– Desinformación: el aliado de los contaminantes
El incremento de compuestos químicos que interfieren con la actividad hormonal es un fenómeno frecuente que pasa inadvertido para la mayoría de la población. Combatirlo requiere más formación y regulación.
Disfunción tiroidea, retrasos en el crecimiento, disminución de la fertilidad, pérdida de eficacia de apareamiento, trastornos de la conducta, alteraciones metabólicas, feminización… son sólo algunos de los efectos que tiene sobre la salud la exposición ambiental a compuestos químicos que interactúan con el sistema endocrino. Pero, ¿a qué tipo de compuestos químicos nos referimos? Nicolás Olea, catedrático del Departamento de Radiología y Oncología de la Universidad de Granada y coordinador de Investigación del Hospital San Cecilio de Granada, es uno de los responsables de presentar el problema de la disrupción endocrina a los profesionales sanitarios que se interesan en la materia. Escucharle hablar es por lo menos escalofriante. Según el investigador, vivimos rodeados de cientos de contaminantes ambientales. A las altas temperaturas, los ruidos y la contaminación hay que añadir numerosos compuestos químicos con los que interactuamos a diario. Es el caso del bisfenol, un monóromo del plástico y de las resinas de epoxi presente en los empastes dentales, las latas de conserva, las tintas del papel reciclado, las lentes de contacto, las gafas y el papel reciclado. Otro de los contaminantes más comunes en nuestro entorno es el alquifenol, que podemos encontrar en los detergentes o los ftalatos incluidos en la composición de muchos perfumes, plásticos y conservantes. ¿Cómo evitarlo? Misión casi imposible, según Olea. En Europa se consumen cerca de 700 toneladas de bisfenol, lo que significa que estamos expuestos de forma continua a productos que son potenciales disruptores endocrinos cuya dosis diaria es difícil, por no decir imposible, de obviar.
Fenómeno imparable
Se trata, por tanto, de un fenómeno frecuente que pasa inadvertido para la mayor parte de la población. Pese a que la sensibilidad no es la misma para todos los sujetos, los individuos más sensibles son más susceptibles de sufrir sus efectos. Y lo más preocupante, advierte Olea, es que las alteraciones en el organismo son imprevisibles: Unas veces pueden actuar como hormonas antagonistas y otras como agonistas débiles. Tanto el primer caso -andrógenos- como el segundo -estadiol- la exposición altera la actividad hormonal.
Los contaminates químicos pasan inadvertidos para la población por ignorancia básicamente. La desinformación a la que se refiere el catedrático es consecuencia de la falta de formación, que nace, como es lógico, en la facultad. Según Olea, los alumnos de quinto curso de Medicina apenas saben manejar los conocimientos pertinentes sobre hábitos de vida y exposición ambiental de riesgo. Los programas de prevención primaria siguen estando en un segundo plano, dice.
Además de formación e información, Olea reclama más regulación por parte de las autoridades sanitarias. La entrada en vigor en otoño del programa Reach de la Unión Europea, que prevé someter a los productos químicos a un proceso de evaluación sistemática, es un paso. No obstante, cree que son necesarios nuevos mecanismos que controlen el efecto nocivo de estas sustancias. Mientras tanto, Olea recomienda al profesional que se documente sobre la materia para potenciar el consejo familiar en la consulta de primaria.
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