Jaén es la provincia de Andalucía con una mayor proporción de personas que han pasado la barrera de los 65 años. Supera, incluso, en un punto la media española. Según los datos del informe del Centro de Estudios Andaluces casi uno de cada cinco jiennenses brinca de la edad de jubilación.
El 17,87 por ciento de los habitantes de Jaén supera los 65 años. En concreto, se trata de 119.557 de los 669.027 que contempla el padrón de habitantes de 2010. Es, según el informe elaborado por el Centro de Estudios Andaluces, la cifra más alta que haya conocido a lo largo de su historia esta provincia. Jaén supera en casi tres puntos la media andaluza que se sitúa en el 14,97%, y en un punto la española (16,89%), que ya de por sí se consideran niveles muy altos y propios de sociedades en los que se han frenado los nacimientos y la población es, cada vez, más longeva.
Sin embargo, los autores de este trabajo, los investigadores de la Universidad de Granada, María del Pilar Díaz Conde y Juan López Doblas, han querido, con su estudios, dar respuesta a otras cuestiones de carácter sociológico: ¿Cómo se distribuyen los mayores por provincias?, ¿cómo ha sido su evolución? o ¿cuáles son los rasgos fundamentales del colectivo? Así, los estudiosos apuntan que el trabajo confirma el proceso de envejecimiento demográfico al que tiende la sociedad jiennense y la andaluza, igual que sucede en el resto de países occidentales. Señalan que el aumento de este grupo de población, desde 1981, ha sido de más de cinco puntos porcentuales, ya que hace 19 años estaba próximo al diez por ciento. Jaén y Córdoba son las provincias con una población más envejecida mientras que Almería y Cádiz, con el 12,71% y el 13,46%, respectivamente, son las provincias que tienen una población más joven.
ralentización. Díaz y López subrayan que, a pesar del importante envejecimiento que se ha registrado en los últimos lustros, comienza a percibirse una desaceleración de este fenómeno.
En opinión de los autores del estudio esto se debe a factores decisivos que afectan de forma desigual a cada provincia. El primero es que llegan ahora a los 65 años las generaciones que nacieron en la Guerra Civil y los años inmediatamente posteriores, en los que se produjo una reducción de los nacimientos y una alta mortalidad de los menores. El segundo es la llegada —de forma masiva a algunas provincias y no tan marcada a otras como Jaén— de inmigrantes en edad juvenil y adulta que contribuyen a rejuvenecer la pirámide poblacional.
Los investigadores han detectado otros cambios significativos dentro de este colectivo. Así, subrayan que hay menos personas viudas. Esto se debe a una mayor esperanza de vida tanto para los hombres —cuya media está fijada en 77 años—, como para las mujeres —situada en 83—. Más allá de los 65 años, por cada persona que ha enviudado existen dos que permanecen casadas. El envejecimiento en pareja es calificado por los investigadores “como una auténtica novedad histórica”.
Sin embargo, cuando se produce el fallecimiento de uno de los cónyuges también se perciben modificaciones en las costumbres y el “abandono de prácticas del pasado”. De esta manera, tras enviudar, cada vez más personas mayores optan por seguir viviendo en solitario en su domicilio en lugar de mudarse a casa de los hijos. Esto garantiza “libertad, independencia y autonomía”. En este caso, con las mujeres las que mayoritariamente desarrollan su vida en solitario. Otro aspecto relevante es el incremento del grupo de más de 80 años.