Los niños violentos y con conductas antisociales no provienen de familias desestructuradas, sino de entornos sin problemas aparentes en los que los padres han abandonado su tarea educativa. Es la tesis de Gualberto Buela-Casal, catedrático de Psicología en la Universidad de Granada, que dirige en Donostia el Curso de Verano ‘Psicosis, psicopatía y conducta antisocial’.
-¿Cuáles son los últimos avances en la investigación de la conducta antisocial y violenta?
– Psicosis, psicopatía y conducta antisocial tienen en común el hecho de que todas ellas se relacionan con la violencia. Los avances son distintos en cada campo, aunque el patrón común que analizamos en el curso es el de la violencia. En la conducta antisocial ocurre que el perfil del chico es cada vez más amplio. Antes provenía de una familia desestructurada, en la que había desempleo y vivía en un área más bien marginal.
– Y hoy ya no es así…
– No. El perfil anterior era más fácil de identificar y al profesional le resultaba más sencillo intervenir. Pero ahora la conducta antisocial se produce en cualquier ámbito de la sociedad y en cualquier tipo de profesión. Aparece en padres profesores, empresarios, hosteleros o profesionales de la salud. Se da en cualquier ámbito. Y eso hace que los avances sean más lentos. El número de causas es enorme. Hay que adaptar los tratamientos y centrarse en la prevención.
– ¿Por qué se abre el abanico?
– Distintos expertos coinciden en que tiene que ver con una falta de educación en casa. Los jóvenes aprenden en la familia y en la escuela y hoy la tarea se delega en esta última. Los padres, quizás por exceso de trabajo, abandonan la tarea de educar y los chicos crecen sin aprender unas normas de control para ellos mismos.
– ¿Las conductas antisociales y violentas se gestan en la infancia?
– Sí. Es muy raro que un chico de 17 años comience a hurtar dinero en casa o a agredir a los compañeros o padres si los problemas no han empezado desde pequeño. Se pueden dar casos así, pero no son habituales. El niño se da cuenta de que lo que hace no tiene ninguna consecuencia. Y llega a la conclusión de que, como no pasa nada, puede realizar siempre las conductas que le resultan existosas y placenteras. La falta de control es lo que hace que la violencia aumente.
– Estos días se habla del británico Jon Venables -el niño que mató a otro niño- acusado de poseer pornografía infantil. ¿Pudo ser él mismo una víctima en su infancia?
– No tiene por qué ser así. No conozco el caso de la familia de este chico. Hoy la inmensa mayoría de los chavales con problemas no han nacido en un ámbito problemático. La causa puede estar en la familia pero por una falta de omisión en el proceso de normalización de estos chicos. A Venables se le consideró rehabilitado, pero ha vuelto a la cárcel por un nuevo delito.
– ¿Está a favor de un cambio en la Ley del Menor para rebajar la edad penal?
– Es una cuestión que habría que legislar de la misma forma en los distintos países de la Unión Europea. Hay una gran diversidad en la consideración de la edad penal. En Gran Bretaña se establece a los 10 años; en Alemania, Italia y España, a los 14, y en Portugal, a los 16. Lo que no tiene sentido es que lo que un chico haga en Bélgica esté tipificado como delito mientras que en otro país, no. Es necesario un consenso internacional, aunque es difícil ponerse de acuerdo en cuál debe ser la edad penal. Parece que el sentido general es que en España tendría que bajarse. También es cierto que la sociedad reacciona emocionalmente ante ciertos casos. Es un tema muy importante, por el gran número de delitos cometidos por menores.
– La Diputación de Gipuzkoa fomenta acogimientos profesionales, familias pagadas para atender a menores con grandes problemas. ¿Se necesitan programas así?
– Sín duda, sobre todo si se busca un cambio de conducta en los niños. Los profesionales que trabajan con ellos, lo primero que notan es que estos chicos no tienen normas. Algo tan básico como cumplir horarios no es importante para ellos. Ni resolver situaciones conflictivas que puedan tener con compañeros. Se trata de evitar que el niño regrese a los mismos ambientes para evitar que la conducta antisocial se convierta en un problema crónico.
– Lo más importante para recuperar a un menor problemático…
– Es difícil de lograr, pero hay un ejemplo en Vitoria. La ciudad tiene un número de polideportivos elevadísimo, comparado con otros municipios. Es muy importante contar con ambientes donde el niño genere una conducta incompatible con otra que puede ser antisocial. Si un niño practica deporte y tiene entrenamiento a las 9 de la mañana, ello resulta incompatible con el consumo de drogas o alcohol, por ejemplo. Además del ambiente familiar es necesario un cambio de ambiente social. Ciudades como Vitoria, que dan todas las facilidades para la práctica deportiva, están reforzando las políticas preventivas.
Ha publicado más de 20 libros y más de 160 artículos en revistas científicas. Entre sus trabajos están ‘Padres desesperados… con hijos adolescentes’ y ‘ El niño impulsivo: evaluación y tratamiento’ (ambos en Ediciones Pirámide) o ‘Trastornos del sueño’ (Síntesis).
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