manuel ríos ruiz
Política contra el Arte, qué desafuero
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HA causado verdadero asombro la noticia acerca de que el Gobierno de España se propone eliminar la carrera universitaria de Historia del Arte, algo inconcebible en una nación que resuma arte por toda su geografía y donde han nacido y siguen naciendo artistas creadores de relieve universal. No es de extrañar, pues, que alumnos y profesores de diversos campus se movilicen para defender unos estudios con una larga y profunda tradición, que además tienen una demanda importante dentro de las licenciaturas de letras. María Elena Martín-Vivaldi, decana de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Granada, ha declarado al respecto: No existen razones objetivas para su supresión. Nunca pensé que se fuera a sugerir. Los estudiantes de Historia del Arte tienen una formación extraordinaria que les abre muertas del mercado laboral en amplitud de campos, sobre todo en un país con un riquísimo patrimonio artístico. Causa perplejidad que los políticos que ejercen ahora en el Ministerio de Educación, se empeñen en disminuir el número de titulaciones universitarias a costas de las Humanidades, cuando son veinticinco universidades las que imparten la titulación de Historia del Arte, que, por otra parte, se mantienen en toda la Comunidad Europea. Para colmo, el nefasto anuncio político se hace cuando se está elaborando el Libro Blanco de Historia del Arte, subvencionado por Aneca, como contribución al proceso de elaboración de los títulos oficiales de Grado. Contra la afirmación filosófica que nos dice: El arte progresa conforme se conoce mejor, nuestro Gobierno actual se empeña en que no se estudie, por lo que el Ramón González de Amezúa, director de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, considera que se trata de una auténtica desgracia. Y son la friolera de dieciséis mil estudiante los que la carrera tiene en estos momentos. Y en éstas tropelías políticas estamos, cuando el presidente del Patronato del Museo del Prado, Rodrigo Uría, le acaba de solicitar a Carmen Calvo, Ministra de Cultura, que para batallas ideológicas escoja otros terrenos que no sean el propio Prado, porque la ministra en cuestión se entromete en un convenio del museo con la Fundación Caja Galicia, para llevar a cabo un programa de exposiciones itinerantes. Lo cual pone de manifiesto la falta de sensibilidad para con el Arte -con mayúsculas- de determinados políticos de nuestro tiempo, quizá porque como se ha observado: En cierto modo, el arte es una crítica de la realidad. Fuera ironías, es de esperar que el Arte siga teniendo en este país la atención general que tuvo siempre y que su historia continúe presente y revitalizada en las universidades españolas, porque lo contrario sería una descomunal vergüenza de cara al mundo entero.
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