Inicio / Historico

Rembrandt, el pintor de las más de cien caras

Rembrandt, el pintor de las más de cien caras

ALICIA ALMÁRCEGUI. Recomienda esta noticia

Rembrandt van Rijn (1606-1669) pintó a lo largo de su vida más de un centenar de autorretratos, de los cuales el catálogo razonado de su obra recoge en la actualidad sesenta óleos, más de veinte grabados y una extensa serie de dibujos. Esta constante por pintarse a sí mismo no era habitual entre los maestros del barroco. Por ejemplo, Nicolas Poussin se retrató tan sólo en dos ocasiones, mientras que Velázquez se dibujó cuatro veces -una de ellas en sus célebres Meninas-. Rembrandt fue el pintor moderno que más veces se retrató, indica Francisco Jarauta, catedrático de Filosofía de la Universidad de Murcia y miembro del patronato del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, que ayer inauguró en las Atarazanas el ciclo de conferencias El arte, la identidad y la idea de la muerte, coordinado por Esperanza Guillén, profesora de Historia del Arte de la Universidad de Granada.

A través de sus distintos retratos, el primero de ellos elaborado con 21 años y el último el mismo año de su muerte, se puede seguir la biografía de un pintor que apenas dejó testimonios escritos de su existencia, ya que no se conserva ningún epistolario suyo. Rembrandt se pintaba a sí mismo tanto en los momentos de gloria como en las etapas de crisis. De hecho, sus autorretratos son testimonio del contraste entre el artista afamado y el hombre que sufre por la muerte de sus seres queridos y la pobreza. En algunos óleos aparece ataviado con pieles y joyas, y en otros con ropas pobres e incluso manchadas con pintura. Rembrandt asistió a la subasta del retrato que Rafael pintó de Baltasar Castiglione, pero no tenía las 3.500 coronas que costaba, así que no pudo adquirirlo. Cuando volvió a su estudio se pintó del mismo modo que aparece el autor de El Cortesano, explica Jarauta.

Para el profesor, responsable de la edición crítica del estudio que Simmel dedicó a Rembrandt, la obsesión del artista por pintarse a sí mismo -costumbre que no cultivaron sus contemporáneos Hals y Vermeer- responde a su intención de crear una galería de retratos como crónica de la deriva de su identidad. Nadie como él observó la transformación de la existencia, la fuga del tiempo y la idealización de la vida, indica. Para Jarauta Rembrandt afortunadamente no viajó nunca a Italia. De este modo, pudo desarrollar las condiciones estéticas de la pintura holandesa que tanto influyeron en el arte alemán, francés e inglés de Corot, Constable y Gaspar David Friedrichs.

Las charlas sobre arte, identidad y muerte continúan hoy en las Atarazanas, a las 19.00, con la intervención de la profesora Guillén y del escritor Jean Fremón, autor de La isla de los muertos. Entrada libre.

Descargar