Inicio / Historico

Sa Revista, punto y final

la cronica
Sa Revista, punto y final

Los asistentes a la fiesta pasaron revista a más de treinta años de historia /MIQUEL PASCUAL

SERVICIOS

Imprimir esta página
Contactar
Anterior Volver Siguiente

Multimedia
Imágenes

La escuela unitaria Sa Revista celebró ayer una conmovedora fiesta en la que al fin de curso se añadió la celebración del fin de 31 años de actividad. Este será el último curso que se impartirá en ese colegio público, por el que desde 1975 han pasado cerca de 90 alumnos y seis profesores. A la profesora granadina Ángela Rodríguez, que lleva allí desde que se inauguró ese centro, fueron a parar la mayor parte de los abrazos, besos y rosas que se repartieron ayer.

SES SALINES | J. M. L. Romero
La fiesta de fin de curso y de fin de una época no congregó sólo a los últimos nueve chavales de la escuela unitaria, sino también a parte de los alrededor de 90 escolares que pasaron por allí desde que murió el dictador Francisco Franco, así como a sus parientes. Llegaban cargados con ramos de rosas, regalos, bollería y fiambres tanto mamás y papás que fueron alumnos como sus hijos, también escolarizados en ese lugar, y hermanos y abuelos… Familias enteras a las que duele que se cierre definitivamente ese espacio, ahora cercado por el aparcamiento de ses Salines, al frente, por las naves de Salinera, en un costado, y por los estanques, por detrás.
Su única puerta de dos hojas y sus tres ventanas, de madera pintada de verde, no volverán a abrirse el próximo curso, lo que provocaba ayer impotencia a muchos, que maldecían que no se hubiera salvado la escuela -en la que estudiaban niños desde los tres años hasta sexto de primaria (más o menos 11 años de edad)- y que no paraban de preguntarse «por qué lo hacen, por qué la cierran».
«Hemos luchado hasta donde hemos podido», se resignaba Ángela. El inmueble se halla dentro de un terreno que pertenece a la empresa Salinera Española, que lo viene reclamando desde hace dos décadas. Al fin es suyo.
Ángela seguirá dando clases, pero no quiere saber nada de los grandes centros educativos: «Voy a otra unitaria, a mí no me metas en una grande», señala con aspavientos, como queriendo alejar esa posibilidad. Lo dice como tantos otros maestros que imparten en ese tipo de escuelas. ¿Qué tienen de especial? Todos arguyen lo mismo: «La atención personalizada», que con el tiempo se transforma en intensos y perdurables lazos afectivos como los que ayer se exteriorizaron en la entrañable fiesta.
Bajo un calor sofocante, que se hacía más insoportable dentro de la pequeña clase, fueron llegando al lugar, poco a poco, cerca de un centenar de personas relacionadas de una u otra manera con esas tres décadas de enseñanza tan especial e íntima.
A la entrada, quien quisiera podía escribir sus sensaciones en un libro de firmas. Al lado había un cuadro con las fotografías de 76 niños y seis profesores, «prácticamente todos los que han pasado por allí», aseguró Ángela, quien cree que sólo faltan los retratos de unos infantes alemanes. Y junto al libro de firmas, los trabajos escolares de este año, conmovedores: «Mi escuela es un poco estrecha, pero…», empieza el de Indi.
La clase es estrecha, aunque de techo alto. Lo de la estrechez se notaba ayer en que continuamente se pedía perdón por los pisotones y empujones o para pedir paso. Quien quería sentarse lo podía hacer en una de las 20 sillas casi de juguete colocadas para la ocasión, desde las que los asistentes vieron un pase de imágenes de la historia del colegio público y un vídeo de la fiesta del año anterior. Fuera, bajo el sombrajo de mimbre, hubo un guiñol y una actuación.
Y todo ello entre abrazos, nostalgia, llantos que se reproducían cada poco rato («Llevo llorando desde hace tres meses», explicaba Victoria), emociones contenidas, miradas que al encontrarse repasaban lustros de intrahistorias que jamás serán desveladas y rabia. Aunque también había maestras, como Antonia, de infantil y a media jornada, más jóvenes y que prefieren ver el lado positivo de ese supuesto drama. La vida, como la educación, sigue.

Descargar