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Se buscan reales restos

El alcalde de Santa María, Eusebio García, mantiene que Blanca de Navarra está enterrada en esta localidad a pesar de la nueva investigación que afirma lo contrario
Gonzalo Ayuso – Santa María la Real de Nieva

La ‘chispa’ saltó el martes pasado en Poblet (Tarragona), donde un equipo formado por Miguel C. Botella, del Departamento de Antropología Física de la Universidad de Granada; Assumpció Malgosa, del Departamento de Biología Animal, Vegetal y Ecología de la Universidad Autónoma de Barcelona y la historiadora Mariona Ibars, directora de la investigación, dio a conocer los resultados de un estudio antropológico y genético de los restos atribuidos al Príncipe de Viana que se conservan desde 1935 en el monasterio de Poblet (donde se encuentran los panteones reales de la Corona de Aragón), así como también de los atribuidos a su madre, Blanca I de Navarra, encontrados en el presbiterio de la iglesia de Santa María la Real de Nieva en 1994.

Según la nota de prensa hecha pública por la Universidad Autónoma de Barcelona, “el estudio concluye, de manera inesperada, que ni los restos de Poblet corresponden al príncipe ni los de Segovia corresponden a la reina”.

Los investigadores han realizado un estudio genético de la momia atribuida al Príncipe de Viana, Carlos de Èvreux y de Trastámara, hijo de la reina Blanca I de Navarra y del infante aragonés Juan de Trastámara y Alburquerque (Juan II de Aragón), duque de Peñafiel y Señor de Lara; el príncipe era por lo tanto legítimo heredero del Reino de Navarra y de la Corona de Aragón.

El estudio de la momia restituida al monasterio en 1935 desde la catedral de Tarragona indica que se trata de restos de tres individuos diferentes y el análisis ha demostrado que los restos fueron manipulados para reconstruir un cuerpo a partir de fragmentos de otros, puesto que se observan marcas de cortes de sierra en la columna del segmento inferior.

Para poder atribuir con garantías cualquiera de estos tres fragmentos al Príncipe de Viana, los investigadores llevaron a cabo una identificación a partir de un estudio genético, obteniendo primero el ADN de los diferentes segmentos momificados y comparándolos con el de cuerpos que, sin lugar a dudas, corresponden a sus descendientes.

En este sentido, la profesora Mariona Ibars estudió la ascendencia y la descendencia femenina de la reina Blanca de Navarra, madre del Príncipe de Viana, lo que ha permitido al equipo investigador examinar la transmisión de un ADN mitocondrial —ADN que sólo se encuentra en las mitocondrias, fuera del núcleo celular, y que sólo trasmite la madre— a lo largo de 800 años, desde el año 1.200 hasta la actualidad.

El estudio genético ha sido posible gracias a la descendencia de la reina Ana de Jagellón-Foix, tataranieta materna de Blanca I de Navarra, casada con el archiduque Fernando de Austria, hermano del emperador Carlos V.

El resultado no esperado por los investigadores, según la Universidad Autónoma de Barcelona, es que el ADN mitocondrial del Príncipe y de su madre no se corresponde con ninguno de los fragmentos del cuerpo atribuido a Carlos de Èvreux pero tampoco con los atribuidos a Blanca de Navarra que se conservan en la iglesia del Monasterio de Santa María la Real de Nieva.

Por su parte, el alcalde de esta localidad, Eusebio García, tras conocer la noticia de los resultados de esta nueva investigación, aseguró ayer que la postura del Ayuntamiento es mantener que los restos conservados en la iglesia pertenecen a la reina Blanca I de Navarra en base al estudio antropológico de los mismos realizado a mediados de los noventa por el profesor Reverte Coma, así como a las tesis sostenidas por otros historiadores de que la relevancia del enterramiento, en el presbiterio de la iglesia, donde fueron encontrados los restos en octubre de 1994, indican que debía tratarse de alguien de sangre real.
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