en sectores con gran potencial de crecimiento.
Es el caso de la energía eólica y la termosolar, con cuyo nicho de empresas han sabido conectar los promotores del cluster, se ha propiciado un ambicioso proyecto que recoge no sólo la incentivación investigadora, sino la creación de un laboratorio marino, denominado SeAsturLab, que supone una Instalación Científico Técnica Singular y que «pretende ser el primer laboratorio marino off-shore español dedicado a estas temáticas», afirma otro de los coordinadores.
Manuel Rico, ingeniero del área de Tecnología Electrónica señala que permitirá «la validación y prueba de nuevos dispositivos relacionados con las energías renovables marinas, la transmisión de energía a la tierra y que también servirá de plataforma para la realización de estudios medioambientales y oceanográficos». Es, sin duda, la apuesta más llamativa del proyecto, y cuenta con el respaldo incondicional del Ayuntamiento de Gijón, que, de hecho, fue el impulsor de la idea, surgida al amparo del Parque Científico Tecnológico de Cabueñes.
Pero el cluster ya galardonado no sólo remueve estructuras innovadoras en instalaciones, sino la propia concepción de la investigación aplicada. Cuenta el tercer portavoz del cluster, José Manuel Cano, que a veces el funcionamiento universitario actual resulta demasiado rígido. Y señala que en ocasiones tanto los equipos como los grupos de investigación «resultan insuficientes para abordar proyectos de gran calado». Por eso, entre los objetivos del cluster de energía figura «la formación de agrupaciones estratégicas de grupos de investigación, constituidas por distintos grupos, con el objetivo de buscar sinergias que permitan abordar proyectos más ambiciosos». Y por supuesto, integrarán también a las empresas agregadas en el cluster y a los organismos de investigación ligados al proyecto.
Seis ejes estratégicos
La propuesta que recoge \’Ad futurum\’ incluye cinco agrupaciones diferentes, dotadas de personal técnico y de gestión, para abordar cinco grandes proyectos.
«Sin carácter restrictivo, algunas de las grandes líneas que se deberán abordar podrían concretarse en seis áreas de trabajo: las energías limpias, tales como la eólica, la solar, la geotérmica o la termosolar; el transporte ecológico, basado en la tracción eléctrica; las edificaciones o ciudades energéticamente eficientes; el ahorro de energía en iluminación, el almacenamiento y captura de CO2, y la caracterización y recuperación de terrenos contaminados», explica Jose Carlos Rico, quien acompañará al rector a Madrid. «Queremos alcanzar la excelencia en todos sus ámbitos», concluye, agotado y satisfecho, despues de enviar a Madrid toda la documentación.
Si el diseño del Campus de Excelencia Internacional pudiera representarse con una imagen interna, posiblemente podría ser la de un edificio, acristalado y luminoso, sin nombre y sin destino, pero sostenido por unos cimientos que garantizan la estabilidad de la estructura que se vislumbra. Y dicen quienes los trabajan que han sido esos cimientos, básicamente científicos, los que le han proporcionado a la Universidad de Oviedo, a través del proyecto de energía eólica, el pasaporte a la fase final de este singular concurso de competencias entre universidades. «Lo que nos jugamos allí nos lo llevamos jugando los últimos 15 años», afirma Carlos López Otín, el bioquímico más prestigioso de la Universidad de Oviedo y un referente internacional en investigaciones sobre el cáncer y el envejecimiento.
Científico hasta en los más elementales rasgos de comportamiento, el coordinador del Cluster de Biomedicina mantiene que «para presentar un proyecto hace falta que haya unos cuantos grupos en áreas distintas: energía, biología, medicina, ingeniería, química…, que durante los ultimos años hayan estado creando un sustrato. Si no, no hay nada que hacer. Y si hoy nosotros estamos luchando por un Campus de Excelencia, es porque lo hemos hecho. En cambio, algunas universidades de renombre han quedado fuera porque se les olvidó en los últimos años construir estas cosas».
La investigación básica
El de Biomedicina es un proyecto académico, universitario, científico. Aporta al diseño del Campus de Excelencia el peso y el reconocimiento exterior. Es, posiblemente, el que mejor representa las mayores aptitudes y las más profundas carencias. En realidad, lo que es y lo que podría ser, porque igual que agrupa los más prestigiosos nombres, después éstos quedan perdidos en el vacío de una inexistente área tecnológica de transferencia de conocimiento. Es, de alguna forma, la constatación de una necesidad.
«El cluster está concebido en torno a los proyectos de investigación de todos aquellos grupos que en estos últimos años han realizado contribuciones de relevancia internacional. Y son los de los últimos años, porque es la manera de mostrar que lo que se está discutiendo es el futuro, y no podemos jugar con contribuciones que se hicieron hace mucho tiempo».
Además de las aportaciones en oncología, inmunología, medicina regenerativa, cardiovascular, enfermedades degenerativas o cualquier área de la biomedicina que haya producido resultados en los últimos años, el cluster se sostiene sobre otras dos patas: la que representa el modelo del Instituto Universitario de Oncología, y la de las empresas surgidas bajo el paraguas de las investigaciones biomédicas. Pero los resultados son bien distintos.
Y es que el crédito aportado por el Instituto Universitario de Oncología del Principado no sólo se ciñe a los resultados de los cinco últimos años, sino a su propia concepción. «Es un ejemplo de algo que fue organizado desde dentro de la Universidad, pero con proyección exterior; que ha conseguido financiación propia, independiente, sin nutrirse de las estructuras de la Universidad, y que ha tenido éxito, transformando los recursos en conocimiento. Y eso, sin tener siquiera edificio propio».
Quien relata el devenir del Instituto Oncológico es su director, Carlos Suárez, quien confiesa su esperanza en que esa carencia de infraestructuras tecnológicas y empresariales sea ahora subsanada. Y es que después de la frustración que supuso el abandono del proyecto de un centro de investigación vinculado al nuevo HUCA, Suárez sabe ya que ahora será una realidad.
«El futuro existe»
«Se conceda o no, se ha sembrado una simiente para que todas estas estructuras se vayan creando. Independientemente de que el resultado sea positivo o no, negativo no va a ser nunca, porque proyecta un futuro prometedor», señala.
Dicen que ese será el germen de un parque tecnológico biomédico, como el que disfruta la Universidad de Granada y que le ha valido superar a la de Oviedo en la selección primitiva de los proyectos tecnológicos. Asturias apenas puede presentar cuatro spin-offs en su documento. Pero una de ellas es Entrechem Biotechnology, creada al alimón por los grupos del catedrático de Microbiología José Antonio Salas, y del propio Vicente Gotor. «Llevamos años trabajando en algunos compuestos antitumorales y antibióticos que han generado patentes y que han propiciado la creación de una pequeña empresa, ubicada en el edificio de servicios científico-tecnológicos de la Universidad», explica José Antonio Salas, que constituye uno de los escasísimos ejemplos de investigación aplicada en el área de la biomedicina.
Entre la euforia y la carencia, Carlos López Otín trata de poner un poco de relatividad al examen. «Hay que ser realistas. Sabemos dónde estamos y nadie puede pensar que somos lo que no somos. Si al final son cinco las universidades seleccionadas, no estaremos ahí. Y no hay que hacer ningún drama de ello. Lo que nos compete es preparar un proyecto creíble, honesto, dimensionado… Y se ha hecho».