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El pan de cada día
Ante la noticia de la subida del pan me tomé a finales de diciembre la licencia de indagar sobre los precios de la barra de pan blanco. La barra del panadero que reparte por los pisos de mi barrio cuesta 55 céntimos y pesa 260 gramos; la de un pueblo de la Alpujarra que se vende en un establecimiento de alimentación vale 50 céntimos y su peso es de 240 gramos; la pieza procedente de un pueblo del cinturón que se expende en un establecimiento de panadería-bollería se vende a 48 céntimos y su peso (ojo) es de 300 gramos
La barra de pan de una gran superficie se vende a 50 céntimos y pesa 235 gramos; la de un establecimiento asociado a una cooperativa granadina cuesta 40 céntimos y su peso es de 275 gramos. Y por último la barra que se expende en una popular cadena granadina de supermercados se vende (ojo) a 27 céntimos y su peso es de 265 gramos.
Una vez consumada la suba y durante este mes de enero he comprobado lo siguiente: El panadero que reparte por los pisos ha aumentado el precio 5 céntimos y el peso en 5 gramos; la barra de la Alpujarra pesa igual pero incrementa su precio en 5 céntimos; la de un pueblo del cinturón ha aumentado su precio en 2 céntimos pero ha reducido su peso en 10 gramos. La barra de la gran superficie ha subido 5 céntimos y sigue pesando igual. El establecimiento asociado a la cooperativa ha subido la pieza en 5 céntimos pero (ojo) le ha aumentado su peso en 35 gramos, y finalmente la cadena de supermercados ha mantenido a fecha de hoy el precio y el peso de su barra de pan.
Como podemos ver no hay uniformidad ni en el precio ni en el peso de la barra de pan blanco. Aquí se le pude aplicar a los panaderos el símil híbrido el que cuece y amasa… hace y deshace. No tengo nada en contra del gremio de panaderos que trabajan con el margen comercial suficiente que les permitan sustentar a sus familias, pagar los sueldos de sus empleados y que les permitan reinvertir en sus negocios. Lo que sí les pido es que pongan orden y concierto en este asunto. El Ayuntamiento y la Junta están demostrando su incapacidad para resolver este desconcierto. andrés caparrós carmona.
Revolución portátil
Ahora resulta que Andalucía está embarcada en el ilusionante proyecto de la Tercera Modernización. Y a él se ha sumado la Universidad de Granada (UGR) con su excelentísimo rector al frente, don David Aguilar. La UGR y la Junta de Andalucía están llevando a cabo la denominada Revolución del Portátil, consistente en que los alumnos nos podemos comprar un ordenador y pagarlo una vez finalizada la carrera. Lo cual, desde luego, no está nada mal (si no fuera por el insoportable proceso burocrático que hay que seguir).
Pero uno podría pensar que, como tantas veces, están construyendo la casa por el tejado. Un rector y una Consejería de Innovación a los que tanto se les llena la boca con las excelencias de la Universidad andaluza y más en concreto, de la granadina, deberían avergonzarse del estado en el que están las aulas de informática de las distintas facultades y centros de la UGR. En muchos casos no pueden ni abrir porque no hay personal para ello, y en los casos en los que están abiertas, como en la facultad de Ciencias Políticas y Sociología, el estado de los ordenadores es bochornoso: más de diez años después todavía tienen el Windows 95 como sistema operativo, buena parte de ellos no funcionan y los que lo hacen tienen instalado un software completamente obsoleto; además las disqueteras están estropeadas, los lectores de CD simplemente no leen, la instalación de USB brilla por su ausencia y por no funcionar, no funcionan ni los ratones.
Estas son las excelencias de la Universidad que tan magníficamente dirige don David Aguilar y la Modernidad andaluza de Don Manuel Chaves (no se sabe si la primera, la segunda o la tercera).
Llegará el día en que alguno de nuestros ilustres dirigentes se entere de que lo más importante de la Universidad son los alumnos y la enseñanza que se les oferta, y para que ésta sea de calidad son necesarias instalaciones que estén a la altura de un país verdaderamente moderno. Manuel Chaves y David Aguilar son dos insignes representantes de la socialdemocracia andaluza que al final van a acabar haciendo verdadero aquello de que la socialdemocracia es el arte de cambiarlo todo para que todo siga igual, con sus publicitadas revoluciones y sus falsas modernizaciones. alfonso lópez guiraúm y dos firmas más.
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