– Instalados en el pesimismo
EL pesimismo se ha adueñado de la vida pública española. El último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas evidencia que una amplia mayoría de ciudadanos desconfía de que su situación vaya a mejorar en el próximo año. La causa es la crisis económica, que ha escalado hasta el primer puesto en la lista de las preocupaciones de los españoles, seguida del paro. Un año atrás ni siquiera figuraba entre los cuatro principales motivos de inquietud, superada por el problema de la vivienda y el de la inmigración. Ahora estos dos han pasado a ser secundarios, sobrepasados por una crisis que cada día acumula una mala noticia y un indicador negativo sobre la situación y sobre las expectativas. Y con el pesimismo, un acompañante habitual: la desconfianza en una clase política que se revela incapaz de afrontar los graves problemas de la economía nacional e, incluso, de comprenderlos y asumirlos en toda su dimensión. Los líderes políticos suspenden en la valoración ciudadana, incluido el presidente Zapatero, que ve cómo el PP le empata en expectativas de voto a tan sólo cinco meses de haberle derrotado en las urnas, un caso notoriamente insólito de deterioro de un equipo gubernamental, tan sólo atemperado por el hecho de que también Rajoy es valorado negativamente por los españoles. El barómetro del CIS, con una muestra muy amplia y técnicamente solvente, coincide con la encuesta que periódicamente realiza en Andalucía el Centro de Análisis y Documentación Política y Electoral de Andalucía, dependiente de la Universidad de Granada, y que arroja un resultado semejante en lo referido a la comunidad autónoma andaluza: desconfianza en las recetas de la Junta para afrontar la crisis (siete de cada diez andaluces la sienten) y suspenso general en la valoración de los dirigentes regionales. Manuel Chaves, que ha ganado todas las elecciones autonómicas y ha aprobado todos los sondeos, amigos y enemigos, es supendido por vez primera por los andaluces. Que sea una inflexión coyuntural y momentánea o vaya a perdurar, aún es pronto para saberlo. Pero así están las cosas.
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