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Las redes yihadistas forman una ‘estructura estable’ en Andalucía

Las redes yihadistas forman una \’estructura estable\’ en Andalucía

El fenómeno del terrorismo islamista en Andalucía ha dejado de ser “puntual” para convertirse en “estructural y estable”. Tras los atentados del 11-M, las redes yihadistas se han asentado en todas las provincias y cuentan ya con bases sólidas para financiar sus operaciones, sobre todo con el narcotráfico.

Desde entonces se han abortado dos atentados con la comunidad como objetivo.
Algeciras, Cádiz. 1 de julio. La Guardia Civil detiene a cinco presuntos narcotraficantes que mercadeaban con hachís y ampliaban sus ingresos vendiendo coches robados. Sería una operación antidroga más si no fuera porque entre esos cinco “narcos” se encontraba Mohamed El-Khaloum, vicepresidente del movimiento islámico de la ciudad. Con el dinero que obtenía con los estupefacientes ayudaba a financiar una célula terrorista que pretendía atentar en el norte de Marruecos, según desvelan fuentes de la investigación.
El caso de El-Khaloum pone de manifiesto que el islamismo radical sigue vivo en Andalucía, más allá de las macro-operaciones policiales llevadas a cabo en la comunidad, una decena en los últimos cinco años, con 37 detenciones, a las que se suman otras siete operaciones de menor entidad. La confirmación oficial llega de parte del Ministerio del Interior, en un informe elaborado por los asesores presidenciales expertos en la lucha antiterrorista en el que se afirma que el yihadismo es un fenómeno “estructural” en zonas como Andalucía, Cataluña, Comunidad Valenciana y Madrid. “Desde el 11-M, estas redes no han dejado de implantarse estructuralmente, por lo que es necesario que se diseñen e implementen respuestas que disminuyan la entidad del fenómeno”, añade Javier Jordán, profesor de Ciencia Política y de la Administración en la Universidad de Granada y especialista del Real Instituto Elcano.
Andalucía es la segunda región con más operaciones “nucleares” —que afectan a ideólogos y redes muy organizadas—, sólo por detrás de Cataluña. La preferencia de los islamistas por la región se basa, fundamentalmente, en la numerosa población de origen magrebí —unas 85.000 personas según el Instituto Nacional de Estadística (INE)— que aquí reside, ya que es del Magreb de donde proceden las principales redes terroristas que operan en la península. A ello se suma la tradicional reivindicación que se hace de Andalucía como corazón de Al Andalus, la tierra en la que el Islam brilló como nunca y que en estos terroristas despierta un deseo de reconquista. Hay un tercer motivo que atrae a estos grupos: su cercanía a la “frontera”, bien con África, bien con Portugal, que facilita la huida si fuera necesario.
Sólo de forma puntual, estas redes han puesto a Andalucía en el punto de mira de sus ataques. Desde 2004 se han abortado dos intentos de atentado, muy embrionarios, que tenían esta tierra como diana, de los siete contabilizados en toda España. El primero se descubrió con un intento de obtención de explosivos y sustancias radiactivas para atentar en “un objetivo civil multitudinario en Madrid o una ciudad de Andalucía”, ideado por marroquíes detenidos en diciembre de 2004. El segundo plan desmontado preveía un atentado contra el ferry que enlaza Algeciras con Ceuta; se desactivó en marzo de 2005 y, también eran marroquíes los presuntos terroristas.
El pasado mes de noviembre de ese año caía una red de argelinos que preparaba una “acción grande” en Madrid, para la que intentó comprar ilegalmente explosivos de unas minas de Granada, y un joven marroquí fue detenido en diciembre de 2006 en Cádiz, con las uñas cortadas y el pecho afeitado, dispuesto a atentar en Marruecos.
dinero y voluntarios. Sin embargo, lo que los extremistas buscan en Andalucía no es tanto la ejecución de atentados como voluntarios para su guerra y financiación. El informe de Interior explica que los detenidos en estos años realizaban tareas “logísticas” y de “reclutamiento”, más con la intención de enviar a los jóvenes a Irak y Afganistán que con el empeño de atacar en Europa.
Las acciones propagandísticas a través de internet son “casi nulas” desde la comunidad autónoma. No les hace falta, pues es una herramienta más bien de conexión exterior. En Andalucía, como en el resto de España, les funcionan más las redes sociales, familiares y religiosas, que es donde Interior está reforzando su presencia preventiva.
No sólo “cazan” a inmigrantes recién llegados, sin empleo o con empleos precarios, que sufren la marginalidad o el racismo, sino que se ha detectado que entre los detenidos había magrebíes que se radicalizaron cuando formaban parte estable de la sociedad e incluso regían negocios. Como explica Javier Jordán, el fenómeno yihadista en España “es una tendencia firme que con probabilidad se mantendrá a lo largo de al menos una década y que previsiblemente también afectará a ciertos sectores de la segunda generación de inmigrantes”, esos que ahora son niños o adolescentes.

Los contactos, en mezquitas y prisiones
Los patrones de com- portamiento de los terroristas islamistas en Andalucía son bastante similares a los de sus correligionarios europeos. Se escudan en una vida digna, legal, en unos hábitos propios de su cultura o religión y en comunidades cerradas. Así evitan llamar la atención. A la hora del reclutamiento, eligen tres espacios fundamentales: las mezquitas y oratorios, las prisiones y los comercios propiedad de marroquíes, argelinos o paquistaníes.
La presión policial tras el 11-S rebajó la evidencia de los mensajes que se transmitían en las mezquitas pero siguen siendo el principal foco de transmisión de los mensajes y, sobre todo, de contacto entre afines. En 2004, uno de los imames de la mezquita de Roquetas de Mar (en la provincia de Almería) y presidente de la Comunidad Musulmana As-Salam, Abou Jaber, fue detenido por formar parte de una célula integrista.
En las cárceles, por su parte, los presos contactan entre ellos y con los líderes religiosos externos que tienen derecho a atender a los internos. Es “muy difícil” controlar sus intercambios de información porque los traductores se ven “desbordados” ante la cantidad de libros y documentos que se entregan.
En cuanto a las tiendas, son especialmente vigilados los locutorios, los cibercafés, las carnicerías “halal”, los gimnasios y las teterías.
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