SOCIEDAD Y CULTURA
Sociedad
«Desciendo a los bajos fondos, al lado de los miserables»
García Rúa presentó su libro Salamanca, lleno de poesía crítica
ALBERTO PIQUERO/GIJÓN
CONTENTO. José Luis García Rúa, antes de su conferencia. /CITOULA
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A los trece años, José Luis García Rúa (Gijón, 1923), -tras la muerte de su padre en el frente de Oviedo defendiendo la causa republicana-, se enfrentó a su jefe laboral en un chamizo de baldosas, decidió que quería estudiar para que nadie volviera a asignarle jornales de siete pesetas, cuando un litro de aceite costaba veinte duros, y allí germinó la personalidad de quien combinando las aulas y el trabajo en la mina, llegaría a ser secretario general de la CNT, profesor emérito de Filosofía en la Universidad de Granada, o autor de libros significativos, como el poemario que ayer presentó en el Ateneo Obrero de Gijón, Salamanca.
Cuenta García Rúa que el volumen se encuadra «en una serie que tiene por título Mis ciudades, de la que ya publiqué anteriormente el ejemplar dedicado a Gijón, que tenía un tratamiento distinto, pues Gijón es obrera y con conciencia de clase, mientras que Salamanca es eclesial, canónica y universitaria».
Salamanca se divide en diez capítulos, que van desde el encuentro con la ciudad bajo la mirada de quien desciende de tierras norteñas, a la exploración de «los bajos fondos, el barrio chino, la cloaca de los estamentos de arriba, poniéndome del lado de los miserables, de las víctimas y de las prostitutas».
Por el medio, están los ecos de Fray Luis y El Brocense, el mundo estudiantil «con críticas a la ideología y la enseñanza de la universidad de entonces», sin dejar aparte remansos más bucólicos, «como la balada al río Tormes».
Concluye a modo de autorretrato, «examinando el proceso en el que me va transformando la ciudad, al tiempo que hay referencias y reflexiones filosóficas en torno a Descartes, Leibniz o Spinoza», al que se agrega un epílogo titulado Hastío, «que refleja mi disgusto por una ciudad que ya me cansa, que veo podrida y de la que sólo quiero huir». En cualquier caso, García Rúa subraya que «la protagonista es la ciudad. Yo procuro mantenerme en un plano último y quien puede hablar es el joven que fui».
Dice el autor de la obra que no sigue muy atentamente la actualidad poética española. No obstante, indica que los honores que ha recibido en los últimos tiempos la generación del 50, «corresponderían por edad también a Agustín García Calvo o a mí». La razón que supone para haber sido excluidos es que «no vivimos en los ambientes escénicos, sino en el corazón mismo de la sociedad».
El anarquismo, vigente
Observa asimismo que los espacios culturales «están muy atravesados por los políticos, y los premios que se conceden tienen como objetivo atraer a una serie de personajes al sistema. Se juega con ellos para justificar determinadas cosas».
En cuanto a la vigencia del pensamiento ideológico que sustentó a la FAI o a la CNT, cree que «permanece y se mantiene lo que había, dado que el socialismo ha dejado de ser lo que era, y el comunismo también». Otra cosa es que «por circunstancias políticas, mediáticas o sociológicas, se haya aislado a los anarquistas».
A su juicio, ya «Bakunin vaticinó lo que iba a pasar».