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Rafael Estrella: «dirigir la política exterior en un clima de confrontación no es cómodo para el gobierno»

TODA UNA VIDA DEDICADA A LA POLÍTICA EN LAS CORTES ESPAÑOLAS.
Rafael Estrella: dirigir la política exterior en un clima de confrontación no es cómodo para el gobierno
El último periodo de sesiones en el parlamento español ha sido fecundo en escándalos y comparecencias forzadas del ministro de exteriores, Miguel Angel Moratinos, para explicar sus posiciones o declaraciones. Nunca un ministro del ramo había sido obligado a dar tantas: Cuba, Gibraltar, Venezuela, el vino de Burdeos, el Sahara, submarinos nucleares, espionajes… Rafael Estrella reconoce que no es una posición cómoda para el gobierno y reclama consenso para una política que es de Estado.

Diarioexterior.com
7 de febrero de 2005

Rafael Estrella es el portavoz socialista en la que, sin duda, es la comisión estrella del parlamento español. Nunca había sido así pero como dice el refranero, tan de moda este fin de semana, de aquellos polvos vienen estos lodos.

En 1996, a Estrella, le tocó poner la cara de la oposición al nuevo gobierno de José María Aznar. La política exterior española no había tenido hasta entonces especiales sobresaltos y desde la marcha atrás de la OTAN, tan sólo izquierda unida incordió a Suarez, a Calvo Sotelo, a González y a sus respectivos ministros. Se consideraba una política de Estado y se repetía con reiteración que la unidad de los principales partidos (PP y PSOE) fortalecía la imagen, la posición internacional de España y la defensa de sus intereses.

Hasta ese año, la comisión de exteriores pasaba inadvertida en el panorama informativo. El partido socialista, que estrenaba oposición, se debatía en la inconclusa sucesión de González y se perdía en ajustes y reajustes. No así en política exterior. El objetivo y la consigna fue primero riduculizar la figura del nuevo presidente del gobierno y luego, sistemáticamente, oponerse a la acción del gobierno con motivo o sin él.

¿Hubo realmente un cambio en la política desarrollada por Aznar?. Mas allá de las interesadas diatribas políticas, muchos analistas independientes, en España, consideran que no en lo sustancial, pero si en la actitud de un gobierno que pretendía para España una posición propia en el ámbito internacional y hacer valer el peso real de la nación. Los tradicionales temas de la política exterior española empezaron a moverse.

Aznar no estaba de acuerdo con la Europa de dos velocidades que preconizó Gonzalez y contra todo pronóstico y no menos ajustes consigió entrar en el euro y un tratado, el de Niza, que situaba a España entre los grandes de Europa. Pagó las millonarias deudas que España tenía con la ONU. Para Gibraltar se planteó la posibilidad de compartir la soberania con el Reino Unido y se mantuvo con firmeza la tradicional posición de no considerar al Peñón y sus autoridades locales parte en el conflicto. Para el Sahara se siguió la posición de Naciones Unidas y el apoyo al referendum. Iberomérica conoció el intento español de dotar al sistema de cumbres de contenido político y se creó un secretaría permanente en Madrid. Cuba conoció la firmeza de un gobierno dispuesto a forzar el respeto a los derechos humanos. Este país, junto a Marruecos, pusieron dificultades diplomáticas al gobierno de Aznar. La cooperación antiterrorista con Francia alcanzó niveles de eficacia históricos…

Aznar y sus ministros repetían que España debía ocupar en el mundo un lugar político acorde al que ya desempeñaba en la economía y la cultura. Y en esto llegó el 11 de septiembre de 2001 y el ataque del terrorismo islamista a las torres gemelas, el Pentágono y los frustados del Capitolio o la mismisima Casa Blanca. Lo que después vino es conocido.

Estrella ya no era el portavoz de Exteriores pero se empleo a fondo con disciplina y convencimiento. La oposición descarnada a la política exterior española y la ruptura del tradicional Consenso había comenzado, sin embargo, cinco años antes.

Toda una vida dedicada a la política en las Cortes Españolas.

Nació en Almería el 20 de mayo de 1950. Cumplirá 55 años el próximo Mayo. Rafael Estrella va con el medio siglo. Está casado y tiene dos hijos. Licenciado en Filosofía y Letras, ha sido profesor asociado de Geografía en la Universidad de Granada. Decimos ha sido porque no hay excedencia que aguante los 27 años ininterrumpidos que Rafael Estrella lleva en las Cortes españolas. Con 27 años llegó al Senado, es, por lo tanto, miembro del exclusivo club de parlamentarios españoles que vieron nacer la Constitución de 1978. Sus biografías oficiales nos indican que milita en el PSOE desde 1974, que está afiliado a UGT, que ha sido Presidente del PSOE de Granada y Secretario de Organización del PSOE de Andalucía y que en la actualidad es vocal del Comité Ejecutivo Provincial (CEP) de Granada.

Rafael Estrella fue senador ininterrumpidamente en las Legislaturas I, II, III y IV. Con un breve periplo en el parlamento europeo (1986-1987), volvió a las Cortes a tiempo para ser diputado en las legislaturas V, VI, VII y VIII. Son todas y cada una de las que ha constado la democracia española, recuperada en 1975.

Es el actual portavoz del grupo socialista en la Comisión de Asuntos Exterior del Congreso de los Diputados. Ya lo fue en la legislatura del 96, la primera de Aznar. Los vaivenes de la política partidaria (Almunia, Borrell…) le llevaron a la comisión mixta para la UE. Ahora, con Zapatero, ha recuperado su cargo en Exteriores, la comisión estrella, de las muchas que se ocupan en el Parlamento español de cuestiones internacionales.

También es vocal de la Diputación Permanente, vocal de la Comisión de Defensa, vocal de la Comisión Mixta para la Unión Europea, presidente de la delegación española en la Asamblea Parlamentaria de la OTAN y vocal de la delegación española en el Grupo de Amistad con la Cámara de los Comunes del Reino Unido.

De su largísma trayectoria política a Rafael Estrella le gusta recordar que ha participado en la elaboración del Programa Electoral para 2004, coordinando la parte de la UE (es el programa en política exterior que ahora intenta aplicar el presidente Zapatero), que ha sido vicepresidente del Partido de los Socialistas Europeos, copresidente del Grupo Conjunto de la Asamblea de la OTAN-Parlamento para el seguimiento de los acuerdos OTAN-RUSIA y Presidente de la Asamblea Parlamentaria de la OTAN entre 2000 y 2002

Asi ve las cosas Rafael Estrella.

Rafael Estrella es un hombre afable, educado y tranquilo. Hace gala de un talante templado y conciliador. Dotado, según sus compañeros de partido, de gran olfato político sabe posicionarse con rapidez en cualquier escenario por difícil que sea. Si toca, por ejemplo, ser agresivo en el debate o en sus planteamientos públicos lo es, aunque confiese luego cierta vergüenza por ello. Su página web personal, la primera que un diputado tuvo, estuvo llena de algunos exabruptos y enlaces injuriosos contra sus adversarios políticos, incluido el presidente Aznar y su familia. También tenía cosas interesantes. Ahora, afortunadamente para él, está en remodelación el sitio de este diputado que supo adelantarse a su tiempo y ver la fuerza de Internet para casi todo.

El último periodo de sesiones en el parlamento español ha sido fecundo en escándalos y comparecencias forzadas del ministro de exteriores para explicar sus posiciones o declaraciones. Nunca un ministro del ramo había sido obligado a dar tantas explicaciones: Cuba, Gibraltar, Venezuela, el vino de Burdeos, el Sahara, submarinos nucleares, espionajes… Estrella reconoce que no es una posición cómoda para el gobierno y reclama consenso para una política que es de Estado.

Cómo ve las cosas de la política exterior Rafael Estrella lo encontramos en el artículo 2005: la nueva política exterior, publicado el pasado 29 de Diciembre por diferentes medios y también en la red. Nadie mejor que él mismo para explicarnos sus reflexiones ante el panorama actual de la política exterior en España.

El Partido Popular.

Después del 14 de marzo, todo indicaba que, tras los cambios previsibles (regreso de las tropas de Irak, retorno de España al núcleo central del la construcción europea, etc), la política exterior dejaría de estar en el centro del debate político interno. Evidentemente, no ha sido así y el resultado es que, a tenor de lo visto en el Parlamento durante el último Período de Sesiones, se puede hablar de un consenso a ocho menos uno en la política exterior española, al igual que ocurriera en los últimos años de Aznar. Frente a ese consenso, el Partido Popular, ahora en la oposición, no ha buscado una legítima influencia, sino dirigir, bloquear y deslegitimar la política exterior, quedándose aislado una y otra vez en ese empeño.

Corresponde al PP y, en particular, a Mariano Rajoy, decidir si continúa en la estela de Aznar o si, por el contrario, comienza a ejercer la autonomía que debe acreditar su liderazgo interno y externo. Esa es, por tanto, la primera incógnita de la política exterior española para 2005: saber si el principal partido de la oposición sigue por la senda de confrontación y deslegitimación marcada por Aznar, utilizando la política exterior como instrumento de acoso al Gobierno o, si por el contrario, el PP interioriza y acredita la oferta de Rajoy para una política exterior de Estado. La política exterior aparece así, también, como un elemento que va a definir, en los próximos meses, el debate interno en el PP y a reafirmar o seguir desdibujando el liderazgo de Rajoy.

No cabe duda de que los intereses de España estarán mejor servidos si Rajoy decide dejar atrás la herencia e imprimir un sello propio que ayude a los españoles a pasar página de los errores cometidos por su antecesor en política exterior, que han perjudicado considerablemente al PP. En cuanto al Gobierno, es evidente que dirigir la política exterior en un clima de confrontación con el principal partido de la oposición no resulta cómodo. Sin embargo, ese empeño del PP por bloquear la nueva política exterior ha provocado unos efectos que, parece claro, no perseguía el PP.

En primer lugar, ha contribuido a acentuar los perfiles, las ideas-fuerza de esa nueva política exterior que han respaldado los españoles; también la noción de que la alternativa que se ofrece es la política que los ciudadanos repudiaron el 14 de marzo; en segundo lugar, ha permitido evidenciar que la política exterior del nuevo Gobierno cuenta, en sus elementos centrales y en sus estrategias, con el respaldo y la confianza de siete de los ocho Grupos Parlamentarios del Congreso. Todo ello no hace sino reforzar internamente al ministro Moratinos ante el ataque del PP y reafirmar al Gobierno y al PSOE en la idea de mantener las líneas directrices de la nueva política exterior.

La nueva política euro-mediterránea

Así va a ocurrir, en cualquier caso, y así lo percibirán los ciudadanos en 2005, un año que vendrá cargado de acontecimientos, algunos ya fijados en el calendario, que van a permitir al Gobierno fijar ese perfil propio e impulsar los objetivos que la inmensa mayoría comparte en política exterior. Por muchas razones, España va a tener un papel determinante en lo que el Consejo Europeo ha establecido como el año del Mediterráneo. Barcelona 2005 será la ocasión para evaluar y revisar un decenio de relaciones euro-mediterráneas. La nueva política euro-mediterránea que saldrá de Barcelona, además de incorporar elementos como la estrategia de vecindad y medidas que den mayor visibilidad a esa asociación, va a situar esa política, previsiblemente, en el marco conceptual de la alianza de civilizaciones que formuló Rodríguez Zapatero ante la Asamblea General de Naciones Unidas.

Iberoamérica.

La importante cita latinoamericana de Salamanca va a dotar también de visibilidad el impulso que el Gobierno pretende dar a las Cumbres Iberoamericanas. España, desde el respeto, el diálogo y la estrecha cooperación, aspira a recuperar su papel como interlocutor privilegiado en esta Comunidad de Naciones de la que formamos parte, un ejercicio que arranca, ya en sus primeros pasos, con un cambio sustancial de la deteriorada imagen de España en América Latina. Avanzar hacia el cierre del acuerdo UE-Mercosur e impulsar los nuevos acuerdos de la Unión con Centroamérica y con la Comunidad Andina deberán ocupar un lugar preeminente en la agenda común iberoamericana. Al mismo tiempo, esa renovada relación con América Latina deberá ser también un elemento central para una imprescindible relación reforzada y equilibrada con EEUU, prioridad del Gobierno para el año que comienza.

Estados Unidos.

Son muchos otros los ámbitos en que, por encima de las discrepancias, los intereses de España como nación y como miembro de la Unión Europea van a confluir en 2005 con los de EEUU: de manera prioritaria, la necesidad de poner fin al conflicto árabe-israelí, logrando un acuerdo justo que permita la coexistencia de dos Estados. A nadie se le oculta la trascendencia que el fin de este conflicto tendría para alejar el fantasma del choque de civilizaciones, al que alimentan tanto la tragedia que vive el pueblo palestino como la crítica situación de Irak. En esa misma dirección, España y, en general, la UE tiene razones evidentes para coordinar con otros países y, en particular con EEUU, la acción contra el terrorismo internacional y la erradicación del odio del que se nutre: la presencia en Afganistán es sólo el elemento más visible de ese compromiso español. El décimo aniversario de la Agenda Transatlántica debiera definir y vertebrar la relación entre los dos grandes conjuntos económicos y comerciales del mundo: la UE y EEUU, incorporando estrategias comunes ante los retos que plantea la globalización.

Marruecos, el Sahara, Cuba, Gibraltar

En la agenda española para 2005 figuran otras prioridades: en enero, la visita de Estado a Marruecos debe marcar claramente una nueva e intensa etapa, cuyo signo más evidente es la acción conjunta de soldados españoles y marroquíes en Haití, bajo la bandera de Naciones Unidas. Pero en el Magreb, España tiene también el objetivo de avanzar hacia un acuerdo entre las partes que suponga la solución del prolongado conflicto del Sahara, una solución que pasa, evidentemente, por el ejercicio del derecho de autodeterminación del pueblo saharaui, como establecen las Resoluciones de Naciones Unidas. Al otro lado del Atlántico, en Cuba, el acuerdo unánime de la UE para una posición común que sustituirá la de 2003, de probada ineficacia, permitirá a Europa promover el respeto a los derechos humanos y las libertades e influir de manera efectiva para el cambio en Cuba: ya hemos visto los primeros frutos de esa nueva política. Veremos también un fuerte impulso para hacer realidad el Plan Asia. Finalmente, la nueva estrategia sobre Gibraltar, desde el estricto respeto a los principios y objetivos seguidos por gobiernos anteriores, requiere el respeto y lealtad con que, hasta ahora, siempre había contado esta cuestión de Estado.

Europa, el PP y una política exterior de estado.

Son muchos los temas que centrarán la política europea de España en 2005, desde la revisión de la Estrategia de Lisboa -una de las prioridades del Gobierno del PSOE- al avance en las discusiones previas a las Perspectivas Financieras que entrarán en vigor en 2007. Pero, sin duda, el acontecimiento más relevante será el referéndum sobre el Tratado Constitucional Europeo al que seremos llamados los españoles el 20 de febrero. Desde la declarada posición favorable, un compromiso activo con el referéndum y con sus resultados será la primera oportunidad que tendrán Rajoy y el Partido Popular para hacer creíble su voluntad de pasar página y sentar las bases para una auténtica política de Estado. Como puede verse, nada justificaría que el Partido Popular se siga aislando y se autoexcluya del consenso en torno a todos estos objetivos de política exterior. Si lo hiciera, los ciudadanos acabarían por percibir que el PP está, no dañando la política del Gobierno, sino, algo imperdonable, poniendo en peligro los intereses de España, avivando así un recuerdo aún presente en la memoria de muchos españoles.

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